—Eres sensata. No deberías estar aquí —espeta su padre con amargura. 

Ignoro sus palabras concentrando mi mirada en Christian. Sólo en el hombre que intenta enemistarse con el mundo por mi. 

—Estaré en nuestra habitación. —Beso sus labios con suavidad. Es un beso que le transmite mi apoyo, y a la vez pide una tregua. Un momento de tranquilidad donde ambos puedan buscar una opinión estable, aunque sé que la misma no llegará. Sus padres no me aceptan y ese es un hecho que él no podrá cambiar.

Asiente cuan sumiso ante mi actitud. Camino hacia nuestra habitación mirando por ultima vez los ojos claros de su padre cargados de odio y algo más que no logro describir.

Entro directo a la ducha donde el agua caliente hace su trabajo de relajarme. Mi mente intenta confundirme pero no le doy pie. El miedo quiere hacer acto de presencia sobrecargando mi cuerpo, pero no se lo permito. Quiero ser fuerte. Quiero creer en las palabras de Christian. Quiero creer que nuestro amor estará por encima de cualquier obstáculo o verdad. 

Cierro los ojos sintiendo el estremecimiento de mi cuerpo, al recordar a mi madre con el padre de Christian. Esto lo destronará. Quisiera ser ajena a esa verdad y no sentir el peso que está imponiendo mi consciencia, pero es imposible. El miedo a perderle está ahí. Lo que hemos vivido me lleva en un espiral de ascenso en emociones y sentimientos donde cada uno pesa más que el otro. Cada uno me priva de un sentido al confesar esto e imaginar un adiós.

"Odio tanto las mentiras, al igual que me oculte las cosas"

Sus palabras fueron claras, en ese tiempo. 

Nunca había odiado tanto mi vida. Nunca me había sentido tan aterrada por mentir. Por ocultar una verdad que quizás cambie la vida de la persona que amo.

Me coloco mi camisón de satén para luego acostarme en la cama. Una y otra vez intento buscar las fuerzas para hacerlo, pero es imposible. Pequeñas gotas de lagrimas descienden sin que lo pueda controlar. El miedo ya está. El temor a que su padre le diga la verdad eriza cada vello de mi piel. El pánico a perderle me obliga a cerrar los ojos e intentar imaginar que todo será diferente. A imaginar que aún estamos en aquel campo donde me sentí tan tranquila y relajada. Soñando que al despertar nada cambiará. Que seguiremos estando unidos, y felices como hasta ahora.

 

[...]


Lo observo anudar su corbata. Es ésta mi rutina diaria. Admirar su atractivo al desvestirse y vestirse.

Han pasado cuatro días desde la visita de su padre. El miedo ha menguado, pero un leve porcentaje se afloja. He recurrido a un mantra para mi estabilidad emocional. He intentado dejar atrás ese hecho y vivir el presente. Pensando en que no puedo ser culpable de los errores de los demás. No puedo sentirme culpable y vivir con el temor por algo que es totalmente ajeno a mi.

—Se me ha olvidado comentarte, que dentro de dos días asistiremos a una gala. —Sus palabras me sacan de mis pensamientos. 

Lo miro con el ceño fruncido. 

—¿Una gala? —pregunto confundida—. ¿Y me lo dices hoy, Christian? ¡Dos días y no tengo ni vestido, ni zapatos...! —Me interrumpe sonriendo. 

Se acerca y enreda sus manos en mi cintura. El contacto con su piel quema. Una ola de calor se apodera de mi cuerpo al sentir su aliento golpear mi cuello. 

El deseo reprimido estos días empieza a afectar mi cuerpo. 

—Ya tienes tu tarjeta, y aún tienes tiempo. —Me pega a su cuerpo en el momento justo que muerde el lóbulo de mi oreja. Un gemido de placer escapa de mi al sentir el deseo recorrer mi vientre y descender a mi sexo. Es una sensación tan deliciosa que me introduce en una burbuja de placer y ansiedad. —Úsala sin limites. —Su voz ha cambiado por una ronca y firme, totalmente adictiva y agradable al deseo que me recorre. Sus manos aprietan mis nalgas obligándome a sentir el roce de sus caderas y posterior erección en mi vientre. —Te deseo, pequeña. —Me toma de la cintura en un ágil movimiento y me pega a la pared. Mis piernas se enredan a cada lado de sus caderas sosteniendo mi cuerpo. —¿Sé ha ido? —Asiento frenéticamente deseosa de sentirlo. Sus labios buscan los míos en un beso voraz. Un beso que me roba por completo el aliento...

Hermosa Ante Mis OjosOnde histórias criam vida. Descubra agora