—Cuando regresen con el cadáver, le darán sus collares al profesor Mantor —masculló—. Ni un segundo más del necesario con ellos.

Todos nos esforzamos por poner caras de responsabilidad mientras los recibíamos y pienso que merecemos algo de crédito por haber aguantado la risa hasta que volvimos al hall de recepción.

Alguien nos esperaba allí.
El profesor Mantor era un tipo inmenso y de cara ruda. Una cicatriz le cruzaba la mejilla derecha y parecía que alguien le había roto la nariz en algún momento.

Nos dio una mirada de censura mientras intentábamos dejar de reír.

Irina, evidentemente, fue la primera en recuperar su posición de seriedad.

—Adelante —fue todo lo que dijo el profesor.

Lo seguimos a través del patio, esquivando los setos y adentrándonos en el bosque.

Ninguno de nosotros podía despegar la vista de Irina, pero a diferencia de los últimos días, ella caminaba sin vacilación y si no fuera porque la palidez intrínseca de los vampiros hacía imposible decir algo parecido, hubiera dicho que tenía color en las mejillas.

La noche era oscura y el bosque de Beckendorf estaba repleto de insectos que dificultaban el avance, incluso con hechizos repelentes.

Irina tenía razón: el profesor Mantor era un pésimo rastreador. La única razón por la que aventuré que podría haber llegado hasta aquí era que sabía de memoria la teoría.

"Un hechizo de perímetro por zonas nos vendría bien, señorita Britt". "¿Alguien quiere que le enseñe a hacer un encantamiento de rastreo por huellas?" "Tal vez podemos tener una pequeña lección para que realicen el bloqueo de zona ustedes mismos".

Pero hasta ahora no lo había visto hacer nada más que el hechizo repelente, y era el peor de los cinco porque no podía parar de rascarse la cara.

Finalmente, después de que el profesor ofreciera adelantarse para verificar la seguridad de un claro lleno de niebla, Irina habló:

—Necesitamos separarnos de él.

—No creo que nos deje —murmuró James haciendo surgir fuego en su mano para apartar a un escarabajo ígneo, resistente a los hechizos.

—Voy a intentarlo —respondió ella cuando el profesor regresó.

—Todo bien adelante, sigamos.

—Profesor —dijo Irina—, James ha sentido una vibración en su onda expansiva al oeste.

El tipo puso una cara confusa pero se recuperó rápidamente

—Por supuesto —exclamó—, también la he sentido yo, por eso es que avanzamos en esa dirección.

—Profesor —volvió a decir ella—, el problema es que yo oigo movimiento al norte, ya sabe...mis sentidos son más agudos.

El hombre nos miró con el ceño fruncido. Intenté con todas mis fuerzas no reírme de su expresión confusa. Casi podía ver los engranajes dando vueltas en su cabeza.

—Tal vez si nos separamos —sugirió Irina—. Nosotros podemos verificar esa zona, solo por si acaso.

No podía ser verdad. Incluso un idiota vería con claridad que este plan era un asco.

—¿Quiere que deje a cuatro estudiantes ir solos tras una pista que no he detectado, señorita Britt?

—No, señor. Solo pensé que podría cubrir esa zona para estar segura y que ellos pudieran cubrir los puntos ciegos. Hemos tenido misiones así antes, y siempre no han dicho que es mejor si tenemos experiencia directa sobre trabajar en equipo. Cuatro estudiantes son suficientes para un lobo. Si vamos con usted, demoraremos más y de todos modos, no lucharíamos porque usted puede solo con él. Incluso si nos separamos, usted siempre tendría el crédito de la Cofradía, ¿no?

La señal del vampiro (Igereth #2)Where stories live. Discover now