Capítulo 45 - EL CAPÍTULO PERDIDO

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1 de Enero. Rio de Janeiro. Nueves meses atrás.

La fría brisa nocturna hizo que la piel de Sara se pusiera de gallina cuando abrió la puerta de su habitación.

En las otras habitaciones aún se veían luces encendidas y se escuchaban ritmos de samba y música electrónica a pesar de las altas horas de la madrugada, todos seguían celebrando. Intentando que no se filtrara mucho la luz y despertara a Valeria, salió y cerró la puerta con rapidez.

El mundo estaba dando vueltas, pero se sentía demasiado achispada como para dormir. No, quería saltar, bailar, quería correr, la adrenalina apenas estaba corriendo por su cuerpo. Era la primera vez que pasaba unas vacaciones en las que en verdad se estaba sintiendo feliz.

Había sido un regalo de Felipao y de su papá, ella ya llevaba un par de días en Rio cuando habían llegado Valeria y Tomás de sorpresa para pasar año nuevo juntos. Por primera vez en su vida podía decir que tenía amigos, amigos de verdad, quienes no la miraban con odio o con envidia, con quienes podía divertirse y ser ella misma, amigos con los que no tenía que fingir. Algunas veces tonteaban o discutían, pero cuando eso sucedía siempre lo hablaban y lo arreglaban. Al principio se había sentido como un extraterrestre pasando tiempo con ellos porque nunca se había acercado tanto a alguien y no entendía la mayoría de sus chistes, pero poco a poco ellos le habían enseñado.

No quería perder eso, no quería perderlos a ellos.

Cuando llegó al vestíbulo del hotel y salió para dirigirse a la playa se alegró al ver que ya no había tantas personas como unas horas atrás. A la media noche habían salido allí a hacer un ritual con la familia de Felipao y a lanzar globos de papel al cielo antes de la celebración. Había sido la mamá de Felipao quien le había pasado tantos cocteles, tal vez lo había hecho sin intención, pero tampoco se había negado, así que era la primera vez en su vida que estaba un poco ebria, pero se prometió que no volvería a beber jamás.

En su camino se cruzó con varias parejas bailando y besándose medio ocultas por las luces de las antorchas, afortunadamente la playa era privada y la mayoría debían haber trasladado la fiesta a otros lugares de moda, así que nadie le estaba prestando atención. Una nueva ráfaga de viento removió su cabello y la falda de su vestido, protegiéndose con sus manos encontró un lugar y se sentó en la arena a mirar el mar y el reflejo de la luna brillante.

Erika se había quedado en Nueva York para pasar año nuevo con su familia, a pesar de que su relación con su papá y la familia de Felipao era buena, aún no tenían la suficiente confianza para pasar las fechas todos juntos, así que ahora se dividía Navidad con su mamá y Año Nuevo con su papá. La Navidad había sido buena con sus abuelos, pero mil veces más tranquila que las locas celebraciones de año nuevo con su papá. Sara suspiró, tal vez algún día podrían celebrar todos juntos.

-¿Qué haces aquí?

Sara saltó y levantó la mirada de inmediato cuando sintió una mano tocando su hombro. Intentó calmarse al ver que era Tomás, pero su corazón ya estaba latiendo desbocado.

-¡No vuelvas a hacer eso! -se quejó-. Sólo salí a buscar a Morfeo porque no quiere venir a mi cama.

Tomás no sonrió, él estaba mirando al resto de la playa, como si estuviera contando la cantidad de personas que había y los posibles peligros a los que estaba expuesta allí. Él siempre pensaba en cuidarla, siempre la protegía como si fuera su hermana menor.

Sara sintió una punzada, tendría que ser producto de los tragos.

-Además, ¿tú qué haces aquí? -levantó su cabeza para poder mirarlo-. Creí que estarías durmiendo como todos.

AtrapadaWhere stories live. Discover now