Nuestro hogar en Grimmauld Place [Hanny]

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A petición de muchos, aquí tenéis un pequeño Hanny  ;)

~ 💫 ~

Ginny no siempre estuvo de acuerdo con el hecho de irse a vivir al número 12 de Grimmauld Place junto con Harry. Aunque su esposo hubiera hecho varias reformas y ahora resultara un lugar algo más acogedor, algunas cosas como el tapiz del árbol genealógico de los Black y el retrato de la madre de Sirius permanecían allí (eso sí, este último siempre estaba cubierto con una sábana). Y eso no hacía más que traer recuerdos a la mente de Ginny. Recuerdos, que hubiera preferido poder borrar; como la vez en que su padre fue atacado por la serpiente de Voldemort. Aunque no todos eran malos. Recordaba a Tonks usando su metamorfomagia, y a Fred y a George apareciéndose de un lado a otro de la casa. Y eso, en parte le sonsacaba una sonrisa; pero, por otro lado, le resultaba doloroso pensar en ello.

Habría dado lo que fuera por poder volver a aquel verano, entre su tercer y cuarto curso, y ver de nuevo a Tonks cambiando de narices constantemente y a su hermano mayor probando artículos de broma para su tienda.

Si no llegara a ser por Kreacher, la casa sería de lo más solitaria en los días en los que Harry estaba en el Departamento de Aurores y ella no tenía que asistir a ningún entrenamiento con su equipo. Al principio, Ginny no creyó que aquel elfo doméstico pudiera tener un lado bueno, pero consiguió demostrarle lo contrario el mismo día en el que se trasladó a Grimmauld Place.

—Bienvenida, señora Potter—le había dicho Kreacher, haciendo una reverencia. Le resultó extraño, pero a la vez, agradable, que el elfo no la llamara traidora de la sangre. Y no pudo evitar pensar que el hecho de llamarse "señora Potter" sonaba genial—. Kreacher está a su disposición.

Así pues, Kreacher resultó ser una gran compañía los días en los que Harry salía de misión con los demás Aurores; o simplemente cuando Arnold se había cansado de hacer piruetas y ya no podía entretenerla.

Cierto día de Octubre de 2002, Kreacher le anunció:

—Señora Potter, Darwin ha traído el correo.

Darwin era el búho que Harry adoptó después de la guerra. Al principio, el chico se negó a sustituir a Hedwig de cualquier de las maneras; y seguiría siendo así de no ser porque Ginny le convenció. Nada más llegar al Emporio de la lechuza, posaron sus miradas en una majestuosa lechuza color café, con las puntas de las plumas negras. Ambos acordaron en que aquella debía ser la que se llevaran a casa. Así fue cómo Darwin se unió a su pequeña familia. Lo curioso era que se avino a las mil maravillas con Arnold desde el primer momento.

—Gracias, Kreacher—le sonrió Ginny, tomando un par de sobres que le entregaba.

No era de extrañar que los dos miembros del matrimonio Potter recibieran alguna que otra carta de admiradores, ya fuera por el trabajo de Cazadora de Ginny o el de Auror de Harry. Después de ojear un par de ellas, la pelirroja se topó con una, envuelta de tal manera, que recordaba bastante a una carta de Hogwarts. Cuando se detuvo a examinarla, vio que se trataba de una invitación a una boda. La boda de Neville y Hannah, para ser exactos.

Ginny no pudo evitar esbozar una sonrisa de oreja a oreja. ¡Por fin Neville se había decidido! El chico le había contado a Ginny meses atrás que tenía pensado pedirle a Hannah que se casara con él, pero que estaba muerto de miedo. <<No seas gallina, Neville. ¡Tú pídeselo! Estoy segura de que todo saldrá bien>>. Y, en efecto así había sido.

Harry llegó un par de horas más tarde, y Ginny no tardó en anunciarle la buena noticia. Sin embargo, Harry no se veía del todo animado.

— ¿Qué te ocurre, Harry?—preguntó ella. Al no haber respuesta por su parte, Ginny insistió—. En serio, Harry. ¿Qué te pasa?

Harry se volvió hacia su elfo doméstico.

—Kreacher, ¿podrías dejarnos solos?

Y Kreacher se retiró después de hacer una reverencia. Harry bajó la cabeza, y se llevó las manos a los bolsillos. Carraspeó, y empezó a decir:

—Ron me ha contado que os oyó a ti y a Hermione hablar sobre que querías irte de aquí—murmuró, alicaído. En el rostro de Ginny empezó a apreciarse una expresión de tremenda culpabilidad—. ¿Es eso cierto? ¿Quieres irte de Grimmauld Place?

—No, Harry, no es verdad—se apresuró a contestar—. No pretendía que me malinterpretaras. Simplemente le dije a Hermione que este no era el lugar donde esperaba pasar mi vida contigo.

—Es decir, que quieres irte.

— ¡Harry, no seas idiota! ¡Claro que no quiero irme!—gritó. Trató de calmarse, y continuó—. Grimmauld Place hace que viejos pensamientos me vengan a la mente. Y no todos son precisamente agradables—. Se acercó a él y le tomó de la mano—. Pero sé que es importante para ti, Harry. Esta fue la casa de Sirius, y comprendo que quieras pasar tiempo en el lugar donde vivió tu padrino. ¿Por qué crees que intento pasar todo el tiempo que puedo en Sortilegios Weasley?—dijo, y notó como se le formaba un nudo en la garganta.

Harry la miró a los ojos, y pasó una mano por su mejilla.

—Entonces, ¿esto no te parece un lugar solitario y siniestro?

—Lo único siniestro es ese maldito retrato. Pero puedo vivir con ello—sonrió Ginny—. Y, respecto a lo de solitario... Bueno, algo sí lo es. Es un sitio muy grande para que vivan solo dos personas, un elfo doméstico, un búho y un micropuff.

Harry arqueó las cejas, sorprendido.

— ¿Estás sugiriendo que...?

— ¿Por qué no?—le interrumpió ella, con aire soñador. Pasó sus brazos alrededor del cuello de Harry—. Creo que encajaríamos bien en el papel de padres.

Él no parecía muy convencido de aquello. Es decir, ¿cómo iba a ser él un buen padre? ¿Cómo iba a estar a la altura de los suyos, los cuales fueron capaces de sacrificarse por él? No se sentía preparado en absoluto.

—Sé lo que estás pensando—musitó Ginny, sacándole de sus pensamientos—. Y cualquier hijo nuestro estaría orgulloso de tenerte a ti como su padre. Porque estoy convencida de que querrías a ese niño con locura, y procurarías estar siempre allí para él. ¿Vas a decirme que me equivoco?

Harry rodeó a Ginny por la cintura, y la atrajo hacia él.

—A ti no puedo ocultarte nada, ¿verdad?

—Sabes que no—murmuró contra sus labios, antes de besarlo.

A partir de ese momento, Ginny comenzó a apreciar todavía más Grimmauld Place. Porque no le importaba el lugar donde tuviera que pasar el resto de su vida si era con Harry a su lado.

Y también porque, aquella casa, pronto dejaría de ser tan solitaria.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now