– Will... —Musitó el serafín, sujetando el rostro de William— Vuelve con Aiden, ¿vale? Vuelve con el amor de tu vida...

– Pero, Elemiah... —Dijo William, dejando que el serafín lo besara en los labios una última vez.

El alma de Elemiah ascendió al cielo como una pequeña esfera de luz, una vez falleció en los brazos del Híbrido. Olivia, Katia, Duke, Mike, Caleb, Evan y Elizabeth miraban la escena, entristecidos. Una lágrima cayó de los ojos de William al cuerpo inerte de Elemiah.

– ¡Lizzie! —Exclamó Mike, siendo sujeto por Duke. Shawn sujetaba a Elizabeth del cuello, ahorcándola.

– No... Liz... No... —Los ojos de William se iluminaron del más cegador blanco, las alas incrementaron su tamaño, tapándole todo el cuerpo— ¡No!

Antes de que Shawn reaccionara, William lo sujetaba del cuello, quemándolo. El demonio soltó a la muchacha, la cual trataba de recuperar su aliento.

– Si me matas... Shawn morirá...

– ¡Maldito! ¡No me importa! —Astaroth le rompió el cuello a Elizabeth, la cual cayó desplomada al suelo— ¡Lizzie! —Exclamó el Híbrido, apretando con más fuerza.

– ¡Lizzie! —Exclamó Mike, cayendo de rodillas al suelo, mientras las lágrimas se precipitaban por sus ojos.

– Hay... Una forma de salvarlos a ambos... Sabes que la hora ha llegado... Úsalo. —El demonio le dio un trozo de papel con palabras en latín.

William se dio media vuelta, soltando a Astaroth. Todos lo miraron. Algunos consiguieron exclamar un "¡no lo hagas!" que se perdió en el aire, cuando el Híbrido los teletransportó a todos de vuelta a la escuela.

– ¿Cómo sé que puedo salvar a Shawn? Él es humano... No estará en el Otro Lado.

– Pero estaba poseído por mí cuando murió... Por lo que técnicamente era un demonio. Si no está ahí, estará en el infierno y yo lo sacaré. Ahora, haz el hechizo.

William miró al altar y estiró los brazos para absorber la mayor cantidad de maná posible.

Ignis, aqua, aer et terra. Facere ponte inter hoc mundo et alterum, patiare meum animae transiet per eam et adducam eos mecum.

William repitió esas palabras una y otra vez. Frente a él, se abrió un portal que dejaba ver una dimensión idéntica a la que se encontraban, pero con una particularidad: Aquella dimensión no tenía color. Todo, absolutamente todo, estaba en blanco y negro.

– Vas a necesitar este conjuro para despertar a los Cuatro Jerarcas que yacen dormidos desde la eternidad. -—William agarró un papel que volaba hacia él y saltó al portal, apareciendo en el Otro Lado, la prisión de los Jerarcas y el Más Allá de las criaturas sobrenaturales.

Algunas personas lo rodearon. "Serán las almas de los caídos." pensó, recordando cuantas criaturas sobrenaturales habían muerto desde que William había entrado a Lexington Academy.

– ¿¡Will!? —Exclamó Blair, corriendo a su amigo. Trató de abrazarlo, pero ésta lo traspasó— Estás vivo... Eso quiere decir...

– Mató a Liz, Blair... Le rompió el cuello... No, no podía dejarla morir.

– Lo sé. La he escondido de esos. Ven, acompáñame.

– Tenemos que encontrar a alguien primero.

William buscaba entre todas las almas que se acercaban a él, aquella que se pareciera lo suficiente a su mejor amigo. Quizás había sido un daño colateral, pero no se permitiría perderlo de nuevo. Algo dentro de él despertó, como si sintiera un malestar en el estómago. Finalmente, lo encontró. Shawn se quedó mirando a su amigo, boquiabierto.

– ¿William? ¿Tú también has muerto? —Preguntó, sorprendido.

– No... Yo estoy vivo... Pero tú no deberías estar aquí. —Dicho eso sacó un frasco que había recogido junto a la nota con el hechizo y el alma de Shawn se introdujo en él— Saquemos a Liz de aquí.

En Lexington, Aiden miraba por la ventana cuando una brillante luz blanca iluminaba en la distancia. El muchacho llamó a la madre del chico del que estaba enamorado y ésta miró fijamente la luz.

– No puede ser... Ellos han ganado. William ha abierto el portal al Otro lado. Y traerá el Apocalipsis con él.

– ¿Quieres volver? —Le preguntó William a Blair, la cual le miró a los ojos— Solo tengo dos frascos pero... Podría traerte de vuelta a la vida. No merecías morir.

– No... No hace falta. Aquí no se está mal. Además...

– No necesitas darme razones. Si quieres quedarte, aceptaré tu decisión.

– Gracias, Will. Por todo.

Ambos continuaron caminando hacia el pueblo. Era obvio que no se encontraban ahí, sino que estaban en otra dimensión que se asemejaba a la verdadera.

– ¡Will! —Exclamó Elizabeth, corriendo a su hermano— Estoy muy asustada...

– Tranquila. —Sentenció él, abriendo el segundo frasco— He venido a rescatarte.

El alma de Elizabeth se introdujo en el frasco, el cual William cerró. Trató de abrazar a Blair a modo de despedida, pero como la primera vez, ambos traspasaron al otro.

– Te acompaño. Solo yo puedo protegerte de esas Almas cabreadas.

– Tengo que despertarlos... —Musitó el Híbrido.

– Lo sé. —Sentenció la bruja, sonriendo.

William dibujó una estrella de cinco puntas y se colocó en una de ellas. Sacó el papel y recitó en voz alta.

–Phasmatos surgit, angelus sanguinem potentia. —William usó su daga para hacerse un corte en la palma de la mano, haciendo que la sangre brotara al centro de la estrella— ¡Duces ostendere, exaudi vocem meam!

En cada punta de la estrella dibujada en el suelo, apareció una figura musculada y bella. A William se le aceleró el corazón al sentir el aliento de uno de ellos caer sobre su cuello.

– El Híbrido. —Sentenció el que parecía mayor.

– Larguémonos de aquí. —Sentenció un segundo, agarrando a William del brazo.

Los otros tres hombres hicieron lo mismo y estos desaparecieron junto al Híbrido. Al aparecer de nuevo frente al altar, el demonio desposeyó a Shawn, apareciendo frente a William con su verdadera forma. El Híbrido abrió los frascos y las almas de su mejor amigo y su hermana volaron de nuevo a su cuerpo. Éstos despertaron con dolor en las zonas en las que estaban heridos. Pero volvían a estar vivos.

– ¡No! -Exclamó el demonio— ¡Yo os he liberado! —Seúl chasqueó los dedos, desintegrando a Astaroth, Aaron y Shira.

– Kadosh, espera. —Sentenció Zebulón, aunque el pequeño no hizo caso, teletransportándose.

– Déjalo... —Suspiró Ajiel— Salgamos de aquí antes de que destruya a estos tres...

Para cuando William quiso darse cuenta, en el laberinto solo se encontraban Shawn, una mágica Elizabeth y él. Y tras la gran nube de oscuridad que se levantó sobre el planeta, el sol desaparecía, "mostrando" un bello atardecer. El fin del mundo tal y como se conocía acababa de empezar. Y William era el causante de ello.

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora