Capítulo 41 - RUMORES

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Mientras esperaba a David, Sara entró al chat como invisible sólo por curiosidad, al parecer toda la ciudad se había puesto de acuerdo, todos estaban conectados. Empezando por Val, Cris y Tomás, Sara se estremeció al pensar de qué podrían estar hablando. También estaba Alex, quien debía seguir enojado y ahora con lo que había sucedido unas horas atrás, no tenía energía para enfrentar. Allí también estaban sus papás, Erika debía estar conectada hace poco. Otros que también estaban eran Felipao y otros amigos modelos, también estaban Mario y Pablito, hasta Emma y otros del colegio... Todos estaban conectados, todos menos ella.

El mundo seguía girando sin ella.

Sara suspiró al recordar la red social, esa página donde todos publicaban sus fotos y comentaban lo que se encontraban haciendo. La verdad era que llevaba bastante tiempo sin prestar atención a aquella página, había renunciado a compartir su vida allí desde que había leído en un grupo como varias compañeras de colegios pasados la despedazaban en críticas.

Era estúpido, todos los comentarios se debían a su físico o forma de vestir, pero en realidad pocos se habían tomado la molestia de contar cuando había sido amable con ellos o les había hecho favores. Como aquella chica a quien había defendido una vez cuando le estaban diciendo gorda, Sara había leído como esa misma chica se había unido a los comentarios inventando que la había visto borracha besando a dos chicos en una fiesta una misma noche. Era horrible hacer favores esperando algo a cambio, pero lo mínimo que podría haber hecho ella como agradecimiento sería no haber inventado cosas para humillarla.

La gente estaba muy equivocada al pensar que las victimas de matoneo escolar eran sólo los débiles o poco agraciados. No, todos recibían por igual su cuota de críticas o eran destrozados con rumores, todos siempre estaban buscando algún defecto en los demás, y más cuando otros decían que eran guapos o inteligentes. Pocas personas acostumbraban a ver lo bueno, así fuera poco, en otras personas, muchos sólo querían odiar y humillar para sentirse mejor.

En fin, desde ese día había renunciado a ser amable con las personas con quienes estudiaba, ahora todos podrían pensar lo que quisieran de ella.

La foto de su perfil llevaba meses allí, había sido tomada en la playa cuando había viajado a Cancún con Erika el verano pasado. Allí salía con un bikini negro y un sombrero de paja sentada en la playa, esa foto la había tomado Erika y le encantaba, pero ya era hora de cambiarla. Al entrar a su perfil se sorprendió al ver que le habían escrito bastante en ese tiempo: amigos, conocidos y hasta completos desconocidos. Allí había mensajes con invitaciones a fiestas y otros de felicitación por su campaña en Excel. Sara se estremeció al ver la casilla de amigos, allí salía la imagen miniatura de Tomás, tenía la foto del portarretratos, la de Rio de Janeiro. Sara no pudo contenerse y entró a su perfil.

A él también le escribían bastante, sobre todo sus amigos quienes compartían fotos o videos, había un par de comentarios en los que le decían que sentían envidia de él en medio de esas dos bellezas en la foto, uno era de Pablo, su vecino, lo que la hizo sonreír. Sara estaba a punto de salir de allí cuando leyó un comentario de Valeria:

“Claro Tommy, allí estaremos. :) ¡Y NO VOY A LLEVAR LIBROS! Te odio, pero para suerte tuya gana el poquito que te quiero.”

—¿En dónde van a estar? —Sara gruñó. Odiaba querer meterse y averiguar sobre la vida de los demás, pero al tiempo se sintió rechazada, olvidada. Las cosas ya no podrían ser como antes, no necesitaba saber a dónde irían, ver la forma en que seguían con sus vidas mientras ella seguía estancada ya era lo suficiente doloroso.

Sara sintió ácido en su garganta cuando encontró un mensaje de Katherine:

“Tommy, me gustaba más la foto que tenías antes. No sé, las chicas podrían pensar que eres un Don Juan…”

AtrapadaWhere stories live. Discover now