Dominique

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Victoire sabía que algo iba mal. Que algo había cambiado. Incluso a sus dos años de vida, pudo percibir que sus padres se comportaban de manera un tanto extraña desde hacía varias semanas. Y el primer indicio de ello fue la segunda cama que colocó su padre en su cuarto. ¿Para qué necesitaba ella un segundo lugar dónde dormir?

—No es para ti, Vic. Es para tu hermanita—le dijo su padre un día que no dejaba de contemplar esa cuna que no hacía más que estorbar.

Y esa era otra. Llevaba varios meses oyendo la palabra "hermanita". << ¡Es genial que Victoire vaya a tener una hermanita!>>, decía tía Ginny. <<Imagino que de su hermanita también seré el padrino, ¿no?>>, no paraba de repetir tío Charlie. <<Una hermanita para Vic, ¡eso significa el doble de sobrinos con los que gastar bromas!>>, exclamaba tío George, entusiasmado. Pero Victoire seguía sin comprender qué era eso exactamente, o cuándo se la iban a dar.

Las cosas empezaron a preocupar todavía más a Victoire cuando el 24 de agosto de 2001, su padre empezó a moverse de arriba para abajo sin parar por toda la casa, mientras que su madre no dejaba de gritar en un idioma que tenía muy poco controlado. Unos minutos más tarde, sus padres la dejaron al cuidado de su abuela Molly, y se fueron corriendo de la Madriguera. Vic no pudo evitar empezar a sollozar. Quiso ir con ellos, fueran a donde fuesen. Necesitaba entender lo que pasaba.

Al estar en brazos de su abuela, Victoire se esforzó por no llorar. Muchas veces, había oído a los miembros de su familia decir que "ya era muy mayor". Y los mayores no lloraban. Aunque recordaba con cierta dificultad haber visto a tío George soltar unas lágrimas el día en el que ella había cumplido los dos años... Pero seguramente no era algo de mucha importancia.

Molly la llevó hasta el salón. Allí estaban sus tías Ginny y Hermione, y sus tíos Ron y Harry; estos dos últimos echando una partida al ajedrez mágico. Vic nunca había entendido muy bien de qué se trataba ese juego, pero le gustaba ver cómo las figuras se movían solas por el tablero de cuadros. Harry tenía al pequeño Teddy en su regazo. Bueno, en realidad ya no era tan pequeño. Ya tenía tres años y cuatro meses, correteaba todos los días sin parar y sabía hablar desde hacía varios meses. Aunque tan solo se limitaba a repetir palabras que escuchaba como si de un loro se tratara, a Vic le parecía todo un logro, pues ella aún no había podido pronunciar ni siquiera un simple "mamá". En el fondo, era frustrante.

Teddy se fijó en que acababa de llegar a la sala su gran amiga, y su pelo cambió a rubio, como el de ella. Victoire se echó unas risas. Le encantaba cuando Teddy cambiaba de color de pelo. Lo encontraba algo fascinante. Era algo que siempre conseguía sonsacarle una sonrisa.

—Mamá, ¿qué está haciendo Vic aquí?—preguntó extrañado Ron, al ver a su sobrina en la Madriguera. Volvió la vista hacia la entrada de la casa, como si creyera que habría alguien más allí—. ¿Han venido Bill y Fleur?

—Acaban de irse hacia San Mungo—explicó la señora Weasley, y no pudo evitar mostrar cierta emoción al decir aquello.

Ron abrió los ojos de par en par.

— ¿Ya viene la niña?—preguntó Hermione, leyéndole el pensamiento a su marido.

Antes de que la señora Weasley acabara de asentir con la cabeza, Ginny ya se había puesto en pie.

— ¿Por qué no nos han avisado?—exclamó la pelirroja—. ¡Quiero estar allí cuando nazca mi sobrina!

—Es cierto... Cuando nació Vic vosotras dos estabais en Hogwarts...—pensó Ron en voz alta—. No os perdisteis nada. Solo a Bill tirándose de los pelos.

Victoire le hizo una señal a su abuela para que la dejara en el suelo. Teddy se levantó él solito y se acercó a ella. Dejaron de escuchar la conversación que mantenían los adultos y se fueron hacia el piso de arriba. Teddy le echó una mano a la hora de subir los escalones, pues a Vic todavía le costaba dar pasos tan largos.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now