—¡Pues tú y las órdenes se pueden ir mucho al demonio Angélica! —Me gritó. Estaba desconociendo totalmente a Iván, pero en parte lo entendía. Era su padre, y los últimos momentos con él hubieras significado muchísimo—. ¡Pude haber estado con él sus últimos momentos! Pude hacerme a la idea de lo que iba a pasar.

—¡¿Y si no me lo hubiera dicho qué Iván?! —Comencé a defenderme—. ¡¿También te molestarías conmigo?!

—Pero te lo dijo Angélica, te lo dijo y tú lo callaste.

—¡Lo sé! ¡Lo sé Iván! Pero era una situación demasiado grave. No podía detenerme en unos minutos a analizar la situación y saber si decírtelo o no.

—Me quedaré aquí —contestó de manera seca. Lo observé quedándome callada, era sorprendente la manera en que cambió el tema de conversación. Parecía desconocerme, pero era yo quien desconocía a él—. Sí Angélica. Necesito estar a solas con mi padre. Me quiero despedir de él y prepararme para darle la noticia a mi madre. Iré en cualquier momento, por ahora quiero estar solo.

Asentí mientras retrocedía de espaldas y sentía mis lágrimas resbalar. Estaba dejando en este cuarto a padre e hijo, quienes fueron muy solidarios con nosotros. No sabía cómo sentirme, miles de pensamientos inundaban mi cabeza mientras abandonaba el cuarto. Y antes de llegar de nuevo con los demás, me dejé caer en uno de los sofás de la sala de espera, dejé que mis lágrimas escaparan con gran precipitación mientras pensaba en ellos. Renato, un gran hombre, un gran padre y una gran persona, ahora ya no estaba con nosotros y aún no me quedaba claro eso, parecía ser mentira. Creía pensar en que Iván estaba dentro con él, platicando, reconociendo que pronto saldrán juntos. E Iván, un adolescente especial que realmente robó mi corazón con su forma de actuar, y de pensar. Un adolescente que hasta ahora había tomado realmente un papel de acorde a su edad. Estaba molesto conmigo, por ocultar lo de su padre, y tenía que entenderlo.

—¿Angélica? —Me preguntó Dalila apareciendo a mi lado—, ¿se encuentra bien?

—No —respondí, me levanté del sofá y la encaré. Veía la preocupación que sentía hacía mi expresión—. Acaba de morir Renato —solté, no fue difícil hacerlo, pensarlo después de soltarlo fue lo que me dolió—. Lo poco que lo conocí, no lo pareció. Parece ser que ya lo conozco desde antes.

—Lo siento mucho Angélica —me dijo ella. Pensé en abrazarla para darme apoyo pero cuando iba a hacerlo observé a Iván caminando a toda prisa hacia el pasillo.

No me detuve y caminé rápidamente para saber adónde caminaba con tanta prisa. Sentí a Dalila caminar tras de mí cuando casi llegaba al cuarto.

—¡Por tu culpa! —Se escuchó el grito de Iván por todo el cuarto donde estaba Hernán. Él estaba bajando, terminando de retirar la lámpara e Iván lo tomó de sus prendas con brusquedad. Hernán dejó caer la lámpara al suelo, dejando que ésta se rompiera en miles de pedazos, provocando un ruido como una especie de explosión. Hernán se centró en ello pero Iván en él. Levantó el puño y sus nudillos se marcaron antes de estrellarse contra la mandibula de Hernán. Éste se removió entre sus pies hasta caer al suelo—. ¡Mataste a mi padre!

—¡Iván! —Le gritó Hernán pero fue callado con otro golpe en su cuello. Iván se estaba saliendo de control.

—¡Por tu culpa! ¡Empujaste a mi padre y lo heriste nuevamente! ¡Ahora está muerto!

—Iván —le llamó Melissa. Estaba saliendo del ducto, lo que significaba que mi hija estaba sola en el otro cuarto.

—¡Cállate! —Le gritó desesperado—. ¡Cállense todos!

La vista se me nubló al ver cómo Iván golpeaba a Hernán, pero realmente me preocupé cuando Hernán tomó un trozo de la lámpara rota para introducirlo con fuerza en la muñeca de Iván, él entonces se retiró del cuerpo de Hernán apretando su muñeca y dejando escapar un gemido de dolor.

Clínica (#2 Hospital)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora