Capítulo 18

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Cerré la puerta de casa de un portazo, sin importarme si quiera si Niall estaba despierto, aunque eso no lo dudaba, pues eran las doce de la mañana. Apoyé la espalda en la puerta y me derrumbé en ella. Las lágrimas no dudaron en invadir mi rostro, y en cuestión de segundos mi cara se veía bañada en lágrimas. Intentaba contener los susurros que salían de mi boca a causa de mi llanto, pero era irremediable. Unas pisadas me alertaron de que Niall se había percatado de mi presencia.

Al verme se agachó, para estar a mi altura y me abrazó. Agradecí el acto y le apreté más contra mí, para sentirme más protegida.

-Ey... Elena... -dijo él mientras acariciaba mi mejilla.

-Le he visto. He hablado con él. Me ha pedido que quedemos mañana -Niall pegó un suspiro.

-¿Qué? -dijo él sin entender.

Yo también suspiré.

-Está mañana, mi padre me puso una nota con una dirección y una hora. Y yo... fui. Quiere que quedemos para hablar... mañana, a las nueve y media.

-¿Y si te hubiese pasado algo?

-Ya lo sé, y tienes razón... pero tenía que saberlo -me abrazó. Él tenía miedo de que me pasara algo, y por un lado agradecía que fuese tan sobreprotector.

-¿Vas a ir?

-No lo sé. No sé que hacer.

-Lo más importante es que sepas si quieres perdonarle, ¿no crees? ¿Quieres empezar de cero con él? ¿O quieres seguir como ahora?

-Muchas veces quiero recuperar mi vida. Quiero empezar de cero, volver a ser una familia. Pero otras deseo que se pudra. No merece que nadie le quiera. Merece quedarse solo. Amargado, solo, sin nadie.

-Haz lo que creas. Es tu decisión. Estará bien lo que decidas.

-Gracias -dije dándole un beso en la mejilla.

(...)

Dejé que el agua fría relajara mis tensos músculos mientras pensaba. ¿Iba o no iba? ¿Le daba la oportunidad de volver a ser una familia? Lo único que tenía claro era que no iba a bastar con un simple «sí». Tenía que ganarse de nuevo mi confianza. Cinco años de mi vida tirados a la basura, por su culpa. Por su egoísmo.

Muchas veces deseaba dejar de existir. Ser invisible. Ver mundo, sin ser vista. Pero por lástima, aquí estaba. Con mi padre, rogándome de rodillas que le perdonara. Que reempezáramos. Como una familia. Y yo, tenía la cabeza echa un torbellino. No conseguía aclarar mis propias ideas. Dí un suspiro y salí de la ducha poniendo sobre mi húmeda piel una toalla blanca, y otra sobre mi pelo.

Salí del cuarto de baño y me dirigí a mi habitación. Una elevación de voz proveniente de la cocina me hizo evadirme de mis pensamientos:

-Pues pensé que estabas trabajando. Cómo es sábado...

Mis ojos se abrieron como platos. Mi cuerpo se inmovilizó.

Mierda.

-¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! -dije.

Abrí el armario y me puse lo primero que encontré. Cepillé mi pelo a una velocidad descomunal. Miré el reloj del móvil y observé la hora. Las doce y veinte de la mañana. Marina me iba a matar, por no decir que me podían echar.

Al mirar hacia la puerta, se encontraba abierta. Me asomé a ella, y Niall estaba apoyado en el coche. Con un guiño, me indicó que subiera en él. Apresurada, monté en el asiento delantero. Instantes después, él hizo lo mismo. Con la mano, le indiqué que arrancara el Range Rover y que subiese un poco la velocidad.

Escondidos → Niall Horan || (sin editar)Where stories live. Discover now