Lo pensé, pero no lo dije. Sería terrible que Iván se enterara en este momento de la situación de su padre. Tenía la tentación de decírselo, estaba en todo su derecho de saber el crítico estado de su padre. Lo poco que lo conocía sabía que sería fuerte para afrontar esta situación.

—Yo voy primero —dijo Melissa, dejamos espacio para que entrara al ducto y Hernán la siguió. Le dije a Neus que lo hiciera, yo iría a hablar con Dalila para convencerla de que teníamos que pasar.

Iván se adentró al cuarto después de Neus y yo salí para encarar a Dalila.

—Ven conmigo Dalila —le dije y ella negó al instante, continuaba pegada a la pared a un lado de la puerta. Cruzada de brazos—. ¿Y sí ahí está la salida?

—Vayan ustedes —me respondió de inmediato sin cambiar de posición—, si encuentran una salida, promento que inmediatamente entraré para ir con ustedes. Pero no quiero sufrir sin saber que no encontrarán nada. Por favor, vayan y luego vienes a avisarme, ¿está bien?

—Me queda claro Dalila —le respondí, realmente la entendía, en su lugar no sabría qué pensar.

Me adentré nuevamente al cuarto hasta que llegué al ducto y entré por ahí. Los demás deberían estar esperándonos en el otro lado.

Iván me ayudó a salir, lo único que observaba eran las linternas de los celulares de todos intentando alumbrar un punto, parecía no haber electricidad.

—Demonios —se quejó Hernán alumbrando el techo con la lámpara de su celular, cuando la observé me percaté de que le faltaba una lámpara, de esas largas que había en todo el hospital—, por eso el interruptor no funcionaba —continuó—, debemos regresar y tomar una lámpara de la clínica para colocarla aquí y alumbrar todo el lugar.

—¿Vas tú o voy yo? —Le preguntó Iván de inmediato, porque no era necesario que fuésemos todos.

—Iré yo —contestó Hernán y caminó nuevamente hacia el ducto—, no observen nada, no muevan nada aún hasta estar seguros de lo que podamos encontrar.

Hernán salió dejándonos casi en la completa oscuridad del lugar. Por mi parte, comencé a caminar por el cuarto tocando las paredes. Quería saber qué tan amplio era el cuarto, y si había alguna puerta que pudiéramos abrir.

Comencé a tantear hasta que mis dedos sintieron algo metálico, era una puerta doble y estaba tocando el pomo de ésta. Intenté girarlo pero no accedió, cuando alumbré con mi celular me percaté de que estaba sujetado con cadenas, por dentro. Lo que significaba que del otro lado alguien no podía salir.

Naúm. Fue el primero que se me vino a la mente, la teoría de Renanto podría ser cierta y ellos estaban encerrados del otro lado. Pensé en gritar su nombre pero solamente alteraría a todos los presentes. Mejor lo diría una vez que la luz estuviera encendida.

Comencé a desesperarme pero mis labios no emitían alguna palabra, pensaba en mi marido, si era cierto podría estar ahora buscando una salida como nosotros, ¿y si estaba del otro lado?

—¿Qué hay ahí Angélica? —Me preguntó Iván llegando a mi lado—. ¿Qué hay ahí? —preguntó nuevamente.

—Una puerta —contesté—, una puerta doble como la que hay al inicio de la clínica, por donde llegamos. Pero hay un candado sujetándola.

—¿Un candado? —Preguntó y me hizo a un lado para verificar. Escuché el ruido de las cadenas siendo tomadas por Iván hasta que las soltó. Iluminé su rostro mientras él ya me veía—. ¿No tendría que estar del otro lado para que no pudiésemos romperlo?

—Eso pensé —contesté—, pero entonces pensé en la teoría de tu padre. Hay alguien encerrado del otro lado.

—Mi madre —susurró y se fue alejando—. Nuestros familiares —me encaró—. Tenemos que apresurarnos a colocar la lámpara para saber las sorpesas que nos oculta este cuarto. Tenemos que apresurar a Hernán.

—Tranquilo —lo detuve, él se mantuvo quieto—, no hay necesidad de apresurarnos, ya esperamos mucho por esto. Esperemos un poco más.

—Angélica, mi padre tiene que saber esto. Él debe estar aquí porque si rompemos el candado entonces abriríamos el lugar donde nuestros familiares están encerrados —comenzó a alejarse de mí y yo me acerqué a él.

—¿Adónde vas? —Le pregunté. La lámpara de mi celular comenzaba a calentarse, tenía que apagarla para dejar que el celular se enfriara.

—Voy a avisarle a mi padre —me respondió—, voy a decirle que es momento de que se levante, porque hemos encontrado la salida. Sería genial el momento en el que se encontrara con mi madre nuevamente.

—Debemos estar seguros primero Iván —le dije, ya no sabía cómo detenerlo para que no fuera con Renato.

—Lo sé Angélica, pero quiero ir con mi papá. No quiero dejarlo tanto tiempo solo. Debo hacer que se levante y que venga con nosotros.

Iván comenzó a acercarse más al ducto y lo jalé del hombro.

—Iván, tu padre no puede venir con nosotros —le dije.

—Lo sé, pero tarde o temprano tendrá que hacerlo. Mejor que sea ahora.

—No Iván —mis lágrimas comenzaban a avecinarse pensando en lo que le diría a Iván—, en verdad, tu padre ya no vendrá con nosotros.

—¿Por qué Angélica? ¿Por qué me detienes tanto? —me quedé callada, mis lágrimas no me permitían hablar, tan rápido ya caían con velocidad—. Responde, ¿por qué lloras?

—Iván —comencé—, tu padre está muy mal, y él no podrá venir con nosotros ya —mordí mis labios para permitirme seguir hablando—, Iván. Tu papá se va a morir.

Próximo capítulo: Gran final de "Clínica".

Clínica (#2 Hospital)Where stories live. Discover now