Capítulo 16

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Éramos siete personas solamente las que continúabamos en búsqueda de una salida. Inicialmente fuimos nueve, después llegó Karen, luego Coeto y Alessandra, terminamos por ser doce, de los cuales, cuatro habían muerto y una había escapado dejando también a un herido en camilla, a Renato.

El ambiente se sentía frío a pesar de estar en épocas de verano. La pequeña ventana por encima de la puerta de salida no dejaba entrar el sol por ninguno de sus orificios, estaba perfectamente cubierto con tela negra. Solamente habían muy pequeñas luces y los aires no estaban encendidos como para sentir el frío penetrando por mi piel.

—Ahora que lo pienso —dijo Hernán en voz alta, llamando la atención de todos, estaba con sus manos recargadas al sofá frente al cuarto donde estaba Karen. Melissa estaba sentado en él—, no entiendo cómo es que los lásers atravesaron las balas.

—¿De qué hablas? —Le preguntó Dalila. Ella estaba ubicada a un lado de Iván, en el sofá frente al mío. No me molesté en verla. Quería conocer lo que Hernán nos tenía que informar. Él se deshizo de su postura y avanzó unos pasos a la derecha.

—Que las balas, al hacer contacto con el láser, deberían haber estallado gracias a la pólvora. —Hernán hablaba como si tuviera conocimiento en ellas, no entendía muy bien cómo funcionaban las armas, nunca me interesó—. Lo que quiere decir que Patricio no iba a permitir que fueramos asesinados por nuestra cuenta. No, él quiere que caigamos en sus trampas o realmente no quiere que muramos. Las balas habían sido recicladas, al menos esas últimas con las que hicieron contacto los lásers.

—¿Y cómo explicarías que las primeras dos no? —Le preguntó Dalila nuevamente—. Asesinó a Coeto con la primera y Alessandra se suicidó con la segunda.

—Porque con esas dos iba a asesinar a Coeto y Alessandra, una a cada uno. Al menos es mi teoría porque si las balas en realidad estuvieran en función, hubieran muerto encima del elevador con todos los presentes.

Nos mantuvimos callados, no sabía que creer, no sabía creer que Patricio no quería que nadie muriese aquí dentro o creer que solamente quiere que muramos con sus trampas. De igual manera, lo que dijo Hernán de las balas me convenció. Pero me dejó pensando en ello hasta que la voz de Iván me sacó de mis pensamientos.

—¿Y por qué no lo advertiste? —Cuestionó Iván, se mantenía sentado en el sofá con sus manos entrelazadas. Se veía débil, preocupado seguramente por su padre quien continuaba en camilla. Hernán entrecerró los ojos sin comprender e Iván se levantó para encararlo—. Estás diciendo que pudimos haber muerto, ¿y si las balas no hubieran sido recicladas? Lo habríamos hecho, ¿eso querías? ¿Por eso no advertiste nada?

—Claro que no —contestó Hernán, ahora todos estábamos enfocados en él, apenas estaba intentado comprender lo que estaban diciendo, se acercó con Iván y él retrocedió—, no lo pensé en ese momento. Yo, solamente quería salir, estaba ansioso porque liberaran la salida—se centró en Iván y lo observó fijamente, Iván hizo lo mismo hacia él—, no iba a dejar que tú y tu padre murieran, son la cabeza del grupo muchacho, quienes tienen las mejores ideas.

Iván no mencionó palabra, se recostó en el sofá y se mantuvo quieto. No podía creer que pudimos haber muerto gracias a las balas, solamente intentando algo que no funcionó. Afortunadamente las balas estaban inservibles, de otro modo, solamente Dalila, Melissa, Hernán y mi hija quedarían en búsqueda de la salida. Me dio un escalofrío el pensar que pude haber muerto, y me entró el miedo de tratar con objetos desconocidos.

Melissa se levantó de su asiento y caminó hacia el pasillo, giraba a los lados observando las paredes, se asomó por el pasillo y luego volvió la mirada a nosotros.

Clínica (#2 Hospital)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora