Lo que probablemente cambió todo [Neville y Hannah]

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Neville solía ir de vez en cuando a visitar a su abuelo al cementerio de Highgate junto con su abuela. Aunque, un día, decidió ir por su cuenta. No supo bien por qué decidió aquello; simplemente lo hizo. Se aseguró de llevar flores nuevas; y mientras contemplaba su nombre escrito en la lápida, Neville se acordó de aquella vez en que había puesto colmillos de jerbo en el bolso de su abuela.

—Sigue llevando ratoneras en el bolso por tu culpa—pensó en voz alta, con una media sonrisa.

Se despidió de su abuelo, y se dispuso a salir del cementerio. Mientras se dirigía a la puerta principal, divisó un rostro familiar arrodillado frente a una tumba. Se acercó para comprobar si estaba en lo cierto. No hizo falta más que leer la inscripción.

Meredith Abbot

1960 – 1996

Por siempre en nuestros corazones

—Hola, Hannah—dijo él en voz baja. Esta no se sorprendió al oír su voz; pues ya sabía que alguien llevaba un rato detrás de ella. Se limitó a secarse las lágrimas y a hacer un leve sollozo.

—Hola, Neville—murmuró ella cuando identificó de quién se trataba; de forma casi inaudible.

No se podría decir que se conocieran del todo bien; pero ambos tenían una pasión común que descubrieron en Hogwarts: La Herbología. Neville se arrodilló junto a ella, y se fijó en el ramo que había colocado.

—Zinnias...—observó él.

Hannah asintió una sola vez.

—Las rojas simbolizan constancia, y las blancas, el recuerdo de alguien que nos abandonó—hizo una sonrisa algo forzada—. No sé por qué te cuento esto. Seguro que ya lo sabías.

Neville no contestó. Volvió a examinar las flores con la mirada una vez más.

—Es una buena manera de expresar que ella siempre permanecerá en tu memoria—comentó el chico.

Ella se volvió hacia Neville, con los ojos cristalizados; aunque trató de dirigirle su más sincera sonrisa.

—Lo siento mucho—susurró el chico.

Hannah se encogió de hombros, a la vez que dejaba escapar otro sollozo.

—Gracias, Neville.

— ¿Por qué me das las gracias?—preguntó, sin comprender.

—No lo sé. Por todo. Por haberte parado a hablar conmigo. Por haber derrotado a la serpiente de Quién-tú-sabes en la batalla...

Neville arqueó las cejas.

— ¿Sigues llamándolo de ese modo?

— ¿A qué te refieres?—inquirió Hannah.

—Le has llamado Quién-tú-sabes—dijo él—. Ya no hay motivo para temer a su nombre.

Hannah no supo qué contestar. Era cierto; ya no había razones para no pronunciar aquel horrible nombre. Pero el pensamiento de que por culpa de los mortífagos su madre ya no estaba; hacía que Hannah se estremeciera. Le hacía creer que podrían regresar en cualquier momento.

—Tú puedes decir eso fácilmente, Neville. Gracias a ti, él está muerto. Eres un héroe.

Neville trató de no enrojecerse por sus palabras.

—Tú también lo eres, Hannah. Cualquier persona que luchara aquel día a nuestro lado es un héroe—la miró de reojo, y añadió—. O heroína. Nuestro propósito era conseguir que fuéramos libres; y lo conseguimos. Eso es lo que nos convierte a todos en héroes.

Hannah soltó una risita llorosa.

—Ojalá ella hubiera podido... Ver cómo están ahora las cosas—balbuceó la muchacha—. Ella... Ella solía convencerme de que todo iba a salir bien, ¿sabes?

Neville la rodeó con su brazo.

—Estoy convencido de que, esté donde esté, está orgullosa de ti.

Hannah apoyó la cabeza sobre su hombro, e hizo un largo suspiro.

—Espero que sea así.

Después de un largo rato en el cual los dos estuvieron en silencio; el chico se levantó, y le ofreció la mano a Hannah para ayudarla a hacer lo mismo. Ella la aceptó; y no la soltó ni siquiera cuando ya estaba en pie. Y no hubo ningún inconveniente para Neville.

Los dos se encaminaron hasta la salida, con las mejillas levemente encendidas.

—Tendría que volver al trabajo...—murmuró ella, retirándose unos pelos detrás de la oreja.

—Lo entiendo.

Hannah se despidió dándole un beso en la mejilla.

—Pásate pronto por el Caldero Chorreante, ¿vale?

Neville sacudió la cabeza, tratando de no quedarse embobado. Asintió con la cabeza, decidido.

—No lo dudes—respondió él, con una sonrisa de oreja a oreja.

Neville nunca supo por qué había decidido ir ese preciso día al cementerio. Pero se alegró de haberlo hecho. Porque de no haber sido así, probablemente nunca se habría dado cuenta de que estaba prendado de Hannah Abbot.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now