XXIII. Arrepentimientos

1.3K 146 19
                                    

Alonso y Norberto salieron detrás de ella. Era obvio que no medía las consecuencias de su actitud. Los muchachos se quedaron abajo por orden de ellos y para evitar más problemas o que ocurriera otra desgracia.

Paralelamente, Hugo descendió con sus acompañantes. Tenía un sentimiento de culpa pero Dionisio le pidió que no llamara una ambulancia, que lo mejor era dejarlo morir, en pleno pasillo se topó con Victoria sin saber quién era pero pasó de largo sin hacer caso.

Victoria tampoco le dio importancia y subió desesperadamente con miles de pensamientos taladrándole la mente y con mucha culpa en su corazón. Al llegar a la puerta del departamento sacó las llaves y entró desesperada.

La escena que se encontró le heló el alma completa. Dionisio estaba bañando en sangre y muy golpeado. Se acercó con lágrimas hasta su lado y lo abrazó.

V: ¡Dios mío!, ¿qué has hecho? (Llorando). ¡Por favor contéstame Dionisio! (Nerviosa).

*Paralelamente*

Norberto y Alonso detuvieron a Hugo en las escaleras bastante molestos y en tono de reclamo le pidieron explicaciones.

N: (agarrándolo del brazo) ¡quieres explicarme qué demonios significó ese disparo!, ¡qué te sucede Hugo!

H: era una cuenta pendiente (disimulando su nudo en la garganta).

A: ¿cómo que una cuenta pendiente?, ¡Dionisio es tu amigo!, ¿qué fue lo que le hiciste?

H: le pegué dos tiros. Lo siento Norberto pero tú sabes cómo se maneja este negocio, no me puedes reclamar nada.

N: pero no eres así normalmente con Dionisio, por favor, ¿qué está pasando?

A: ¿acaso hay algo que no sepamos?

H: (trató de sonar firme) no, no hay nada y si quieren saber más, rueguen porque su mejor hombre sobreviva a semejante atentado.

Hugo no dijo más y salió del lugar dejando desconcertados a Norberto y Alonso que se miraron por un par de segundos antes de subir corriendo a ver a Dionisio.

*En el departamento*

Victoria estaba completamente angustiada. Ya había llamado una ambulancia. Dionisio no le respondía, tenía los ojos cerrados y la culpa la estaba inundando. Tenía los ojos bañados en lágrimas.

D: (abrió los ojos lentamente) a... mor... per... dó... na... me.

V: (le acarició el rostro) no hables por favor, te suplico que te quedes tranquilo, ya viene la ambulancia (nerviosa).

D: nun... ca... olvi... des... que... te... amo (cerrando los ojos).

Norberto y Alonso entraron viendo a Victoria desconsolada, angustiada, nerviosa. Estaba completamente cubierta de sangre porque se encontraba abrazando a Dionisio en la intención de evitar que se siguiera desangrando. Se acercaron a tratar de quitarla de ahí.

V: no me quiten (soltándose de ellos) no me pienso mover de su lado hasta que la ambulancia llegue (llorando).

N: por favor Victoria, déjanos hacernos cargo de esto, todo estará bien (tratando de levantarla).

V: es que no lo entienden (nerviosa) esto pasó por mi culpa, no debí dejarlo solo, ¡maldita sea!

A: (la abrazó) no fue tu culpa Victoria, tranquilízate por favor que no nos ayudas en ese estado.

V: es que está muy mal, no deja de sangrar y me preocupa que no llegue a tiempo la ambulancia (sollozando).

N: va a llegar a tiempo. Cálmate por favor (angustiado).

Ambos estaban sorprendidos. No podían salir de la impresión de ver a Victoria abrazando desconsolada a Dionisio con la ropa bañada en sangre también. Los muchachos subieron, habían visto las camionetas desaparecer y decidieron subir quedándose en shock al ver la escena.

Max: (acercándose angustiado) pero ¿qué fue lo que pasó aquí?

A: (lo detuvo) no te acerques, tu madre está muy angustiada y lo mejor es no alterarla (susurrando).

N: parece que le vinieron a cobrar una deuda a Dionisio que realmente no era suya (con pesar).

M: ¿pero se pondrá bien? (Preocupada).

A: no lo creo, está bastante mal, por lo que veo las balas pegaron en zonas delicadas y está perdiendo mucha sangre.

N: sólo rogamos porque llegue a tiempo la ambulancia.

En cuestión de minutos llegó la ambulancia. Victoria no quiso apartarse de su lado. Los muchachos se fueron en su automóvil al igual que Norberto y Alonso. Todos se encontraron en la sala de espera.

N: ¿ya lo ingresaron? (Llegando apurado hasta Victoria).

V: sí, lo recibieron de inmediato pero ya no me dejaron pasar más (llorando).

Max: (la abrazó muy fuerte) tranquilízate madre, todo estará bien, no tiene caso que te angusties.

V: es que esto es mi culpa Max (nerviosa) no debí dejarlo solo.

A: por el contrario, debes agradecer que no estabas ahí o te hubiera tocado porque esos desgraciados no piensan ni consideran a nadie, sea mujer, niño o anciano, cuando deben cobrar algo, lo hacen sin remordimiento alguno.

V: pero ¿por qué le pasó esto?

N: porque un negocio salió mal gracias a la mujer que te dio a conocer quién era Dionisio (con rabia).

V: ¿por su culpa?

A: mi madre se molestó al descubrir que Dionisio ya estaba en una relación seria contigo y decidió incumplir su parte del trato regresándose a México antes de tiempo, el contrato no se firmó, se perdió mucho dinero y Dionisio pagó solo las consecuencias.

V: ¡maldita sea esa mujer! (Furiosa) pero caro va a pagar lo que hizo.

La miraron con sorpresa pero decidieron dejar el tema por la paz un momento. Norberto y Alonso estaban intentando localizar a la doctora que siempre atendía a Dionisio sin éxito. Media hora después Norberto y Alonso vieron aparecer por el pasillo a la doctora de siempre.

N: (alcanzándola) Hannah dime que ya te estás haciendo cargo de Dionisio por favor (nervioso).

A: dinos que está bien por Dios (alterado).

H: (suspiró) primero necesito que se calmen y me expliquen ahora qué demonios fue lo que pasó (en voz baja).

V: (se acercó sorprendida) ¿Hannah? 

*Continuará...*

¿Qué sucederá ahora? ¿Hannah será una cómplice o una enemiga?


¡Gracias por seguir la historia!

El Sabor del Pecado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora