Únicos [Rolf y Luna]

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—Vale, ya puedes abrir los ojos.

Rolf llevaba toda la semana diciéndole a Luna que le tenía preparada una sorpresa, y aquella noche, le confirmó que ya lo tenía todo preparado. Ella habría mentido si hubiera dicho que no se sentía emocionada. Apartó las manos de su rostro en cuanto Rolf se lo indicó, y contempló a su alrededor. La había llevado hasta una bahía, la cual no habría tenido nada en especial si no fuera porque un majestuoso hipogrifo galopaba a tan solo unos metros de ellos. Rolf le hizo señas al animal para que se detuviera y se acercara. Sin que Rolf le dijera nada, Luna hizo una reverencia en cuanto el hipogrifo estuvo frente a ella.

—Veo que sabes cómo tratar con estas criaturas—observó Rolf, impresionado.

—Hagrid nos mostró cómo portarnos delante de un hipogrifo cuando estaba en mi tercer curso—explicó ella, sin apartar la mirada del animal.

—Ah, sí... Yo por aquel entonces estaba en séptimo—dijo él, pensativo—. Este se llama Witherwings; pero solo responde ante el nombre de Buckbeak, igual que el que tuvieron que sacrificar por culpa del niño Malfoy. Curioso, ¿verdad?

Entonces, Rolf le dirigió una mirada a Luna fácil de descifrar. Ella enseguida se dio cuenta de que lo que Rolf pretendía decirle era que, aquel mismo hipogrifo que estaba delante de sus narices, era el que una vez estuvo sentenciado a muerte. Luna sonrió. Acercó una mano al pico del animal y le acarició. Este no mostró señales de sentirse amenazado u ofendido. Es más, permaneció lo más tranquilo y manso posible.

—Es precioso—murmuró Luna—. ¿Cómo lo has conseguido?

—Tengo mis contactos. Hagrid y yo siempre nos llevamos bien, incluso después de que yo me fuera de Hogwarts. Le pedí si podía conseguirnos un transporte aéreo, y...

— ¿Transporte?—repitió Luna, sin acabar de comprenderlo.

—No creerías que esta era la única sorpresa, ¿no?—. Rolf se acercó al hipogrifo, y después de que este le examinara de arriba abajo una vez más, dejó que se subiera a su lomo. Le tendió la mano a Luna, y le ayudó a hacer lo propio. Cuando ella también se hubo montado, Rolf le indicó al hipogrifo que ya podía elevarse—. ¡Sujétate fuerte!

Luna, haciéndole caso, se agarró a la cintura de Rolf, y Buckbeak aumentó su velocidad. Rolf le fue indicando al hipogrifo hacia dónde debía ir, y Luna pensó para sus adentros que se le veía muy seguro de sí mismo. Estaba convencida que no era la primera vez de que hacía un viaje como aquel.

Por debajo de sus pies se veía el agua del mar. Rolf aprovechó para hacer que Buckbeak descendiera, y sus patas rozaron la superficie marina, salpicando así ligeramente a ambos. Luna comenzó a reírse de aquel modo tan peculiar y estridente. Rolf no recordaba haberla visto tan feliz nunca antes, así que se sintió muy contento consigo mismo. Él también soltó unas cuantas carcajadas.

Así pues, después de un largo vuelo (el cual Rolf alargó expresamente para poder pasar más tiempo disfrutando de aquello), aterrizaron en una pequeña isla en medio de la nada. Buckbeak sacudió la cabeza, y dejó que sus dos pasajeros desmontaran.

—No sé si habrá sido tan emocionante como montar en thestral—comentó Rolf, dando un salto para llegar al suelo—, pero en mi opinión, no ha estado nada mal.

Guio a Luna por aquel paraje rodeado de árboles hasta llegar a un pequeño valle que contenía un inmenso estanque. En la orilla de este, Rolf había preparado todo lo necesario para un pícnic, desde el mantel hasta la cesta.

—No te preocupes, he encantado la cesta para que no se acercara ningún animal. Soy previsor—dijo él, con una sonrisa en el rostro.

Y ambos se sentaron a comer de aquel manjar que Rolf había preparado; y mantuvieron una de sus habituales, largas y singulares conversaciones, que los dos adoraban tanto.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα