LIV. Una fiera y un demonio

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Sacó su arma de la parte de atrás de su pantalón y apuntó hacia ellos.

V: ¡fuera de aquí los dos! (Furiosa).

Al: vamos, Alejandra. No tienes las agallas suficientes para dispararnos. Eres muy débil, me lo confesaste en la llamada, ¡tienes miedo!

V: tenía miedo antes de saber que era un demonio el que me estaba "ayudando". Ahorita no les tengo miedo a ninguno de los dos.

I: estás desamparada, querida. Alejandro no pasó tu solicitud de jurisdicción y si nos lastimas, irás presa de inmediato.

V: pero tendré seguro, aun tras las rejas, que ustedes dos no serán un peligro para mi familia.

I: ¿cuál familia, Victoria? No tienes ninguna. Dionisio no te quiere. ¡Nunca te ha querido y lo sabes!

V: ¡no soy estúpida! Ahora entiendo los papeles que estaba recibiendo. Todo fue obra suya. Alejandro lo amenazaba en tu nombre y le pedía que tuviera paciencia pero se lo callaba para no alterarme. ¿De verdad pensaban que era tan idiota como para no notar que había algo extraño? Hace un par de semanas los escuché platicando sobre "darme espacio". ¡Eres un infeliz! Le has hecho creer estupideces de mí (Reclamándole a Alejandro).

I: ¡por supuesto! Dionisio va a pensar que lo dejaste por tu amante y que moriste debido a eso (sonriendo). Todo está preparado, Victoria. No tienes escapatoria.

V: tal vez no la tenga pero te aseguro que, por lo menos, les costará mucho trabajo (sonriendo con malicia). Siempre he sido mejor que tú, Ana y eso fue algo que no pudiste superar. ¡Siempre logré todo lo que tú no!

En ese momento, Alejandro pateó el arma de Victoria lastimándola y Ana Sofía aprovechó para sacar la suya y darle un cachazo en la cabeza. Victoria cayó de rodillas mareada y desorientada. Se tomó la cabeza entre las manos y al mirar al frente se dio cuenta que Ana se aproximaba. Se apoyó en una mano y giró para tirarla con la pierna. Ana Sofía cayó de espaldas dándole tiempo suficiente para levantarse y correr.

Alejandro salió corriendo detrás de Victoria pero algo, o más bien alguien, interceptó su camino rápidamente, inmovilizándolo.

Fr: ¿a dónde vas con tanta prisa, Alejandro? (Sonriente).

Al: ¡no la vas a salvar! No sé quién eres ni que traes con ella pero te aseguro que serás su perdición porque todos pensarán que eres su amante.

Fr: ¡no estés tan confiado! Ana Sofía jamás ha sido el talento en persona.

Al: ¿cómo sabes su nombre? (Sorprendido).

Fr: sé mucho más de lo que tu pequeña mente cree.

Mientras ellos forcejeaban y se enfrascaban en su discusión. Ana Sofía se había levantado para perseguir a Victoria tomándola del cabello cerca de la pequeña piscina que se encontraba en el jardín.

I: ¡no llegué tan lejos como para quedarme con las ganas de verte muerta! (La jaló del cabello hasta el filo de la piscina).

V: ¡y yo no he luchado tanto como para verte ganar! (Resistiéndose).

Se sumieron en un forcejeo intenso y complicado. Si realizaban un movimiento en falso, podrían caer ambas en la piscina.

Mientras tanto, Franco y Alejandro estaban peleando en el rincón del jardín pero ¿dónde estaban Sergio e Isabel? Buscando a los niños en el sótano de la casa para llevarlos a un lugar seguro pues sabían que las cosas se complicarían más.

I: ¡siempre fuiste una estúpida sin aspiraciones en la vida, Alejandra! Tu única meta era ser una excelente agente y hasta en eso fallaste. ¡Nunca sospechaste de Eva ni de Isadora! Supe hacer muy bien mi treta.

V: tú mataste a Eva Cárdenas y ocupaste su identidad, ¡te internaste en el hospital con el cambio de look y supiste engañar a la organización completa! Mientras el idiota de Alejandro te ayudaba.

I: ¡nunca te quisimos! Fuiste el peor error de nuestras vidas y tenemos que arreglarlo porque no dejaremos una escoria como tú merodeando por ahí.

Al: (gritándole) ¡YA MÁTALA, ANA!

Franco le dio un golpe en la nuca dejándolo inconsciente para correr a donde ellas estaban y Ana Sofía, al percatarse, decidió poner más presión y fuerza logrando empujar a Victoria lo suficiente como para hacerla caer en el filo contrario de la piscina.

Victoria se golpeó la cabeza y la espalda con la orilla de la piscina, hiriéndose lo suficiente como para abrirse y comenzar a sangrar. Ana Sofía echó a correr y Franco prefirió sacar a Victoria de la alberca antes de que se muriera ahogada. Inmediatamente después de sacarla la recostó en el piso de madera con sumo cuidado y practicó primeros auxilios para despertarla.

De momento, se escucharon algunos disparos y cuando alzó la mirada se encontró con un hombre alto, de cabello oscuro y piel blanca que miraba el cuerpo de Ana Sofía lleno de sangre mientras le apuntaba con un arma.

O: ¿estás loco, hombre? (Nervioso). ¡Acabas de asesinar a Isadora!

D: ¡merecido lo tiene la estúpida! (Furioso).

O: sí pero resulta que no tienes permiso ni jurisdicción para esto, ¡no debiste disparar! Tendré que detenerte (preocupado).

D: haz tu trabajo pero permíteme ver a Victoria, por favor (suplicó).

O: lo lamento pero no puedo. Sólo te prometo que estarás al tanto de todo.

En ese momento lo esposó y lo dirigió a la salida mientras los muchachos intentaban detenerlo. Franco ignoró la situación pues desconocía quién era ese hombre y siguió atendiendo a Victoria que estaba sangrando demasiado y no ubicaba con exactitud de dónde era la herida o heridas.

Sin embargo, sintió un golpe propiciado por Alejandro y tuvo que dejar un momento a Victoria para responder al ataque. Se enfrascaron en una pelea hasta que otro disparo cortó en el aire y pegó en el hombro de Alejandro. Hugo se acercó hasta ellos junto con el resto.

Hu: hombre, ¿estás bien?

Fr: un poco golpeado pero es lo de menos, Hugo (le sonrió) ¡me da gusto verte! (Le palmeó el hombro) pero necesito tu ayuda, Ale está muy mal.

Hu: no entiendo, ¿qué pasó? (Se acercaron a ella).

Fr: sigo tratando de comprenderlo (mintió). Lo importante ahora es llamar a una ambulancia y trasladarla de inmediato. Necesita atención médica pronto.

Hu: la ambulancia no debe tardar, la llamamos cuando estábamos por llegar.

Fr: eso espero (preocupado).

El resto se acercó en silencio a ellos con un semblante de angustia enmarcándoles el rostro. Sin embargo, entre los presentes hubo una persona que no podía creer lo que tenía ante sus ojos.

K: ¿Franco, qué haces aquí?, ¿no estabas en Brasil? (Sorprendida). ¡Me has mentido todo este tiempo! (Dolida). ¡Tú eres el amante de Alejandra!

*Continuará...*

¿Por qué Kendra conoce a Franco? ¿Enfrentará un proceso Dionisio? ¿Victoria estará bien? 


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El Sabor del Pecado IWhere stories live. Discover now