Últimos deseos [3/3]

3.7K 333 136
                                    

<<Luchar en la Batalla de Hogwarts no fue ningún error>>. Eso era lo que se repetía constantemente George cada vez que se sentía afligido. <<Conseguimos un mundo mejor para todos. Vencimos a Voldemort. Hicimos lo correcto>>.

Claro que habían hecho lo correcto. Habían cumplido con su deber como miembros de la Orden del Fénix. Lo dieron todo contra los mortífagos. Y ahora, gracias al sacrificio de muchos, todos los magos y brujas podían disfrutar de una vida totalmente normal.

<<Ganamos. Pero pagamos un precio demasiado alto>>.

La vida sin Fred, en resumidas cuentas, era un asco. Eso era lo que era. Una porquería, algo sin sentido.

Era lo peor del mundo.

George solía creer que regresaría en cualquier momento. Pero aquella diminuta llama de esperanza se apagaba cuando veía su cama vacía; o cuando nadie le acababa las frases; o cuando se daba cuenta de que nadie podía confundirle porque no había nadie idéntico a su lado. Ahora era solo George. Nunca más su nombre sería precedido por un "Fred y".

Ese pensamiento le consumía por dentro.

Lo pensó muchas veces. Pensó en reunirse con Fred muchísimas veces. Más de las que habría deseado admitir. Había estado al borde de cometer esa locura en demasiadas ocasiones.

Angelina lo salvó. Angelina lo rescató del profundo pozo en el que había caído, y del que no esperaba salir. Por muy idiota que él hubiera sido, ella nunca se dio por vencida. Trataba de estar con George a cada momento del día, animándole a seguir adelante. Y George nunca le había devuelto el favor.

<<Menudo imbécil>>.

Ahora, Angelina estaba desaparecida. Y George tenía miedo. Tenía mucho miedo. Porque si él se había planteado la idea de abandonar el mundo de los vivos, ¿por qué no iba hacerlo ella? Al fin y al cabo, ella quería a Fred más que a nadie en el mundo.

Lo último que sabía de Angelina era que su madre le había entregado una carta de Fred; y que, al acabar de leerla, había huido lejos de la Madriguera. Y George pudo comprender el porqué; pues él también había recibido una carta escrita por su gemelo.

La señora Weasley se la había dado justo después de que él viera a Angelina salir por la puerta de la casa. Le dijo que la llevaba guardando desde hacía un par de días, pero que había llegado el momento de entregársela.

George, con unos ojos como platos, abrió el sobre con rapidez. No dudó en ningún momento; necesitaba "oír" la voz de su hermano una vez más.

Solo una última vez.

George ya se esperaba encontrarse con un pergamino en blanco. Se esperaba que Fred lo hubiera encantado, y se esperaba que él tuviera que pronunciar unas palabras específicas para que el mensaje apareciera.

Si no hubiera sido así, se habría llevado una gran decepción.

Y lo que no le sorprendió en absoluto fue la contraseña que había elegido Fred. Ni siquiera tuvo que pensarlo. Dijo lo primero que se le venía a la cabeza cada vez que veía un papel sin nada escrito en él.

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

"Qué habríamos hecho sin los Merodeadores, ¿verdad?"

Empezó a leer; y en su cabeza sonaba como si fuera voz de Fred.

<<Querido y desorejado Georgie:

Estoy convencido; no, estoy seguro, de que tú no necesitas recibir esta carta, ni mucho menos leerla; pues en ella no encontrarás nada que no sepas, aunque yo nunca te lo haya contado. Pero yo sí necesitaba escribirla, leerla, y escucharme a mí mismo decir todo lo que tenía que decir. Nadie que no fueras tú podría entender esta carta. Podrían leerla; pero nunca llegarían a comprenderla. Porque no hay nadie en el mundo que se entienda mejor que nosotros dos. ¿Sabes cuál es la diferencia entre el resto de personas y tú, Georgie? Que tú, al leer esta carta, oirás mi voz. Los otros solo podrán imaginársela; pero tú me oirás en tu interior. Y eso me reconforta.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now