XXXIII. Love is in the air

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Paralelamente a ellos los muchachos y Antonieta estaban observando desde la ventana lo que ocurría en la playa.

An: muchachos, yo creo que lo mejor será dejar de espiarlos, no me gustaría ver algo que no tengo que ver.

F: opino lo mismo que Antonieta.

Max: no creo que se pongan a hacer algo indebido en medio de la playa ¡por Dios!

M: pues mira, con todo lo que últimamente mi mamá ha hecho diferente, la creería capaz de eso y de más.

Todos se miraron y concordaron en que lo mejor era irse a descansar, con el paso de los días se darían cuenta de la realidad. Mientras tanto, el par de enamorados.

D: (le rodeó la cintura) ¿por qué no mejor terminamos el paseo por la playa que hace rato no pudimos terminar? (Sonriéndole).

V: me parece perfecto mi amor (sonriéndole por igual).

Caminaron sobre la orilla de la playa, sintiendo el agua del mar correr bajo sus pies, la noche pintaba de un negro brillante, Dionisio la tenía abrazada por la espalda, juntos disfrutaban de esos minutos solos.

D: mi amor, ¿aceptarías entrar conmigo al mar? (Sonriendo).

V: (sorprendida) ¿a esta hora Dionisio?

D: ¿por qué no?, no hay nadie alrededor y la noche está preciosa (pícaro).

V: (comprendiendo todo) ¡estás loco, yo no voy a hacer eso Dionisio!

D: (le besó el lóbulo de la oreja) me muero por estar contigo (con una voz seductora) por favor, llevamos mucho tiempo separados (siguió por la línea de su cuello).

Victoria dejó de pensar al sentir las manos de su hombre recorrer las curvas de su cuerpo. Él desató el lazo de su cuello dejando caer el vestido. Ella iba a protestar pero él no le dio tiempo a pensar en nada más que en dejarse amar.

La volteó quedando ambos de frente. Ella se abrazó a él. De cierta forma sentía vergüenza, aún le daba pena. Dionisio la besó con mucha ternura y comenzó a quitarse el saco y la camisa mientras la besaba.

Se despojaron de sus prendas por completo hasta quedar en ropa interior. Dionisio la cargó y entraron al mar.

V: ¡el agua está helada Dionisio!

D: (riendo) ahorita vas a ver como se te quita el frío mi amor (besándola).

V: ¡eres un loco Dionisio, alguien nos puede ver y nos vamos a meter en problemas! (Riendo por igual).

D: pero soy el loco que tú amas y eso lo perdona todo y si nos cacharan prometo no decirle a tus hijos por qué nos metimos en problemas (bromeando).

V: eres lo mejor que me ha pasado, ¡te amo con toda mi alma!

Dionisio la besó profundamente disfrutando cada centímetro de su cuerpo entre sus brazos. La luz de la luna se reflejaba entre sus cuerpos. A lo lejos se apreciaban unas sombras entre la penumbra de la noche pero, ahí en medio de la soledad del mar, difícilmente podrían ser vistos.

Con manos hábiles Dionisio se deshizo del resto de la ropa que era una barrera entre ellos. Acarició la piel femenina dejando marcado con fuego el sello de que era solamente suya.

Victoria acariciaba su espalda dejándose llevar por la pasión sin pensar en dónde y cómo estaban. Correspondía con la misma intensidad que él. Sus besos eran ardientes. Ambos estaban descargando todo el deseo que se había acumulado en esas semanas separados.

El Sabor del Pecado IWhere stories live. Discover now