Capítulo 35

1.3K 88 7
                                    

Me hallaba tumbada en el sofá, sin saber bien ni que pensar, ni que decir. Era cómo sí pensara en blanco. No había nada que ocupara mi mente; vacía. Miraba hacia un lado y a otro de la casa, esperando obtener respuesta alguna. Luego comprobé que era estúpido. Que papá ya no estaba, que no volvería jamás.

Tenía la mirada perdida y el alma hundida.

Poco después de cerrar los ojos y refugiarme en mis temores, llamaron a la puerta. Al abrir me encontré con el rostro semblante de Sarah; su pelo largo lacio y brillante, sus mejillas rosadas y piel pálida. Sus ojos color miel y sus pestañas largas y precisas.

—Ayer te dejaste tú cartera en mi cas... —sin embargo, al verme su mirada reflejó un grado de preocupación alarmante. —¿Estás  bien?

Fruncí el ceño y me mordí el interior de la mejilla derecha para intentar contener las lágrimas. Pero el intento fue totalmente en vano. Las amargas y saladas lágrimas corrieron por mis mejillas. Sarah se lanzó rápidamente a mí y me abrazó con intensidad.

—¿Qué ha pasado?

—Mi padre... —contesté a duras penas.

—¿Tu padre?  ¿Tu padre qué?

—Se ha ido... para... siempre —tartamudeé.

Y no hizo falta más. Entendió lo que quería decir a la primera. Su rostro empalideció aún más de lo que ya era de por naturaleza. Sus ojos se aguaron poco a poco.

—No le digas nada de esto a Niall, por favor. Por favor —rogué.

—¿Pero cómo no quieres que se lo diga? Estás mal y él puede ayudarte.

—Acercándose a mí no ayuda nada —respondí fría. — Sólo nos hacemos daño mutuamente.

—Pero...

—Prométemelo, te lo suplico.

Conocía a Niall y sí  se enteraba de esto, sería capaz de tirar todo a la borda por mí. De todos modos, no tenía nada que ofrecerle, esto era lo que había. ¿Y las personas que estaban a mí lado? Aquellas que por milagro seguían a mí lado.

Finalmente, asintió. A cambio yo di un suspiro de alivio.

Me miraba en el espejo y me daba asco. Eso era todo. Débil, vulnerable, egoísta... y un sin fin de cualidades negativas que yo sabía sacar a la perfección.

—¿Has comido algo? —respondió su pequeña voz dulce. Yo solté un bufido cómo respuesta, sobreentendiéndóse la respuesta.

Entonces me arrastró —literalmente— hacia mi cuarto y me obligó a vestirme. A duras penas conseguí ponerme una camiseta básica y unos pantalones cortos vaqueros. Me cepillé el pelo y poco después me lavé la cara con agua fría, despejándome. Cuando salí a la calle el sol se expuso a mi cara, cegándome casi por completo. Por acto reflejo, tuve que colocar mi mano en mis ojos para que la luz no me hiciera daño.

—Te invitó a comer algo fuera, vamos.

Nos montamos en su coche con dirección a algún centro comercial de la zona. Sarah visualizó una cafetería de estilo parisino al que ella solía ir. Nos pedimos algunas cosas típicas de allí y charlamos un rato, en el que mi humor mejoró un poco.

—¿Tienes vestido para mañana? —respondió refiriéndose al funeral.

—No tengo, no. No me apetecía pensar en eso.

—¿Por qué no vamos a comprarte uno?

—No me apetece nada comprarme un vestido para un funeral. No es nada agradable.

—Lo se, pero podremos pasarlo bien.

Resignada asentí. Tal vez tenía razón. Era un momento tristemente importante en mi vida que no podría borrar nunca.

Empecé a mirar tiendas sin pocas ganas, pero poco a poco fuí recuperando el ánimo. Tras dos horas dando vueltas, entrando y saliendo de tiendas, probando y aprobando vestidos, por fin nos descantamos por un vestido negro con encaje del mismo color en los hombros. 

Miré el vestido negro que Sarah y yo habíamos visto. Realmente era bonito y creo que me quedaba bien pero mi estado de ánimo en esos momentos era tan bajo en que cuando Sarah exclamó lo bien que me quedaba ni me molesté en formar una sonrisa con mis labios. Ella no se merecía que la tratase así pero realmente me sentía mal. Compré el vestido con unos tacones que Sarah había escogido antes de llegar a la caja y salimos de la tienda. Tenía ganas de irme a mi casa para hacerme a la idea de que mañana tendría que enfrentarme al funeral de mi padre. Sin embargo, Sarah tuvo la idea de tomarnos un helado antes de volver. Al final resultó ser buena idea y durante unos instantes me olvidé de que mi padre ya no estaba conmigo y me límite a sonreír de vez en cuando por las cosas de las que me hablaba Sarah. Cuando ya se estaba haciendo de noche ella se decantó por irnos ya, habíamos pasado todo el día fuera y yo no me había percatado de ello.

[...]

Cerré la puerta de mi casa cuando mi amiga decidió marcharse después de una corta conversación. Miré la madera y volví a la realidad. Había estado toda la tarde inmune a las desgracias que me habían ocurrido y ahora que me daba cuenta cayeron sobre mi como un cubo de agua fría. El recuerdo de Niall riendo y de mi padre pidiéndome disculpas sobre todo lo sucedido anteriormente en mi vida inundaron mis sentidos. ¿Por qué se habían roto todo de está manera tan rápida y trágica? Niall se había ido y mi padre también. Me senté en el suelo detrás de la dura puerta y hundí mi rostro entre mis rodillas. ¿Por qué todo tan de golpe? Pensé llorando, desahogando mis penas en lágrimas y sollozos. ¿Por qué nunca podía pasarme algo bueno? ¿Algo o alguien que se quedase conmigo sin tener en cuenta lo que ocurra? Sin enfermedades terminales o contratos de por medio. Quería que mi padre volviese, quería a Niall conmigo. Pero, no podía, mi padre estaba muerto y Niall bajo un contrato . Si le suplicase a Niall que volviese le estaría haciendo daño porque él no puede. Y en estos momentos no sabía sí el querría verme alguna vez más. Lloré recordando nuestros últimos momentos, tanto con mi padre como con Niall. Y llore aún más fuerte al darme cuenta de que no iban a volver, de que yo nunca tendría un final feliz.

[1/2]

CRÉDITOS A MI BESTIE @XXANUSKYXX POR AYUDARME CON EL FINAL DEL CAPÍTULO PORQUE ESTABA MUY BLOQUEADA. MILLONES DE GRACIAS, ILYSM :3

Escondidos → Niall Horan || (sin editar)Where stories live. Discover now