Capítulo 31

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En el rostro de mi padre se dibujó una sonrisa con dolor de por medio. Llevaba varios días realmente mal. No se movía de su cama, deliraba por momentos y sentía que le faltaba el aire. Lo que yo no sabía era que mi padre había remitido al tratamiento cancerígeno por mí.

—¿Porqué lo has hecho? ¿Porqué no has seguido con el tratamiento? ¿Estás loco? ¿Acaso quieres morirte antes de lo previsto?

—Sinceramente no me apetecía estar con la quimioterapia ahora. Aunque siguiera con ella no me iba a hacer ningún efecto, solo iba a ir evenenándome poco a poco. Me voy  morir igual.

Respiré hondo para tratar de relajarme, pero la tensión seguía presente.

—¿No te da miedo morirte? ¿Desaparecer del mapa?

—¿Tiene que darme miedo? No sé tengo la impresión de que me reencarnaré y estaré cerca de tí, cuidándote. Sabiendo que estás bien.

—Eso no es muy cristiano... —bromeé.

—¿Te ha dicho alguién que lo sea?

«Ups...»

—¿Desde cuándo eres budista?

Él esbozó una pequeña sonrisa, para después borrarla dando un pequeño gemido de dolor. Me alarmé enseguida, pero él se fue relajando poco a poco, dándome a entender que el dolor había cesado.

—No lo soy, simplemente defiendo esa ideología.

Reí para mis adentros y antes de que fuese a hablar, preguntó él:

—¿Has vuelto a hablar con Niall?

—Desde la última llamada que hizo no he vuelto a saber de él.

Ayer por la mañana Niall me llamó, pero en mi lugar lo cojió mi padre.  Respondió diciéndole que no estaba y que me había dejado el móvil en casa. Mentía evidentemente. No quería hablar con él. Niall era una especie de droga para mí. Una vez que te acercabas a él no podías alejarte. Pero aquí estaba, intentando asumir que le había dejado por el bien de los dos. Era tan atento, tan cariñoso, tan bromista, tan... todo. Me encantaba cuando bromeaba y se le subía el ego. Podría parecer que es un defecto, pero para mí no lo era. Amaba cuando lo hacía. Subía la mirada y se llevaba una mano a la cabeza, mientras que la otra la movía, orgulloso de si mismo. Para mí Niall era perfecto. Sin embargo, tenía que olvidarle... aunque fuese solo por un tiempo. Era obvio que le echaba de menos. Tantos momentos vividos, buenos y malos no se podían olvidar de un día para otro. Tal vez la única solución era dejar correr el tiempo. Que él hiciera todo el trabajo. ¿El tiempo lo cura todo no?

[...]

Caminé sigilosamente por la acera mientras la gente me observaba tranquilamente al pasar. Me apresuré cuando vi las letras de la biblioteca a los lejos, entrándome unas increíbles ganas de llegar. Necesitaba refugiarme bajo los libros, aspirar su olor, sentirme liberada de toda esta presión.

Paré en cuanto los dedos de la mano izquierda se me empezaron a dormir, debido a que llevaba encima mi viejo portátil. Estaba resguardado por un pequeño maletín de gatos rosas, bastante infantil, por cierto; estaba dispuesta a escribir de nuevo. Hace tiempo que lo había dejado atrás, pero tenía ganas de retomar mis historias. Historias ficticias, irreales, donde cada uno puede manejar a sus personajes como quiere, y crear un universo alternativo. ¿Acaso no sonaba bastante tentador?

Atravesé la puerta principal y me dirijí hacia las escaleras de caracol. Después giré a una pequeña sala dónde había una enorme mesa con sillas al rededor. Me senté y saqué mi portátil y lo coloqué encima de la mesa, pero no sin antes desviar la mirada hacia una revista. La atraje a mí y me quedé prácticamente muda al ver su portada: "Niall Horan y su nueva novia, la modela Sarah Lark protagonistas de la romántica velada en el Bistro London Bridge de Londres." Sin embargo, no fue el título lo que me dolió, si no las imágenes. Aparecían besándose muy cariñosamente; Niall rodeaba su cintura con ambas manos, y Sarah correspondía al beso plácidamente, juntando sus manos en la nuca de Niall. Respiré varias veces, intentando no agobiarme. «Elena, no saques conclusiones precipitadas, es una relación falsa, ¿recuerdas?» Mi conciencia tenía razón. No debía exagerar las cosas. Simplemente rondaba una pregunta en mi interior: ¿y si esto se había convertido en una realidad, y la farsa ya había acabado? Mi consciencia me repitió lo mismo, que no debía precipitar las cosas.

Escondidos → Niall Horan || (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora