El mayor miedo [Romione]

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Ron no llevaba más de tres años siendo Auror. Y aunque todavía le quedaban muchas otras misiones por hacer a lo largo de su carrera, estaba convencido que la que iban a llevar a cabo él y su equipo aquel enero de 2002, sería la más importante de todas.

Ron había pasado los últimos años tratando de localizar a Augustus Rookwood, y gracias a la ayuda del resto de su Departamento, por fin lo había hecho posible. Habían encontrado al asesino de su hermano; y en aquel momento, estaban en frente de su refugio (una casa abandonada a las afueras de Saint Andrews, en Escocia), esperando órdenes para entrar.

— ¿Todo el mundo listo?—preguntó el que era el jefe del Departamento de Aurores por aquel entonces; Kyle Bushwell. El resto del equipo alzó sus varitas—. Recordad que Rookwood sigue siendo leal a la marca tenebrosa. No dudará en lanzaros una maldición asesina; así que tampoco dudéis vosotros.

—A Rookwood le van más las explosiones—masculló Ron, entre dientes. Bushwell le lanzó una mirada de desprecio.

—Sé que tienes cuentas pendientes con ese mortífago, Weasley. Pero intenta procurar que llegue con vida a Azkaban.

Ron mantuvo la boca cerrada. Agarró su varita con fuerza, y miró de reojo a su izquierda. Harry se veía incluso más preparado que él para atrapar a Rookwood. Y es que, aunque nunca se lo hubiera dicho, Ron sabía que Harry se sentía culpable por la muerte de Fred, al igual que él; o que Percy. Y, hablando de Percy: su boda iba a ser al día siguiente. Ron no podía pensar en un regalo de bodas mejor que capturar a aquel ser que se llevó a Fred.

Tanto Ron como Harry estaban situados al final de la formación; pues al frente se encontraban los Aurores más veteranos (al parecer, salvar al mundo mágico no era suficiente para probarle a Bushwell que no eran ningunos novatos luchando contra magos tenebrosos). Otro Auror con varios años de experiencia, Ferguson Hokes, conjuró con sus manos una especie de esfera luminosa. El brillo que desprendía recordaba al de un patronus, aunque, a diferencia de este, no servía para nada más que proporcionar luz sin tener que conjurar el hechizo Lumos. Ron seguía intentando aprender a conjurar aquella esfera, aunque la magia sin varita resultaba muy difícil de controlar. Por suerte para él, Hermione podía echarle una mano siempre que lo necesitara.

Bushwell advirtió una vez más a su equipo de que tuvieran cuidado; y de que trataran de ser lo más silenciosos posibles. Quizás Rookwood todavía no había advertido su llegada, y sería mejor que continuara de aquel modo hasta que lo tuvieran acorralado. El jefe del Departamento apuntó con su varita al pomo de la puerta y murmuró:

—Alohomora.

Harry y Ron no pudieron evitar sorprenderse cuando la puerta se abrió sin problemas. No se habían encontrado con ningún hechizo protector en los alrededores; y que se les hubiera proporcionado una entrada tan sencilla a la casa resultaba un tanto extraño. Demasiado, en opinión de Ron.

No importaba lo que dijera Bushwell. Estaba seguro de que Rookwood les estaba esperando. Y Ron estaba dispuesto a hacer lo necesario para enfrentarse a él y hacerle pagar por el daño que le causó a su familia.

Se dirigieron al interior con suma cautela. La esfera que había conjurado Hokes sobrevoló por encima de sus cabezas, dejando ver una pequeña parte del panorama. El vestíbulo estaba patas arriba, y probablemente el resto de la casa estaría igual.

Tal y como habían acordado, un grupo de ocho personas se quedaría en el piso de abajo, mientras que el resto subiría a la segunda planta. Este último grupo era en el que se encontraba Ron, y en el fondo, agradeció que, aparte de Harry, junto a él estuvieran otras caras conocidas, como Neville o Katie.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now