Capítulo 12

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—Si eso es verdad —dijo Iván, me quedé pensando en la teoría de Renato. Sonaba lógica. Pero, ¿asesinar a Naúm a cambio de que Neus y yo estemos a salvo? No me veía capaz de considerarlo—, entonces es más que claro que ninguno de nosotros querrá asesinar a uno de nuestros familiares.

—De ninguna manera —opinó Melissa centrándose entre todos, provocando que fuera la atención—, mi niño está ahí arriba, primero me muero yo antes que él.

—Pero si no activamos las palancas —continuó hablando Iván—, entonces ellos morirán encerrados y nosotros aquí igual.

—¿Quieres decir que los de arriba ya no tienen salida? —Preguntó Karen. Iván la observó y en su mirada se veía preocupado.

—No lo sé...

—¡No! —Gritó Renato—. ¡Claro que no! Nada confirma mi teoría, nada. Las palancas pueden servir para otra cosa y viendo la realidad, nosotros quizá seamos los únicos en peligro.

—Si no estuviéramos en peligro Mariana no hubiese muerto —dijo mi hija—. ¿Por qué la trampa entonces?

—Eso es verdad —dijo Karen observando a Neus y después al resto—, de alguna u otra manera nosotros estamos también en peligro. Independientemente de si los de arriba también lo están o no.

—Propongo que activemos otra palanca para saber qué es lo que sucede —opinó Hernán—, una más. Solamente una.

—Me gusta esa idea —dijo Renato. También quería hacerlo, quería saber qué era lo que sucedía, pero ¿y si era cierto? ¿Si al bajar una palanca se activa una trampa? Una trampa donde Naúm o cualquiera de nuestros familiares podría caer y morir—, pero me interesaría primero acabar con todas las posibiliades de salidas —terminó. Dio unos pasos hacia adelante dándonos la espalda—, vayamos por ese escritorio y entre todos tumbaremos la pared.

Lo seguimos, Dalila y Neus se quedaron en la sala de espera con Joel. A descansar.

Entramos al cuarto de Patricio y entre Iván y Renato sacaron el escritorio del cuarto y lo llevaron hasta detrás de la pared que íbamos a tumbar. Esperaba que realmente no estuviera hecha de ladrillo, porque entonces sería un poco más complicado —si no es que imposible— derribar la pared.

Iván, Renato y Melissa lo tomaron de un lado. Hernán, Karen y yo del otro. El escritorio era negro con una pintura que simulaba ser madera, muy elegante y por lo que se veía, parecía ser costoso. Tenía bordes de metal pero eso no impedía que donde colocamos las manos estuviera un poco filoso e incómodo. Eso no iba a detenernos.

—Venga —dijo Renato, a su voz levantamos el escritorio y corrimos con prisa hacia la pared. El escritorio logró derribar un trozo de ésta e inmediatamente lo bajamos.

Por el agujero que había provocado se veía una linea delgada vertical. Era lo que dividía las puertas del elevador, estaba detrás y habíamos dado justo en el centro.

Renato se acercó a la pared y Hernán lo siguió, ambos comenzaron a retirar con sus manos el resto de la pared de pladur.

—Ésta va a ser nuestra salida —dijo Hernán sonriendo—, de aquí iremos directo al estacionamiento y vamos a salir de inmediato.

El comentario de Hernán me hizo sonreír, creí por un momento que realmente íbamos a salir así de fácil pero no me lo podía esperar, algo más debía estar planeado para nosotros.

—Vayamos primero nosotros Iván —le dijo Renato mientras se acercaba al botón que abriría las puertas del elevador, Iván pasó por en medio mío y de Hernán y se colocó a lado de su padre—, vamos a verificar que no haya nada malo.

Clínica (#2 Hospital)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora