Teddy en Hogwarts [2/2]

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— ¡Kings Cross! ¡Al fin!

Teddy llevaba esperando desde hacía más de un mes aquel momento. Andrómeda, Harry y Charlie eran quienes le habían acompañado a su primera visita a la estación. Teddy iba empujando un carro, en el que había un baúl con sus iniciales grabadas y la jaula con su lechuza, a la que había acabado llamando Neus. Al chico no le pasaron desapercibidas las miradas que le lanzaron los muggles curiosos, pero él intentó no prestarles atención. No iba a dejar que nada estropeara aquel momento.

—Oye, Teddy, ¿por qué no llevas tu pelo azul?—quiso saber Harry, lleno de curiosidad.

—Oh... Bueno, es que... Charlie ha ideado un plan. Ha dicho que es mejor que me vean primero siendo castaño, y después, cuando conozca a alguien en el tren, enseñarle lo que puedo hacer con mi metamorfomagia—explicó, señalando al Weasley, que no andaba muy lejos de ellos—. Me... Me dijo que él conoció así a mamá...

Harry hizo una sonrisa algo forzada, y le propuso a Teddy que seguir avanzando. El chico no podía dejar de prestar atención a los carteles que indicaban el número del andén en el que se encontraban. Al visualizar el número nueve, Teddy cogió aire, y agarró su carro con fuerza. Bajó la mirada hacia Neus. Esta ululó, y Teddy, inconscientemente, sonrió. Ya estaba un paso más cerca de ser un verdadero mago.

Harry le colocó una mano encima del hombro, intentando tranquilizarlo.

— ¿Cruzamos?—le preguntó, señalando a la pared. Teddy asintió rápidamente. Su padrino y él cogieron carrerilla, y corrieron hasta el muro que separaba el andén nueve del diez. A Teddy de verdad le pareció que iba a estrellarse contra el muro, así que cerró los ojos por miedo al impacto. Sin embargo, no ocurrió tal cosa. Abrió solamente un ojo para comprobar lo que había a su alrededor. Enseguida, levantó también el otro párpado, y ensanchó una amplia sonrisa al ver el Hogwarts Express delante de sus narices. Aquel era el tren del que tanto había oído hablar. Y por fin podría ser uno de sus pasajeros.

—Vaya, la verdad es que nunca me imaginé que volvería a pisar este sitio...—pensó Charlie en voz alta, apareciendo detrás de ellos junto con Andrómeda—. Me alegra ver que sigues sin tener el pelo de colores, Teddy. Bien, despídete de Harry y Andrómeda ya, y comencemos con el plan de buscarte amigos.

— ¿A-ahora?—balbuceó Teddy, nervioso.

—Claro. Así ya te aseguras de tener a alguien con quien viajar—le dijo el pelirrojo.

Teddy tragó saliva. Nunca había tenido otros amigos que no fueran los hijos de los Weasley o los Potter; así que la idea de conocer a gente nueva le aterraba, y a la vez, le emocionaba. Abrazó con fuerza a su abuela y a su padrino, y ambos le desearon buena suerte, y le recordaron que les escribiera cartas a menudo.

—Pero, Charlie...—dijo de pronto Teddy—. ¿Y-y si resulta que la gente a la que conozca no acaba en la misma casa que yo...?

— ¿Acaso lo estábamos tu madre, el resto de nuestra pandilla y yo?—le recordó—. Además, mientras no acaben en Slytherin, serán buena gente.

Andrómeda carraspeó de forma algo forzada. Charlie se volvió hacia ella, y rio, con nerviosismo. Se disculpó rápidamente por su comentario, y se puso a buscar con la mirada a alguien que pareciera de la misma edad de Teddy.

—Mira, ese chico parece majo—Charlie señaló a un muchacho rubio y bastante bajito. Empujó a Teddy hasta donde estaba aquel niño, y este último, al verle, le saludó con un gesto de la mano, sin nada de timidez. Antes de que ninguno de los dos pudiera pronunciar un simple <<hola>>, Charlie se apresuró a intervenir—: Eh, chico. ¿A qué casa han pertenecido los de tu familia?

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now