Un vacío sin ti.

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Al entrar al campus noté que todo el mundo me miraba, pero no me extrañé porque era algo que solía pasarme aunque no sabia el por qué. Sin embargo, esa vez era diferente. Además de mirarme, hablaban entre ellos y cotilleaban más de la cuenta, haciéndome pensar que tal vez estaban hablando de lo que pasó en la fiesta de la playa.

De repente, lo vi. Estaba muy guapo, casi más que nunca. Me empecé a poner nerviosa como todas las veces que le veía. Iba a cruzarme con él pero algo me dejó sin asombro. Cuando estaba a mi lado, busqué su mirada pero no la encontré. Liam estaba evitándome. Y lo peor, que sabía lo que le pasaba, sin embargo, no sabía cómo podría arreglarlo. Al salir de clases me fui a casa con una sensación amarga.

—Sally —dije muy desganada.

—¿Que pasa?, ¿va todo bien?—dijo ella al segundo, mostrando una gran preocupación por mí.

—Me siento mal, todos me odian, hablan acerca de lo que pasó en la cabaña, y lo peor es que Liam me odia también —dije suspirando.

Al minuto sentí el timbre, sabía que era ella, siempre estaba ahí para mí.

—Creo que deberías hablar con el y explicarle lo que pasó y por qué se lo dijiste. O al menos para disculparte —dijo siendo tan comprensiva como siempre.

—Lo sé, pero me evita... —dije mirando al suelo.

—Una disculpa nadie la rechaza, simplemente díselo —dijo cogiéndome las manos.

Después de un día de helado y largas charlas, decidí llamar a Liam cuando Sally se fue.

—¿Si?—dijo al segundo.

—Soy Jessica. Lo siento mucho—dije tras un largo silencio. —No debí haberme comportado como lo hice, y menos decirle aquello a tu novia. No volverá a pasar— dije firme.

—Está bien—dijo finalmente y cortó sin más.

De repente, sonó el timbre de nuevo. Normalmente habría dejado a mi madre que abriera, pero estaba cerca de la puerta y me digné a abrir. Era Liam.

Todo era diferente. ¿Como había llegado mi vida a ser de Liam? Estaba ahí plantado delante de mi, con la mirada desviada. Salí fuera, necesitábamos hablar, y el también lo pensaba.

—Hola, ¿Qué haces aquí? —dije curiosa.

—¿Sabes? He estado pensando acerca de lo que pasó en la cabaña. No debió pasar.

—Estoy de acuerdo —dije firme.

Y tras esto, se marchó. Mil dudas quedaron impregnadas en mi mente, pero decidí apartarlas para poder seguir viviendo.

Tras dos semanas, mientras caminaba con Sally, vi a Liam con Rebeca entrando en su casa. Sally automáticamente me miró y no lo podía creer. Mi cara era todo un poema, y simplemente gire la cara cuando Liam se percató de mi presencia.

—Jessica— oí gritarme desde la distancia, pero ignoré su llamada.

—Sigamos —dije tajante a Sally sin mirar atrás.

Sally me conocía muy bien y como sabía que no quería hablar de ello, simplemente no lo hizo. Continuamos nuestro camino con normalidad hablando de cosas que me pudieran distraer, y apague el móvil para evitar las llamadas de Liam. Llegamos a una heladería de la zona y nos sentamos en una mesa en el centro. Se nos acercó el camarero y su apariencia me hizo sentirme nerviosa.

Unos ojos azules me miraron directamente, sus rizos negros alborotados acompañaban su hermosa cara. Noté como el también se puso nervioso.

—¿Qué vais a tomar? —dijo mirándome fijamente.

—Un sorbete de vainilla—dijo Sally mirándome extrañada.

—Que sean dos —dije sintiendo un nerviosismo familiar.

Ese chico tenía algo misterioso en su forma de mirarme, y esa cosa misteriosa me gustaba.

—¿Qué acaba de pasar aquí? —dijo Sally con una sonrisa plena.

—Está bien —dije tímidamente.

De repente, se acercó de nuevo, dejándonos la cuenta. Sentí un nerviosismo en el estómago cuando leí que en la cuenta escribió: no te dejaré pagar sin que me des tu número.

—Esta sería una muy buena forma de pasar página —dijo Sally muy emocionada.

Suspiré y miré las llamadas perdidas de Liam. Finalmente, apagué el movil.

Frágiles ©| COMPLETADOWhere stories live. Discover now