Capítulo 11

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—¡No, no, no, no! —Gritó Dalila de inmediato al escuchar el clic de la puerta al cerrarse. Corrió hacia ella y movió el pomo a una gran rapidez que parecía que iba a tumbarlo. Se giró hacia mí y me observó con pavor—. Nos hemos quedado encerradas Angélica, la puerta se cerró.

Corrí a su lado y también intenté abrir la puerta. Giré el pomo una y otra vez pero no respondía, estaba cerrada bajo llave.

—¡Karen abre la puerta! —Grité, lo que me hizo ganarme una mirada extraña por parte de Dalila, seguramente ella no vio a Karen cerrando la puerta.

—Dios mío —volvió a expresar Dalila. Me estresaba su irritación, nunca había conocido a alguien claustrofóbico, el espacio era lo suficientemente amplio para quedarse sin aire.

—Dalila, calma —le dije y la tomé por los hombros, su respiración estaba muy agitada, parecía que iba a desmayarse en cualquier momento—, por favor. No te sulfures, pronto vamos a salir de aquí, tú mantén la calma e intenta controlarte. El espacio es amplio. —Volví a girarme la puerta y la golpeé con rudeza—. ¡Karen! —Volví a gritar, exigía una explicación inmediata—. Renato, Iván. ¿Quién está ahí afuera?

—Angélica, Dalila —escuché la voz de Renato al instante detrás de la puerta. Se escuchó preocupada y por el ruido que provocó nos percatanos de que también intentó abrir la puerta pero no le funcionó—, Neus, la puerta se bloqueó, se necesita un código para abrirse. Esto no lo utilicé la primera vez que la abrí.

—¿No se supone que las puertas de codigo pueden abrirse por dentro? —Pregunto Dalila alarmada, desconocía la respuesta.

—No lo sé —respondió Renato. También desconocía la respuesta—. Está una luz roja y un mando de control, necesito colocar la clave.

Dalila entrebuscó por toda la habitación algo que pudiera servir para activar la puerta y poder salir, pero no caminó, sabía que sería en vano encontrar la clave a nuestro alcance.

—¿Y si lo quiebras? —Pregunté—. Podría desactivarse y abrir la puerta.

—O podrían quedarse encerradas sin motivo para salir.

Suspiré, era cierto, no quería quedarme encerrada de por vida, teníamos que adivinar la clave. Suponía que era de cuatro dígitos, por lo tanto dentro de diez mil cifras estaba la clave correcta.

—Intentaremos buscar la clave aquí afuera —dijo Renato—, ustedes encárguense de buscarla ahí adentro.

Escuché pasos alejarse, entonces adiviné que Renato estaba con alguien más y ya se habían retirado. Observé a Dalila, ella nerviosa me observó a mí también.

Junto a Neus comenzamos a buscar algún papel donde Patricio pudiera tener la clave anotada, pero lo veía casi imposible, Patricio quizá no tenía contemplado que quedaríamos encerrados pero seguramente no lo dejaría pasar, por lo tanto desapareció todo aquello que pudiera tener indicios de la clave.

Después de una búsqueda fallida, regresamos a la puerta cuando Renato nos llamó, ni por dentro ni por fuera habíamos encontrado nada.

—Tendré que quebrarlo —anunció Renato—, no sé qué vaya a suceder pero es lo único que nos resta hacer.

—No, no lo hagas —escuché la voz de Karen, me llenó de rabia escucharla, ella era quien nos había metido aquí, nos debía una explicación y ahora no permitía que Renato hiciera lo que tenía qué hacer—, no funcionará, solamente estropearás el sistema de seguridad y la puerta quedará cerrada por siempre.

—¡¿Y qué sugieres Karen?! —Le grité nada amigable—. ¡¿Qué demonios tramas?! Tú fuiste quien nos encerró aquí dentro.

Todo quedó en silencio en la parte de afuera, adentro, solamente se escuchaban nuestras respiraciones agitadas por parte de las tres. No entendía por qué su silencio.

Clínica (#2 Hospital)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora