Capítulo 34 - PERSEGUIDA

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Para poder asistir a tiempo a la cita que había prometido a Alex en Dalí, Sara tuvo que detenerse en una boutique por el mismo sector donde vivía Pierre y entrar a comprar ropa para poder sacarse el uniforme sin tener que ir a su casa. Ya que no tenía muchas ganas de buscar y probarse ropa, permitió que la chica que estaba atendiendo eligiera por ella. Sara se miró en el espejo y asintió agradecida, el sencillo mini vestido color verde lucía bien en ella con unos botines, Sara se miró en el espejo un momento antes de moverse a buscar su tarjeta de crédito. Últimamente no quería ver su rostro, ni siquiera sabía si recordaba cómo se veía cuando sonreía.

Luego de pagar, guardó en el baúl su uniforme y salió directo a Dalí. En realidad no recordaba muy bien en qué parte exacta de la zona universitaria quedaba ubicado, así que no tuvo más remedio que hacer uso del GPS hasta que encontrara una forma de llegar. Sara vio la pantalla de su sistema de altavoz cuando entró una llamada, llevaba días sin hablar con Mario y si debía ser honesta, ya lo había metido en bastantes problemas con las fotos, si seguía buscando apoyo en él iba a terminar haciéndole daño así como a todos los demás.

Estoy rota.

La música de ese día en Dalí era diferente, no era sólo la guitarra y la chica cantando, había todo un grupo completo apoyados con tambores y panderetas, todos ellos vestidos como si fueran gitanos.

—Hola belleza, regresaste —Sara se movió cuando vio a Sergio, el amigo de Alex, mientras dejaba unas cervezas en una de las mesas.

—Hola, creo que sí... —saludó tímidamente—. ¿Sabes si Alex ya está aquí?

—Si sabe que estás aquí, no debe tardar mucho. Aunque no es como si lo extrañáramos, ¿verdad? —Él le hizo un guiño y luego la guio a una de las mesas donde mejor se podía ver al grupo tocar.

—Gracias, pero creo que no quiero tomar nada por ahora —tuvo que hablar alto para que entendiera por encima de la música.

—Créeme, cariño, necesitas tomar algo —Él también habló alto—. Aquí no somos tan exclusivos para tener cocteles, pero creo que para el día de hoy vas a necesitar un tequila.

—De acuerdo, gracias —Sara intentó sonreírle, no iba a discutir por una bebida que ni siquiera pensaba tomar, aunque su determinación pasó a ser confusión cuando vio que él traía la botella completa, Sara tembló y vio en todas las direcciones en caso de que alguien se estuviera fijando en ella y su cara de menor de edad.

—Sergio ¿Por qué crees que voy a necesitar esto? —preguntó perpleja—. ¿Acaso me voy a lanzar de bungee jumping o algo así?

Sergio abrió la botella aun sonriendo.

—Alex me dijo ayer que hoy sería un día muy especial —comentó mientras servía una copa—. Un aniversario o algo así, ustedes las mujeres son quienes saben de esas fechas especiales.

—Si es requisito saber fechas especiales para poder ser mujer, de ahora en adelante voy a decir que soy una lámpara.

Sergio sonrió.

—Te creería, siempre que entras iluminas este lugar.

Sara sacudió la cabeza.

—Ni siquiera recuerdo qué día es nuestro aniversario —confesó—, nuestra relación ha sido un poco complicada.

Él asintió como si en verdad la entendiera.

—Bueno, tal vez si bebieras un poco de esta copa, yo podría recordar algo más.

Sara frunció el ceño ante el obvio intento de chantaje, pero era sólo un poco y en realidad quería saber si Alex era de esos que se tomaban en serio las fechas especiales. Ella respiró hondo y se tomó el contenido de la copa de una bocanada, toda su garganta ardió y no pudo evitar hacer muecas, pero dejó la copa sobre la mesa y sonrió orgullosa.

AtrapadaWhere stories live. Discover now