—¿Cómo estás Neus? —Me apresuré a preguntarle.

—¡Está oscuro mamá! —Gritó ella, no lograba visualizarla, quizá ella a mí sí porque la luz entraba desde acá—. ¡Tengo miedo!

—No te preocupes hija, pronto estaremos todos contigo —le respondí.

—Angélica —me llamó Iván tras de mí, ya habían regresado. Saqué mi cabeza nuevamente y lo observé a él con las pinzas para la ceja en sus manos. Estaban cubiertas con la sangre seca de Mariana—. Si quieres puedes pasar tú, es tu hija y me imagino que se sentirá más a salvo contigo —lo dijo mientras me extendía las pinzas, las tomé, estaba dispuesta a hacerlo—. Dalila no las tenía en su bolsa, continuaban tiradas en el suelo con la sangre encima.

—Sí —contesté—, yo lo hago no te preocupes.

Después, Iván se alejó y yo me introducí inmediatamente al ducto justo después de encender la linterna del celular que Iván me prestó. Me deslicé lo más rápido posible hasta llegar al agujero que Iván ya había logrado. No era muy grande, pero Neus ya estaba del otro lado, mi cabeza apenas cabría por ahí.

—Toma Neus —le dije mientras le extendía las pinzas y le iluminaba la cara con el celular de Iván. Ella tenía apagado el mío, no lo veía por ningún lado. Ella tomó las pinzas y yo me vi en la tarea de alumbrar cada uno de los cuatro tornillos mientras ella los retiraba—. Tómate tu tiempo para que puedas hacerlo con cuidado y certeza.

—Sí mamá —afirmó ella y comenzó con el primero. Introdujo uno de los lados de las pinzas y comenzó a girarlo, el tornillo accedió de inmediato.

—¿No quieres ir a buscar un interruptor de luz? —Le pregunté. Así sería más fácil.

—Me da miedo —respondió ella sin abandonar su tarea—, ¿y si caigo en una trampa?

—Tienes razón —le contesté, ahora lo consideraba. No podía dejarla caminar por la oscuridad ateniéndose a una posible trampa—. Continúa con esto mejor.

Ella asintió y permanecimos calladas. Unos segundos después logró retirar el primer tornillo y prosiguió con el de abajo, el cual, cayó en menos de un minuto. Ahora solamente restaban dos tornillos.

Neus continuó con uno más, el aire sofocado dentro del ducto comenzaba a hacerme efecto, sentía las gotas de sudor deslizándose por mi frente y mi espalda, pero solamente tenía que resistir un poco más.

Finalmente cayó el tercer tornillo y no se necesitó quitar el último puesto que estaba flojo y la rendija cayó y giró sosteniéndose por el último tornillo, pero ya había el suficiente espacio para salir por ahí.

Sonreí y le dije a Neus que primeramente saliéramos a avisarles a los demás.

Lo hicimos y abandonamos inmediatamente el ducto hasta llegar de nuevo hacia donde todos nos esperaban con preguntas.

—Ya podemos adentrarnos al otro cuarto —dije y sonreí.

—¡Perfecto! —Gritó Iván y sonrió—, ahora iré por mi padre.

—Iván —lo detuve antes de que abandonara el cuarto. Su padre no iba a poder venir con nosotros—. Tu padre no podrá venir con nosotros —solté, él apagó su sonrisa y me vi en la necesidad de continuar—. No por ahora, debemos primero asegurar que en el otro cuarto realmente haya una posibilidad de salir. Recuerda que está grave, no debemos saturarlo.

—Es verdad —contestó y dio media vuelta quedando frente a mí—. Por un momento pensé que me darías un terrible motivo por el cual mi padre no podría venir con nosotros.

Clínica (#2 Hospital)Where stories live. Discover now