Capítulo 27

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Pensé en detener a mi hija, pero por un momento me acordé de sus palabras de que ya no era una niña y hasta ahora podría considerarlo porque, ¿qué niña entra a la secundaria? Ahí ya no se les consideraba así aunque nunca dejaría de ser mi responsabilidad. Era momento de dejar que mi hija iniciara su adolescencia.

—Cuando veas que puedas acceder al otro cuarto Neus —Hernán le estaba dando indicaciones de cómo actuar mientras que Iván pateara las rendijas. Neus estaba atenta observando los labios de Hernán y él acuclillado le informaba—, le echas un grito a Iván de que ya puedes pasar, ¿está bien?

Neus asintió y Hernán regresó a su postura de pie. Neus accedió al ducto primero y nos gritó cuando había llegado al tope. Le había prestado mi celular para que pudiera aluzar su camino.

Iván entonces entró al aviso de ella y rápidamente se deslizó mientras nosotros esperaríamos con ansias que lograran abrir aquel ducto.

—Cuidado Neus —se escuchaba la voz de Iván advirtiendo a Neus sobre él, la voz casi no tenía eco esta vez, pues estaba su cabeza casi afuera—, voy a comenzar a patear el ducto. Si vez que ya puedes retirar una de las pequeñas líneas me dices. ¿De acuerdo?

—Sí —contestó mi hija, su voz sí tenía eco, nunca dejaría de gustarme el sonido del eco en las voces.

—Y así lo haces hasta que creas que puedes entrar.

—Está bien —volvió a asegurar Neus.

—Hernán —le llamé, aún tenía duda en dejar ir a mi hija sola—, una vez que mi hija entre al cuarto, ¿qué hará?

—Nos dirá si es posible retirar los tornillos, entonces sabremos qué hacer. Es solamente para apresurar esto.

—De acuerdo —contesté, aunque no estaba conforme del todo. Cualquiera podría asomar la cabeza y verificar eso, pero perdería tiempo al dejar que Iván saliera o diera media vuelta dentro del ducto para él asomarse.

El ruido de los pies de Iván estrellándose contra la rendija del ducto se presentó callando nuestras palabras al instante. Dejamos que sonaran, cinco, diez, veinte y muchísimos más golpes por parte de Iván. No escuchaba ningún quejido por parte de Neus, esperaba que se encontrara bien y estuviera retirando las partes de la rendija una a una.

—¡Neus ya entró! —Gritó Iván desde adentro del ducto, mi corazón se aceleró, serían unos momentos terribles y una angustia inmensa hasta que pronunciara una palabra indicando que todo estaría bien—. ¡¿Cómo está Neus?!

No escuchaba a Neus, pero tampoco a Iván, esperaba con ansias escuchar su voz indicando que todo estaba bien.

—¿Crees que si te lanzo algo punzante puedas retirar los tornillos? —Silencio nuevamente. Al menos sabía que le había respondido—, bien, voy por algo Neus no te muevas de ahí. —Después de esas palabras, la cabeza de Iván nuevamente salió del ducto, estaba sudorosa, demasiado para el momento en el que estuvo ahí. Era un lugar muy sofocado, debería haberse estado muriendo de la desesperación—. Dalila —le llamó desde adentro. Dalila permanecía en la puerta del cuarto. Salió y caminó con ella—. ¿Tomaste nuevamente tus pinzas para la ceja?

—¿Mis pinzas? —preguntó ella desorientada, no recordaba que utilizamos sus pinzas para abrir el ducto por donde entró Mariana—. No lo sé, tengo unas en mi bolsa.

—Lo sé —respondió Iván—, no recordaba lo que te había pasado. Utilizaste tus pinzas para abrir el ducto por donde Mariana entró y murió. ¿Podrías revisar tu bolsa para saber si están ahí?

—Sí —contestó Dalila—, pero tengo mi bolsa en la sala de espera. Voy por ella.

—Te acompaño —le contestó Iván y salió del cuarto acompañando a Dalila. Yo caminé al ducto para hablar con Neus y percatarme de que estuviera a salvo.

Clínica (#2 Hospital)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora