II. Dura de roer

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¡Gracias por la aceptación! Por ser día de estreno les pongo otro más.

DISFRUTEN SU LECTURA...

Ambas mujeres se sobresaltaron y voltearon. Principalmente Antonieta quien tenía un mal presentimiento con la actitud de aquel hombre.

V: (altanera) ¿y usted quién es?, ¿con qué derecho se mete en conversaciones ajenas?

D: (sorprendido) discúlpeme. No fue mi intención molestarla (caballeroso) simplemente que me da mucho coraje ver que una mujer se menosprecie cuando es (mirándola de arriba hacia abajo) extremadamente bella (sonrió pícaro).

V: ¡no sea atrevido señor! Que si estuvo escuchando, ¡soy una mujer casada! (Molesta).

D: sí, casada con un hombre que tiene una amante bastante vulgar. Dígame, ¿por qué defiende un matrimonio que se está derrumbando?, ¿acaso no se quiere? (Arrogante).

Eso fue el colmo de la situación y a Victoria no le hizo nada de gracia el comentario. Le plantó una buena cachetada y salió de ahí junto con Antonieta dejándolo estupefacto.

D: (hablando solo) vaya, la mujer tiene su carácter. ¡Me gusta, me gusta y mucho!, esta noche creo que no irá a dormir a su casa (riendo).

Victoria por su parte estaba furiosa, ¡¿cómo ese hombre fue tan atrevido?! ¿Qué le importaba su vida?, ¿con qué derecho la juzgaba de esa manera? Antonieta iba caminando atrás de ella con la intención de calmarla. La siguió algunos pasos hasta que logró llegar a su lado.

An: (alcanzándola) amiga, cálmate que no está bien, sólo ignora a ese imbécil.

V: ¿calmarme Antonieta?, ese idiota me dijo que no me valoro por el hecho de decirle que soy casada.

An: bueno, ¡es hombre!, ¿qué más podemos esperar de él?, ¡no le hagas caso!

V: ¿sabes qué es lo peor de todo?

An: ¿qué?

V: ¡que tiene razón! Defiendo un matrimonio que no existe y le doy a Osvaldo el lugar que a mí me quita frente a los demás (impotente).

An: (la abrazó) pero eso no debe importarte amiga. Tú sí tienes respeto por ese matrimonio y si Osvaldo no, pues él será quien quede mal, no tú.

V: ¿de verdad lo crees así? (Incrédula).

An: ¿qué te ganas con atormentarte?, deja que las cosas fluyan y el tiempo pase, no tiene caso que te martirices, vamos a ver en qué terminó el desfile, ¿quieres?

Victoria accedió. Se fueron a sus asientos y para su fortuna, Dionisio había "desaparecido" de ahí. El desfile concluyó satisfactoriamente para Casa Victoria, aunque sus hijos se dieron cuenta de lo ocurrido con Osvaldo y estaban muy molestos. Pero con la persona equivocada.

Fer: mamá no es posible que no defiendas tu matrimonio y permitas que otra te coma el mandado (enojada).

Max: es el colmo ver que mi papá se paseé con su amante y tú no hagas nada, ¿no te respetas? (Molesto).

V: (alzando la voz) en primer lugar, me respetan porque soy su madre y en segundo, su padre está bastante grandecito para saber lo que hace o deja de hacer y no me corresponde andarlo regañando y si tanto les molesta lo que está haciendo, ¡vayan a reclamarle ustedes!

Dio media vuelta y se retiró de ahí. ¡Era el colmo que sus hijos defendieran al infiel de su padre! Eso no iba a quedarse así, ¡Osvaldo se las pagaría!, ya eran muchas humillaciones en una sola noche.

Una vez que acabó el evento del desfile, se dirigieron a un lujoso bar al norte de la ciudad para disfrutar de una cena – baile. Ahí Antonieta, Óscar, Pipino y Victoria decidieron disfrutar la noche sin pensar en nadie más que en ellos cuatro.

O: ¡brindemos por el maravilloso éxito de Casa Victoria esta noche!

P: ¡sí, viva la Reina que siempre nos llena de éxitos! (Alzando su copa).

An: ¡arriba la diseñadora más importante de México!

V: ¡gracias a todo el equipo que se une para éxitos como éste!

Chocaron sus copas y continuaron con su plática mientras en unas mesas más atrás dos hombres continuaban su plática.

A: si mi mamá no fue al desfile, ¡menos va a estar aquí!

D: ya no estoy por tu mamá. Eso fue el pretexto para seguir allá y aquí las cosas cambiaron porque quiero a la diseñadora en mi cama (sonriendo).

A: ¿no entendiste que es casada y que respeta a su marido?

D: no lo respetará si la logro convencer. Alonso (dándole unas palmadas al hombro) aún estás muy tierno en cuestiones de seducción.

A: hagamos una apuesta mi querido Dionisio, ¿te parece?

D: ¿qué clase de apuesta? (Con interés).

A: si te llevas a la modista a la cama, te pago las deudas atrasadas mañana y si no, me darás un plazo de dos meses más, ¿te parece?

D: me gusta la idea (estrechó su mano) ¡trato hecho!

Aunque lejos de contemplar el dinero que recibiría, Dionisio pensaba en su propia satisfacción al ver esa mujer sucumbiendo ante él. Durante una hora se dedicó a contemplar su belleza a distancia. Ella no podía verlo por tanta gente pero en cuanto él vio que sus amigos la dejaron sola para irse a bailar, decidió acercarse a ella.

D: buenas noches señora Sandoval (sonrió seductor).

V: (incómoda) ¿otra vez usted? (Intentando levantarse).

D: (la detuvo amablemente del brazo) por favor, permítame una pequeña plática, sé que comenzamos con el pie izquierdo pero tengo interés de intercambiar palabras con usted (sonrió).

V: (jaló su brazo) pero yo no tengo el más mínimo interés de platicar con usted ¿señor...?

D: Dionisio, Dionisio Ferrer (le besó la mano).

V: (quitó su mano) señor Ferrer ¿por qué no busca alguna jovencita?, mi compañía no creo que sea muy grata y francamente no estoy de humor para conversar con nadie (molesta).

D: ¿para qué buscaría una jovencita?, acaso ¿usted tiene la idea de que alguien joven puede ser mejor que alguien mayor? Porque si es así, déjeme decirle que se equivoca, ¿no ha escuchado la ley de los buenos vinos?

V: ¿qué tiene que ver esa ley con nuestra conversación? (Extrañada).

D: que los buenos vinos entre más pase el tiempo por ellos, saben mucho mejor (seductor).

V: (comenzaba a ponerla nerviosa) ¿y qué con eso?, aún no le encuentro ninguna relación con nuestra plática.

D: que usted es alguien de mi edad y por tanto, el tiempo debe haber hecho maravillas con usted tanto en belleza como en experiencia, ¿así de directo o más? (sonriendo).

V: mire señor Ferrer, ya le dije que soy una mujer casada y no me gustan sus insinuaciones así que si me disculpa (levantándose para irse).

D: no (deteniéndola) discúlpeme por favor, hagamos una cosa, para pedirle mis más sinceras disculpas, permítame invitarle una copa, ¿sí?

V: no (firme).

Victoria se levantó de la silla y caminó hacia la pista de baile. Quería ir a cualquier lugar que estuviera alejado de ese hombre. Sin embargo, Dionisio no pensaba bajar la guardia por lo que la siguió.

Ella se dio cuenta de que él la seguía y buscóalgún lugar para esconderse. Desgraciadamente abrió la puerta incorrecta, llevándoseuna dolorosa sorpresa. 

*Continuará...*

¿Logrará Dionisio que Victoria ceda a conversar con él?


¡Gracias por seguir la historia!

El Sabor del Pecado IWhere stories live. Discover now