XXI. El dolor de la verdad

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*Habitación*

Victoria estaba sentada en la cama mirando hacia la ventana mientras esperaba a que él llegara. En su mente no dejaban de pasar preguntas, dudas y culpas además de mucho dolor en medio de su alma. Dionisio se quedó parado en el marco de la puerta admirándola, quizá por última vez. Sintió que el alma se le partía en mil pedazos.

Ahí estaba el amor de su vida, ¡su vida misma!, y sentía que se le escapaba de las manos. Un par de lágrimas recorrieron sus mejillas y cuando ella volteó, se quedaron mirando por un par de segundos.

D: (se acercó a ella y se arrodilló tomando sus manos) amor, sé que todo lo que diga no será suficiente para pedirte perdón (agachó la cabeza) pero nunca quise lastimarte, te lo juro.

V: (desilusionada y dolida) ¿entonces es cierto todo lo que esa mujer dijo?

D: no todo pero la mayor parte sí (los ojos se le cristalizaron) lo único que no es cierto es que no he tenido nada con ella desde que te conocí y no soy un asesino.

V: (se apartó bruscamente) ¿y piensas que te voy a creer?, ¿cómo sé que no me estás mintiendo nuevamente?, ¡ya lo hiciste antes!

D: sé que no tengo cómo probarte que digo la verdad pero no te mentí Victoria, ¡sólo quería protegerte!, te lo juro (sintiendo que se destrozaba por dentro).

V: es que de verdad no entiendo, eso no fue protección, ¡has jugado conmigo!, ¡por qué, por qué me hiciste esto! Confié en ti como una estúpida y te he dado mucho más de lo que te mereces (llorando).

D: (la abrazó) por favor perdóname, no quiero verte llorar, me destroza saber que soy el causante de tus lágrimas. ¡Hubiera dado todo por evitarlas!, ¡quise por todos los medios hacerte feliz y terminé haciéndote más daño! (Cayó de rodillas frente a ella).

No permitas que me suelte de tu mano,
Que tu ausencia es un dolor que me hace daño*

*Sala*

Maximiliano entró con el rostro afligido. María y Fer se acercaron a él inmediatamente para saber si podía explicarles algo de lo que estaba sucediendo.

M: Max yo sé que tú sabes que está pasando, ¡por favor!, dinos algo.

Max: (triste) lo único que les puedo decir es que ese hombre ama a nuestra madre con el alma y estoy seguro de que al protegerla la perdió para siempre.

Norberto y Alonso lo miraron sorprendidos. Dionisio le había contado a ese muchacho algo que lo hacía decir eso.

An: ¿qué dices Max?

Max: que mi madre no lo va a perdonar nunca y por el momento creo que es lo mejor (miró a Norberto y Alonso) y ustedes estarán de acuerdo en que mientras no se solucione de raíz el problema, lo mejor es que se separen.

N: pues no del todo pero es lo mejor aunque me preocupa la salud mental de Dionisio.

A: esto lo va a destruir y dudo mucho que lo podamos levantar fácilmente. Sólo espero que Victoria pida tiempo y no sea una ruptura definitiva.

Os: es que no entiendo, si con un poco de tiempo es suficiente, ¿por qué no decirle a Victoria?

Max: porque ni nosotros, ni el mismo Dionisio estamos seguros de que con un poco de tiempo se solucione, quizá no se solucione nunca.

N: en eso te doy la razón muchacho, sólo ruego porque esto sea un trago amargo corto y no tenga mayores consecuencias.

El resto se miró sin poder comprender ni una palabra, sólo ellos sabían de qué hablaban y por qué lo decían.

El Sabor del Pecado IWhere stories live. Discover now