—Creo que te mereces algo mejor —declara Non cuando termina de suspirar.

—¿Qué? ¿A qué te refieres?

—Eso es. Claude es muy buen tipo —corrobora Nina. Toma su copa entre los dedos, con aire distraído, y le echa un vistazo al líquido del interior—. Y raro es que yo diga que un hetero me cae bien

—¿Por qué lo dices? —pregunto yo—. Es una bellísima persona.

—Que sea buena persona no significa que puedan vivir felices por siempre jamás. Está claro que os queréis, pero no sé si lo suficiente...

—No te comprendo. Yo adoro a Claude —murmura Jacqueline—. Creo que es el hombre más afín a mí que existe. Es dulce, atento y cariñoso. Nos complementamos a la perfección.

—Amar no siempre es solo complementarse.

—Venga, ni que fueras tú Cupido —refunfuña Nina, censurando a Non—. ¡Si eres lo opuesto a los fans de los asuntos del corazón!

Nina continúa despotricando un rato, mientras que yo observo atentamente a mi amiga, esperando que retome el hilo. Cuando Non abre la boca para dar su opinión sobre algún tema, lo que procede es callar y atender, porque siempre tiene algo interesante que aportar.

—Lo quieres de la manera fácil, Jacques. Porque es dulce y atento, como tú misma has dicho... Dices que es perfecto porque no le has encontrado ningún defecto, pero cuando lo encuentres, ¿qué? Es francamente extraño que después de años de relación aún no haya manifestado ningún comportamiento odioso, pero debe tenerlo. Nadie es un santo, ¿entiendes? Y al margen de sus virtudes, creo que hace falta más que complicidad para estar con alguien durante el resto de tu vida.

—¿Qué más? Porque yo me conformo con que me traten bien —se queja Katia—. A fin de cuentas es lo único que se puede esperar de una pareja. Esas sensaciones pasionales de las que hablan las protagonistas de los libros son una falacia.

Eso no es del todo cierto y yo soy prueba vitalicia de que está equivocada, pero como pretendo que todo mi asunto con Gael pase desapercibido, opto por lo sencillo de aguardar en silencio.

—No puedes casarte con alguien con quien tienes una relación amistosa —prosigue Non, negando—. Y no me digas tonterías de ningún tipo, porque os he visto y sé de lo que hablo. Parecéis un par de colegas y se supone que el amor es fuego, no mansa tranquilidad.

Me quedo mirando a Adrienne con la boca abierta, pero es que Nina y Katia intercambian una mirada rápida con las cejas arqueadas, luego yo parpadeo en dirección a Jacqueline, a la que se ve preocupada, y después observo que a la de los labios rojos le va a dar la risa. La que da el veredicto final es Nina.

—Me parece a mí que alguna que otra se ha pasado viendo a Oprah.

—Non —interviene entonces Jacques, alargando la mano para acariciar la de la susodicha. Su sonrisa adorable muestra una vez más que su decisión es inamovible—. Esa es solo tu concepción del amor. No puedes esperar que todo el mundo tenga la misma. Yo no creo en esa clase de sentimientos como algo bueno. No puede ser fuego. El fuego, después de arder, nos reduce a cenizas... y la vida es demasiado corta y bonita para desperdiciarla sufriendo por alguien que no nos ama de la manera correcta.

—Bueno, yo tengo que convenir con Non —se mete Nina—. Parecéis colegas, y eso no puede ser.

—¿Y qué quieres? ¿Que desee comerle los morros a todas horas?

—No comerle los morros como tal, pero un besito...

—Sí, definitivamente tienes que querer comerle los morros.

Mi mayor inspiraciónWhere stories live. Discover now