Capítulo 19

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Y no había ni una sola manera más de abrir la puerta. Por lo que Hernán nos acaba de informar, era más que claro que ya no había más soluciones. No tenía caso que siguiéramos activando palancas si éstas nunca llegarían a ningún lado. Las puertas estaban lisas, ambas, ya las habían revisado y no había ni cómo escapar por ellas, solamente era distracción, en la que caímos nuevamente.

—Polvo, tierra, y nada más que eso —le platicó Iván a su padre a la vez que también se lo decía a todos, pero se centraba en él—, volvimos a caer papá, la tentación nos llevó a activar palancas que no nos llevarían a ningún lado.

—Sí —contestó su padre derrotado, o cansado, no sabía realmente cómo entender su tono de voz en este momento—, y quizá lo sigamos haciendo, y haciendo. La desesperación nos hará destruir todos los límites que nos impiden salir. —Se relamió los labios y observó la puerta del cuarto de Alessandra—, voy a recostarme hijo. Cualquier cosa que suceda o descubran, por favor, avísenme.

—Sí papá —contestó su hijo y le acarició la espalda delicadamente, ambos dieron media vuelta para comenzar a caminar hacia el cuarto—, te acompaño.

Renato asintió y también colocó su mano en la espalda de Iván. Ambos se acercaron al cuarto e Iván abrió la puerta para acompañar a su padre dentro de la habitación. Los observé hasta que se metieron y perderlos de vista.

—Ya deja eso Hernán —escuché que Melissa le decía, él continuaba con su mano dentro del agujero, intentado aún conseguir un pomo que no existía—, no encontrarás nada.

—¡¿Puedes callarte?! —Le gritó Hernán nada amigable, Melissa se sobresaltó. La trataba muy mal, a su antojo. Con los demás se comportaba tranquilo, pero la manera de dirigirse a Melissa era muy delicada, en verdad se tenían odio.

Melissa agachó su mirada y observó los pies de Hernán, luego la levantó y se enfrentó a él.

—Tú no vas a callarme Hernán —le dijo señalándolo con el dedo, Hernán bufó, nuevamente comenzarían a pelear—, no es motivo para que me grites de esa manera. Solamente te informo que ya no encontrarás nada.

—¿Y a ti qué te importa lo que encuentre o no? —contestó Hernán, permaneció con la mano dentro del agujero y su cabeza revisando en él, se escuchaba un eco al hablar por dentro del agujero—. Yo quiero salir. Yo voy a buscar mi propia salida.

La desesperación invadía a ambos, Hernán saciaba su furia en Melissa y ella con él, no se quedaba callada, continuaba respondió. Derrochaban odio mutuamente.

—La salida la hubieras encontrado en el momento en que te hubieras largado por el hospital —contestó—. ¡Te dije claramente que no ibas a ver a tu hijo! Pudiste haberte retirado.

—¡Tenía un maldito mareo! —Gritó Hernán, esta vez enfocó sus ojos con los de Melissa. Iván iba saliendo del cuarto—. ¡De cualquier modo hubiera permanecido dentro del hospital!

—¡¿Y dónde está ese mareo ahora?! —La discusión aumentaba de volumen—. ¡Eres un mentiroso Hernán! ¡Solo venías por mi hijo!

—¡¿Y qué si lo hacía?!

—Hey, hey, hey —les dijo Iván acercándose a ambos. Lo vieron y permanecieron callados con las respiraciones levemente agitadas—. ¿Qué ganan con gritar? ¿Qué ganan con discutir dentro de este lugar? —Se dirigió a Dalila quien estaba solamente a unos pasos de Hernán y Melissa—. ¿Por qué no los detuviste?

—Es mejor que sacien su coraje de una vez —dijo Dalila con seguridad. Iván negó lentamente—, que se digan todo lo que tengan que decir y no lo hagan cuando estén frente al niño.

Clínica (#2 Hospital)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora