La boda que todos esperaban

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—Oh, dios mío Ginny, ¡estás preciosa!—exclamó Hermione.

—Creo que podrías complementarlo con una corona de pétalos de Grevillea—dijo Luna—. ¿Lo has pensado en algún momento?

Ginny acababa de probarse el vestido para su boda con Harry. Fleur la había llevado de compras a un par de tiendas muggles hacía ya unas semanas, y aunque al principio no le hizo mucha gracia, tuvo que admitir que su cuñada tenía buen gusto para los vestidos. Estaba entusiasmada con el hecho de poder llevarlo al día siguiente, y que Harry pudiera verla con él puesto al fin.

—Gracias chicas—murmuró ella, mirando a alternativamente a sus damas de honor—. Y, bueno, Luna... Lo cierto es que mi madre me ha propuesto llevar la tiara que llevó mi tía Muriel, así que...

—Como prefieras—sentenció Luna—. Tú eres la novia, tú decides.

Ginny sonrió enormemente. Seguía sin creerse que su boda tendría lugar en menos de veinticuatro horas.

—Hermione, todavía no te he visto con tu vestido—apuntó Ginny.

—Es igual que el de Luna. No tiene nada de especial—trató de excusarse ella.

—Todavía podríamos añadirle algunos girasoles a los vestidos—intervino Luna—. Traen buena suerte.

—Creo que ya están bien como están ahora—dijo Hermione, con una risa nerviosa.

— ¡Pues yo quiero ver cómo te queda!—exclamó Ginny.

—Bueno...

— ¡Venga! ¡Es por la novia!—suplicó ella.

Hermione soltó un disimulado suspiro.

—Bien. Ahora os lo enseño. Esperad un momento—pidió, antes de salir de la habitación.

Al llegar a su cuarto, cogió del armario su vestido morado, que había comprado a conjunto con el de Luna. Una vez se lo hubo puesto, se miró al espejo de arriba abajo. Dio una vuelta sobre sí misma, y los volantes del vestido se elevaron a escasos centímetros del suelo. Cuando volvió a fijarse en su reflejo, se llevó un buen susto al ver a una silueta parada detrás de ella. En seguida lo reconoció, y sonrió. Se giró hacia el muchacho, y este empezó a disculparse.

— ¡Lo siento! ¡Tendría que haber llamado!

—No te preocupes, Ron.

— ¡No! ¡No lo entiendes! ¡Da mala suerte ver a la dama de honor con el vestido antes de la boda!

Hermione dejó escapar una risotada.

—Ron, eso solo se aplica a la novia—le explicó.

—O-oh...—suspiró de alivio—. Menos mal. No quería cargarme sin querer el gran día de Harry y Ginny incluso antes de que empiece...

Hermione volvió a reírse.

— ¿Cómo lo está llevando Harry?—preguntó ella.

Ron se encogió de hombros, sin saber qué responder.

—Al menos, al contrario que Bill y Fleur, Harry y Ginny no tienen que preocuparse por el hecho de que mi familia le odie...

Hermione le dio la razón. Sí que era verdad que, aunque ahora los Weasley se llevaran mejor con Fleur, esta no había encajado demasiado bien al principio. Sin embargo, las cosas habían sido diferentes desde que la pequeña Victoire había llegado al mundo; pues al señor y la señora Weasley les encantaba el hecho de ser abuelos.

—Menos mal que no es mi boda—continuó diciendo Ron—. No me gustaría estar tan agobiado como Harry...

Hermione arqueó una ceja.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now