La magia de una muggle [Percy y Audrey]

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Rookwood seguía suelto.

Ese era el pensamiento con el que se despertó Percy aquella mañana. No era precisamente la mejor manera de empezar el día que se suponía que debía ser el mejor de tu vida.

Percy volvió la cabeza. A su lado, Audrey dormía plácidamente. Se fijó en el despertador muggle que había encima de la mesita de noche. Casi las nueve de la mañana. Hizo un cálculo rápido; estaba seguro de que la persona a la que necesitaba ver ya estaría despierta.

Se incorporó, y haciendo el menor ruido posible para no despertar a Audrey, se vistió, se colocó sus gafas, y salió de la habitación. Segundos después, se apareció en la entrada de Sortilegios Weasley. Llamó a la puerta, y su hermano pequeño le abrió, todavía con el pijama puesto.

— ¡Vaya! ¡Aquí está el hombre del día!—exclamó él, sin poder evitar dar un largo bostezo—. ¿Qué te trae por mi humilde tienda a estas horas el día de tu boda?

Sin decir nada, Percy entró al establecimiento.

—Adelante, como si estuvieras en mi casa—bromeó George. Aprovechó para colocar una caja de pastillas vomitivas en una de las estanterías.

Percy desvió la mirada al suelo.

—No puedo casarme.

—Eso mismo dijeron Bill y Ron en su momento—se rio George—. Tranquilo, se te pasará esa sensación en cuanto estés en el altar.

Percy negó con la cabeza.

—No lo entiendes George. La única razón por la que conocí a Audrey fue por...—sintió un nudo en la garganta—. Por el hecho de que Fred muriera.

Su hermano pequeño tragó saliva. Todavía le resultaba difícil oír que su gemelo no estaba.

— ¿Y qué?—dijo él, con indiferencia—. ¿Cuál es el problema?

— ¡Pues que estoy siendo la persona más egoísta del mundo entero y el peor hermano que alguien pueda tener!—estalló—. ¡N-no es justo para Fred! ¡No es justo que, después de todo lo que os hice pasar, encontrara a esa chica gracias a su muerte!

George avanzó hacia Percy lentamente, con el ceño fruncido y cerrando los puños con fuerza.

—Fred te perdonó—pronunció, muy seriamente—. Al igual que todos. Y que cometieras errores en el pasado no quiere decir que ahora estés condenado de por vida a no ser feliz—. George relajó la expresión de su rostro, y soltó un suspiro—. Oye, sé cómo te sientes. Créeme.

— ¿Acaso encontraste a tu media naranja a causa de lo que le pasó a Fred?

<<Sí>>, quiso responder George. Pero todavía, incluso un año después de empezar a salir, nadie sabía acerca de su relación con Angelina. No descartaba la posibilidad de que alguien lo hubiera descubierto. Aunque, por el momento, ambos habían acordado mantenerlo en secreto; les iba bien, y George esperara que siguiera de aquel modo.

Se limitó a encogerse de hombros.

—Y que su asesino siga suelto...—continuó diciendo Percy—. Tengo la impresión de que eso es una señal. Todavía no se le ha hecho justicia a Fred. Y por eso...

— ¿Y por eso no deberías casarte?—George se quedó alucinado al comprobar que aquellas eran las palabras que pretendía decir su hermano—. No, ni en broma. Que ese mortífago escapara no es ninguna señal. El universo no te está indicando que debes dejar escapar a Audrey, Perce.

—Pero...

—Mira: como plantes a esa chica, te juro que usaré todos mis productos de broma contra ti hasta que te decidas a recuperarla. Y, mira a tu alrededor—George señaló con la mano al interior de la tienda—. No son pocos los artículos que hay por aquí.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now