Teddy en Hogwarts [1/2]

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Aquel verano, durante el mes de julio, Teddy pasó unos días en Grimmauld Place junto con sus tíos Harry y Ginny, y los jóvenes James, Albus y Lily. El metamorfomago, al igual que todos los días que llevaba en aquella casa, bajó las escaleras gritando y repitiendo sin parar:

— ¿¡Ha llegado ya!?

Harry, que en ese momento estaba leyendo el Profeta con Albus en su regazo, levantó la vista del periódico para ver a su ahijado moverse de un lado para el otro del comedor, muy ansioso.

—No seas impaciente, Teddy—le aconsejó Harry—. Llegará antes de lo que crees.

Teddy, cruzándose de brazos, se sentó al lado de James. Este último le pidió si podía cambiar de color de pelo, pero Teddy no estaba de humor. Llevaba esperando su carta desde hacía semanas, y no había forma de que llegara. Empezaba a pensar que se había perdido por el camino.

—Seguro que se la han enviado a otra persona por error—se quejaba Teddy.

—No digas tonterías—se rio Ginny, que justo acababa de entrar a la sala con la pequeña Lily en brazos—. Las lechuzas saben exactamente dónde hay que entregar cada carta.

Ginny dejó a su hija en una trona. Se disponía a ir a la cocina y preparar algo para desayunar, cuando el timbre sonó. Harry se dirigió hacia la puerta para recibir a quien acababa de llamar. Al regresar al comedor, el azabache anunció que tenían visita. Teddy sonrió ampliamente al ver a un viejo amigo de su padrino entrando por la puerta.

— ¡Hola, Neville!—le saludó, alegremente. Teddy, además de haber oído mil y una historias de las proezas que habían llevado a cabo la mayor parte de su familia, también sabía que Neville Longbottom era otro gran héroe de guerra.

— ¡Teddy!—exclamó él—. No sabía que estarías aquí. ¿Cómo estás?

—Esperando mi carta—contestó, con ojos brillantes.

— ¿Por qué será que no me sorprende?—rio Neville. Volviéndose hacia Ginny, dijo—: Espero no molestaros con esta visita sorpresa. Pasaba por aquí, y había pensado en pasarme a ver cómo estaba mi ahijado—añadió, señalando a Albus con la cabeza.

— ¡En absoluto!—se apresuró a decir la pelirroja—. Íbamos a empezar a desayunar. Siéntate. Como si estuvieras en tu casa.

Neville le dio las gracias, y tomó asiento junto a Harry. Cuando Ginny regresó con una bandeja repleta de tostadas y galletas y unos cuantos vasos con zumo de calabaza, le preguntó a su gran amigo:

— ¿Y cómo está Hannah?

—Muy bien, la verdad—respondió—. Ahora que se acerca el inicio de curso, un montón de niños entran al Caldero Chorreante para llegar así al Callejón Diagon. Y le emociona ser quien les da la explicación a los hijos de muggles de cómo atravesar la pared.

— ¿Y tú qué?—agregó Harry—. ¿Nervioso?

Neville se encogió de hombros, con una pequeña sonrisa en el rostro.

—Es un poco como si volviera a tener once años—contestó.

— ¿Por qué está nervioso Neville?—preguntó Teddy, con curiosidad.

—Oh, es cierto, no te lo habíamos dicho todavía, ¿verdad?—Ginny se llevó una mano a la frente, pensando en cómo podía haber olvidado comentarle aquel detalle—. Este año, Neville será quien llamará a los alumnos para ser seleccionados por el Sombrero.

Teddy abrió los ojos de par en par, mirando alternativamente a los tres adultos que había en el comedor. Sus ojos terminaron posándose en Neville, y le preguntó, totalmente asombroso:

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