Poniendo a prueba a Teddy

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Rose daba vueltas por su casa, absorta entre las páginas de un libro. Solía distraerse muy a menudo con la lectura; era una de sus grandes pasiones. Prácticamente, no había nada que pudiera hacerle levantar la cabeza de una historia hasta que terminaba de leerla. Ni siquiera cuando iba tan distraída que se chocaba contra los marcos de las puertas. Simplemente hacía una mueca, soltaba un gruñido o un juramento por lo bajo, y seguía paseando alrededor de las habitaciones, sin soltar el libro de sus manos en ningún momento. Su hermano había aprendido por las malas que quitarle por la fuerza uno de sus más preciados tesoros a Rose era lo peor que podías hacer. Y es que, realmente, las fulminantes miradas que la joven Weasley le dirigía a uno cuando la interrumpían causaban una gran impresión. Y miedo. Hugo de veras había llegado a asustarse. Sin embargo, Rose siempre se disculpaba después con él por cualquier actitud grosera que hubiera podido tener mientras estaba sumergida en alguna de sus lecturas.

Se apartó uno de sus rizados mechones pelirrojos que le caían por la frente y entró a su habitación. Se sentó en la silla de su escritorio, y dejó el libro encima de este. Encendió una lamparita que tenía al alcance de la mano para poder alumbrar las páginas y no tener que forzar tanto la vista, debido a que empezaba a oscurecer. Para Rose, a pesar de haberse criado entre una familia de magos, no le eran desconocidos los artilugios muggles. Al fin y al cabo, vivían en un vecindario donde todos los habitantes desconocían el mundo mágico. Además, su madre se había asegurado que tanto Rose como Hugo conocieran un poco la cultura muggle. A Rose no le disgustaba aprender cosas sobre ellos, pero ciertamente, prefería el mundo mágico. Aunque no podía negar que había aparatos que resultaban muy útiles. De vez en cuando, su padre miraba con desconfianza las imágenes que se reproducían en la televisión, o incluso se quedaba observando atentamente la nevera justo en el momento en el que cerraba la puerta de esta y la bombilla en su interior se apagaba. Para cualquier persona habría resultado un comportamiento de lo más inusual, pero Hermione, Rose y Hugo estaban habituados a él.

Algo empezó a golpear la ventana de forma monótona. Rose, a regañadientes, alzó la vista para ver qué estaba causando aquel ruido. Vio entonces una lechuza en el alféizar de la ventana. Se apresuró a abrirla para que pasara adentro, pues no le convenía que algún muggle curioso pudiera reparar en el animal y la carta que llevaba atada a la pata. Solían llegar muchos búhos a casa, sobre todo con sellos del Ministerio, con mensajes tanto para su madre como para su padre. Aquella, sin embargo, no parecía tratarse de ningún asunto oficial. Rose tomó el sobre entre sus manos, y se dio cuenta de que no estaba dirigida a ella, sino a su madre. Aunque resignada por tener que abandonar su lectura más de lo previsto, se fue hacia la cocina, donde su madre estaba preparando la cena, para entregarle la carta que aquella lechuza blanca había traído.

—Es para ti—simplificó su hija, tendiéndole la carta.

Hermione, con una sonrisa, cogió el sobre y se fijó en el remitente. Se sorprendió gratamente al descubrir quién era la persona que la había escrito.

— ¿De quién es?—preguntó Rose, con curiosidad.

—De Teddy—respondió ella, de buen humor—. ¿Podrías avisar a papá y a Hugo de que la cena está lista?

Rose asintió, y corrió a buscar a los hombres de la casa. Hermione aprovechó ese momento para echar un vistazo a la carta del metamorfomago.

<< ¡Hola, tía Hermione!

Quería haberte escrito el primer día de clase, pero se me olvidó completamente. ¡Y eso que tengo muy buenas noticias! Bueno, y en realidad, no tan buenas... Hay un poco de todo. No sé cómo no pude pensar en enviarte una carta antes contándote lo que pasó cuando llegamos al castillo hace dos meses. Pero, bueno, ahora tengo todavía más cosas que explicar... ¡El caso es que Tyler es el nuevo entrenador de quidditch del colegio! ¡No sabes la sorpresa que me nos llevamos Vic y yo!>>.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónOnde as histórias ganham vida. Descobre agora