Capítulo 19

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Unas caricias me despertaron de mi sueño profundo. La luz de mi habitación me cegó casi por completo produciendo que diera un pequeño gruñido. Lentamente, pasé la mano por la suave sábana de tela, pero Niall no estaba. Me reincorporé, algo desconcertada y con sueño y miré al otro lado de la cama.

Un pequeño gato, que no tendría ni cinco meses, se encontraba tumbado en mi cama, ronroneando ligeramente. Me llevé una mano a la superficie de la boca, ya que estaba muy sorpendida, y mostré un pequeño grito de admiración. Cogí al pequeño en brazos, y con mucha suavidad le fui acariciando, a la vez que soltaba casi inaudibles ronroneos. Su color era un naranja zanahoria intercalado con manchas blancas, y su pequeño hocico era del mismo color.

¿Esto era realmente para mí? No me extraría si hubiese entrado por la pequeña ranura de la puerta principal. Era preciosísimo. Ójala me lo pudiese quedar. De pequeña siempre quería un animal de compañia. No me importaba cual fuera; simplemente necesitaba uno.

Fuí a la cocina a por un poco de leche y un cuenco, para que el gato comiese algo, pero una voz firme me interrumpió:

—Feliz cumpleaños, cielo.

Al girarme, ahí estaba. Sentado en el sillón del salón, mirándome con ternura, mientras que de su boca salía asco.

—¿Qué estás haciendo aquí? —dije lo más dura posible. Aunque no me hizo falta, el tono me salió solo.
—Dímelo tú. Es tu cumpleaños. Hace dieciocho años que naciste —. respondió mientras esbozaba una pequeña sonrisa —¿Te ha gustado el gato?
—¿Es tuyo? —mi rostro se ablanda un poco mientras él asiente con la cabeza.
—Gracias —consigo decir un par de segundos después con la voz algo quebrada.
—Bueno cariño, —habló mientras se levantaba del pequeño sillón— tengo que irme. Luego nos vemos, ¿vale?

Yo asientí con la cabeza mientras tragaba saliva y observaba como cojía la puerta y se marchaba.

Suspiré y me dirigí de nuevo a la cocina, con el próposito de coger el cuenco y la leche. Una vez hecho todo, volví a la habitación y lo dejé en el suelo a su vez que el gatito corría hacia la leche.

—Pues habrá que pensarte un nombre... —pensé en alto.

En mi preciada infancia, tenía una muñeca llamada Mimí. Me la regaló mi madre, y la quería tanto que me la llevaba a todas partes. La última vez que la vi fue cuando me fuí de casa. Y por una extraña razón, sabía que este gato me iba a acompañar por mucho tiempo. Mimí, a si se iba a llamar.

(...)

Último día de la semana y a mí me tocaba ir a trabajar. Estaba cansada y lo único que quería hacer era tumbarme en la cama. Celebrar mi cumpleaños no era una cosa que me agradara mucho, la verdad.

Marina tenía una sonrisa resplandeciente en su rostro y sus ojos estaban brillantes. ¿Qué pasaría por su mente? Me encogí de hombros mentalmente y me dispuse a prepararme para trabajar.

—¿Se puede saber que te pasa en la cara? —dije con un aire burlesco.
—¿Enserio me lo preguntas? ¡Oh, vamos! —permaneció en silencio durante unos instantes hasta que no contuvo la emoción y pego un pequeño gritito mientras saltaba ligeramente hasta casi dejarme sorda:
—¡Felicidades! ¡Ven, ven! ¡Vamos, vamos! ¡Quiero darte tu regalo!

Me llevó hacia una diminuta sala que se tenía en la cafetería para prácticamente nada. Con la mano, apretó el interruptor de la luz y me quedé perpleja. Era un retrato. Nuestro. Tanto el rostro de Marina como el mio, ocupaba prácticamente todo el cuadro, seguido por un fondo azul aguamarina. Entendí el efecto que tenía el cuadro: eran tintas planas por lo que nuestro rostro aparecía en varios colores. Me quedé callada durante un par de segundos. No sabía que decir. Que hacer. Era el primer regalo que recibía en mucho tiempo. Y sé, que el primer regalo que he recibido ha sido esta mañana. Pero simplemente, por haberlo dicho con tanto asco, hace que se le quite la importancia al regalo. Me lo ha regalado, sí. Pero una extraña sensación me dice que lo a hecho para quedar bien. En cambio, este se ve que Marina lo ha hecho con tanto cariño que casi se refleja en el cuadro. No contenía las ganas y la sumerjo en un profundo abrazo. Lo respondió encantaba y no puedo evitar esbozar un gran sonrisa mientras algunas lágrimas invaden mi rostro.

—¿Pero cómo... ? ¿Cómo has sabido lo de mi cumpleaños?
—Por tu curriculum —respondió mientras resonaban nuestras carcajadas.

Sin duda este día iba costar olvidarlo.

(...)

Unas manos taparon mis ojos produciendo que me sobresaltara. Seguíamos en la cafetería a si que estábamos en el campo de visión de los comensales.

—¿Quién soy?
—No sé... mmmm.. ¿Un asesino a sueldo?
—No —respondió riendo.
—¿Mi gato? — hace un miau mientras le da la risa.
—Entonces, no. No tengo ni idea de quien puede ser —respondí burlesca.

A continuación, me destapó los ojos con sus manos y ví el rostro de Niall que se dirije hacia mi mejilla y me da un beso. Yo, ante respuesta, le dedico una sonrisa.

—¿Tú tan bien te vas a poner a gritar y a dar saltitos mientras me felicitas por mi cumpleaños? —respondí mientras reíamos.
—No, yo voy ha hacer algo mejor. 

Yo me quedo con la intriga hasta que él me besa. Sus labios calientes se depositan sobre los míos mientras yo sonrió. 

—Tengo una sorpresa para tí... bueno, no, son dos  —responde interesante.

Pegé un suspiró, debido a los nervios, pero cuando quise darme cuenta, Niall estaba hablando:

—Verás... —decía Niall mientras sacaba unos papeles y los colocaba encima de la mesa dónde nos encontrábamos sentados— Hay una entrevista de trabajo, con nosotros, con la empresa con la que trabajamos. Buscamos una guitarrista para el nuevo albún y el equipo quiere hacerte una entrevista la semana que viene.

Ese momento fue como ver la luz de nuevo. Tener la oportunidad de hacer lo que me gusta. Trabajar en algo que de verdad deseo... eso era un rotundo sí.

—¡Sí, sí, sí! Diles que sí, Niall. Diles que sí —decía con  lágrimas en los ojos. 

Un par de minutos después de que me tranquilizara, Niall habló de nuevo:

—Otra cosa. Paso a buscarte a las nueve —respondió Niall mientras se iba de la cafetería.
—¿Para qué? —contesté curiosa.
—¿Ah? No te lo puedo decir. Es sorpresa —dijo con una sonrisa en sus labios mientras se marcha.

(...)

Al no saber donde íbamos, me vestí ni muy informal ni muy formal, con un vestido azul oscuro suelto con algo de vuelo. Me maquillé lo más ligeramente posible y me ondulé un poco el pelo. Cuando quise darme cuenta el timbre sonó, indicando que las nueve habían llegado. Abrí la puerta, intentando estar lo más relajada posible. Niall apareció muy sonriente y muy guapo vestido. Con un <<¿vamos?>> me sacó de mis pensamientos y me llevó hasta su coche.

El viaje se me hizo muy largo, debido a los nervios. Pero cuando quise darme cuenta habíamos llegado. Reconocí inmediatamente el lugar. El mismo en el que le dije le que quería: Hyde Park. Sonreí inmediatamente al divisar una zona determinada en la que había un lago. En los árboles había farolillos de colores y un gran mantel en el césped. A su lado, había una gran cesta con lo que supuse que era comida para nosotros. Mis mejillas se tiñieron de rojo.

—¿Y todo esto a que se debe?
—A qué eres la mejor novia del mundo.

Escondidos → Niall Horan || (sin editar)Where stories live. Discover now