Capítulo 12

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Me desperté debido a que un rayo de luz entró por la ventana e incidió en mis ojos produciéndome una pequeña molestia. Maldije por lo bajo al no haber cerrado la persiana la noche anterior. Empecé a moverme en la cama y me di cuenta de que Niall no estaba, y que en su lugar había un pequeño trozo de papel doblado repetidas veces:

Siento haberme ido sin avisar. Espero que hayas dormido bien, pequeña.
Te quiere, N.

Una sonrisa salió de mí, inevitablemente. Recordé la noche anterior y mis mejillas se tiñieron de rojo y la piel se me erizó, produciendóme un pequeño escalofrío.
Miré mi reloj. Quedaba media hora para despertarme y al no tener más sueño decidí que la música envolviera mis oídos mientras me arropaba con la sábana. La música es para mi una vía de escape, una fuente que te evapora del mundo que te rodea y dejar que las palabras que componen la canción invadan tu mente y tu corazón.

De un momento a otro mi estómago rugía con fuerza. Llevaba sin comer horas, y yo era muy vulnerable con el tema de la comida. Me levanté de la cama y fui directa a la cocina. Rebusqué por los pequeños armarios haber si encontraba mis preciadas galletas. ¿He mencionado que me encantan las galletas? Pues sí. Me encantan. Podría estar horas y horas comiendo galletas, y son con pepitas de chocolate, mejor. Busqué en el fondo del armario haber si estaban, pero no. No habían. Me quedé un poco depecionada, pues me apetecía galletas para desayunar. Me encogí de hombros y me dispuse a ir al baño. Me di una relajante ducha de veinte minutos y al salir, me enrollé mi húmedo cuerpo con una toalla. Pusé la cabeza boca abajo dejando que mi pelo goteara el suelo y repetí el paso anterior. Miré mi reloj de muñeca. Eran las siete y cuarto de la mañana. Aún tenía tiempo suficiente para arreglarme. Tardé cuarenta minutos en hacerlo. Cuando estuve totalmente lista cogí mi bolso y me dispuse a abrir la puerta, pero no sin antes de que el timbre sonara y me asustara un poco produciéndome que diera un pequeño respingón. Puse mi mano en el pomo de la puerta y lo giré lentamente, dándome la figura de Niall totalmente sonriente hacía mí.

 —¿Qué haces aquí? —dije yo extrañada. 
—Venir a buscarte —dijo él sonriendo aún más.
—Espera, espera, espera —respondí confusa —¿Tú no tenías que estar trabajando?
—No —rió — No entro hasta dentro de una hora.
—¿Como sabes a la hora que entro hoy? 
—Porque llamó Marina a tu móvil y lo cogí. Me dijo que te esperaba a las ocho en la cafetería, y luego me fuí para dejarte dormir —Niall puso cara de arrepentiemiento— Siento haber cogido tu móvil si que me dieras permiso, pero no quería que te despertaras. Lo siento —volvió a disculparse.

Lo único que fui capaz de hacer fue darle un beso. Era tan tierno y tan adorable conmigo...

—No pasa nada. Gracias —le sonreí.
—¿Te llevo? —Yo asentí levemente con la cabeza.

El viaje en su coche era silencioso, hasta que él lo rompió.

—Me gustaría invitarte esta noche a cenar, si quieres claro —dijo algo nervioso.
—Claro —dije sin duda alguna mientras una sonrisa se escapaba de mis labios. Miré a través de la ventanilla del coche y observé que estaba en la cafetería.
—A las diez paso a buscarte —dijo el mientras sonreía ampliamente.
—Adios —dije mientras le daba un beso en la mejilla. Me bajé del coche y le hice un ademán con la mano.

Abrí la cafetería con la llaves que Marina me había dado días antes por si surgía algo, y ella no podía abrir.

Me preparé una café y cogí algo de la cocina para comer, pues no había desayunado nada. 
Eran las ocho y cuarto cuando Marina apareció por la puerta. La verdad, es que tenía la duda de porqué cada vez abríamos más pronto. Horarios veraniegos, pensé.

Escondidos → Niall Horan || (sin editar)Where stories live. Discover now