Capítulo 34

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Coger los pañuelos, vais a llorar :c

Mi corazón paró durante un par de segundos. Caí de bruces al suelo en cuanto me di cuenta de la realidad. Todo se había acabado. Batalla perdida. Pegué un grito ahogado en cuanto mis cuerdas vocales me lo permitieron. El cielo se nubló de repente. Miles de gotas de lluvia se asomaron ante nuestros rostros, empapándonos en cuestión de minutos. Sentí unas manos posarse en mis hombros y giré mi cabeza para comprobar de quién se trataba. Una chica, con el uniforme azul de policía, cuyo cabello era color azabache me miraba con los ojos enrojecidos, sabiendo ante mi estado quién era yo.

En mi estómago sentí un enorme vacío y una desolación que me hacían entrar en un llanto histérico y desagarrador, hasta notar que mi garganta se quedaba seca. Los policías se acercaban a mí, el personal de ambulancia me preguntaba si necesitaba ayuda; sólo hacía más que negar con la cabeza y seguir llorando amargamente. Sinceramente, me daba igual coger una neumonía o un resfriado. Sólo quería llorar, sola. Pero para mi desgracia, la misma chica que había estado conmigo me llevó a rastras hacia una ambulancia. Me sentó en la camilla y segundos después apareció un chico joven con el pelo castaño y los ojos de semejante color, bastante guapo. Para ser verano, aquel día hacía bastante frío. El chico cogió una toalla y me secó el pelo. Agradecí enormemente el gesto y pegué un suspiro que me heló por dentro. No dijo nada, pero se sentó conmigo en la camilla y pasó el papel hermético de color dorado por mi cuerpo, así fui entrando en calor. Entonces miró hacia la puerta de mi casa. No se porqué lo hizo, puede que fuese por la cara de horror que puse, pero apretó mi mano. A continuación salieron de mi casa dos hombres. Llevaban una camilla con el cuerpo inerte, recubierto del mismo papel que me cubría a mí en ese momento. Las ganas de morirme allí mismo aumentaron considerablemente. Volví a llorar, pero esta vez sobre el hombro de aquel muchacho cuyo nombre no sabía.

—Siento mucho lo de tu padre —dijo, y yo me mordí el labio, reprimiendo las ganas de llorar. Me contuve, pero en su lugar emití un sollozo.

—Soy Patrick —prosiguió el chico.

—Elena —susurré al presentarme.

Iba a volver a hablar pero un señor uniformado de policía se acercó a mí pronunciando mi nombre completo. Me entregó unos papeles, informándome de los hechos. Muerte natural, algo que ya sabía. Después me dio un número de teléfono, me explicó que era el del tanatorio. En ese momento mi corazón se rompió un poco más. Tenía que prepar su funeral y el velatorio, y eso me dolía la vida. Sin embargo, me aseguró que mi padre y la seguridad social ya habían preparado todo. Simplemente tenía que llamar para confirmar.

El tiempo transcurrió de forma muy lenta. Pasó algo más de una hora hasta que me quedé sola de nuevo. Patrick me dio su número de teléfono, para cualquier cosa que necesitara, me dijo.

Entré en casa haciendo un silencio inaudito. Me quité los zapatos, aún mojados y los dejé en la entrada. Realicé una vuelta por toda la casa, parándome especialmente en la pequeña habitación que fue de mi padre. Analicé con la mirada toda ella. Me adentré muy despacio en el pequeño cuarto y me paré en su mesita de noche. Protagonizada por una foto nuestra, de hace muchos años, y una pila de libros sobre la psicología humana que no le cabían en la estantería. Abrí uno de los cajones y encontré una camiseta morada con el logo de Pink Floyd, de las que fue una de sus bandas favoritas. Me acerqué la camiseta a mi nariz y aspiré su olor. Me quité la camiseta semi mojada que llevaba para posteriormente cubrir mi frío pecho.

Fue.

Fue; pasado.

Esa palabra me estaba matando por dentro. Siempre me había impuesto por ideología, que toda la vida se basa en el pasado. El presente dura, literalmente, un segundo; y el futuro nunca llega. Pero a su vez, el pasado se evapora y se olvida. No es nada. Pensar que se había ido para siempre me mataba por dentro. No le había tratado cómo se merecía, había sido una egoísta que sólo había pensado en mí misma y me había dado cuenta cuando ya era demasiado tarde.

Salí de allí, con el corazón en un puño, mientras las lágrimas corrían sin cesar por mi rostro. Me quité los pantalones y me recosté en mi cama, acurrucada. Remití los sollozos metiéndome un cojín en la boca, pero las lágrimas seguían saliendo. Finalmente, después de horas recostada en la cama, entre pesadillas y despertándome entre sueños, conseguí dormirme.

{...}

Sobre las doce del mediodía me desperté con un vacío y una agonía increíble. La soledad me martirizaba por dentro. Necesitaba a Niall en ese preciso momento. Que me dijera que todo iba a salir bien, que le tenía a él y que no estaba sola. Sin embargo, lo estaba. Y necesitaba a Niall más que nada en este mundo, pero no podía ser. Era algo prohibido, y algo que tenía que sobrellevar.

Cogí mi móvil y marqué el número de teléfono que el agente me dio para poner una fecha para el funeral. A medida que iba hablando, un nudo se formaba en mi garganta, impidiéndome hablar, por lo que tenía que respirar muy hondo para no hundirme en lágrimas. Al final, sería dentro de dos días.

Me levanté a cuestas de la cama y me aprecié en el espejo. Mi cara se veía pálida y tenía las ojeras muy marcadas. Aquel silencio era cómo si me diesen una patada en el estómago. No oír la estruendosa risa de mi padre, ahora no volvería a hacerme tortitas cuando estuviera triste, no volvería a aconsejarme nunca más. Nunca.

Sólo me apetecía perderme entre mis sábanas y olvidar todo. Volver atrás en el tiempo y tener la oportunidad de rehacer los errores que cometí. Supongo que este sería mi castigo por centrarme en mí. Ser una egoísta, centrada en sus propios sentimientos.

Fui a la cocina y me senté en uno de los taburetes. Suspiré y me quedé quieta. Sin saber bien que hacer con mi vida; que camino tomar. No tenía hambre, a sí que simplemente no desayuné.

Me levanté de allí y fui a la habitación de mi padre. Abrí cajones de su mesita de noche hasta dar con lo que quería: un lazo negro que él solía utilizar cuando corría. Entonces me la anudé a la muñeca, pensando en que, ahora, una parte de él, me correspondía y la llevaría siempre conmigo.

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¿Soy la única que ha llorado o? :_c Es muy triste, lo sé pero quién sabe, tal vez las cosas mejoren, o tal vez no *inserte risa malvada* okno ya xd

Ya tengo claro cuantos capítulos va a tener el fic. EL CAPÍTULO 37 SERÁ EL FINAL, MÁS EL EPÍLOGO. Es decir, quedan tres capítulos para el final y después el epílogo wuhojsjsjs Espero que os guste el final, porque personalmente a mí me encanta cómo va a ser y espero que ha vosotras os guste también :3

Pregunta: ¿Cómo encontrasteis esta novela? Espero vuestras respuestas :)

Elle xx

Escondidos → Niall Horan || (sin editar)Where stories live. Discover now