Capítulo 44 - INVENTOS

1.9K 48 6
                                    

Sara bajó a su auto con un nudo en la garganta, pero intentando con todas sus fuerzas no romperse a llorar, no otra vez.

Ahora sí que se había quedado completamente sola.

Había llegado el momento en que en realidad no sabía qué hacer para arreglarlo, desde el principio había fallado, cuando había empezado a comportarse como una niña caprichosa y hacer su campaña para ser expulsada de todos los colegios, cuando se le había ocurrido la gran idea de querer ser una tonta superficial. Ahora no había forma de arreglarlo, tenía que empezar a asumir sus consecuencias. Si tan sólo regresaran aquellos sueños felices con su nana, haría lo que fuera por quedarse allí eternamente, pero hasta esos sueños la habían abandonado.

—¡Sara! —ella estaba abriendo la puerta de su auto cuando vio a Mario acercarse corriendo, lo que era todo un milagro para ser él. Iba vestido con uno de sus extraños atuendos, con pantalón negro, camisa violeta con pequeños estampados y una bufanda blanca.

—No ahora, Mario —dijo en voz alta—. Necesito estar sola.

Cuando finalmente se acercó, él se detuvo frente al auto completamente agotado.

—Aunque me grites y me golpees, hoy no voy a dejarte sola... olvídalo —alcanzó a decir entre jadeos mientras abría sus brazos para impedirle el paso.

—¿Qué? —Sara le dio una sonrisa torcida—. ¿Crees que me voy a suicidar?

—¡No digas eso ni en broma! —Mario la miró con gravedad—. Ábreme la puerta, ahora.

Sara suspiró.

—Sabes que no hablo en serio, no vayas a llamar a mi psiquiatra.

—Lo sé —él apoyó sus manos en el auto intentando recuperar el aliento—. Eres una luchadora, jamás harías algo así.

Sara lo miró en silencio, así estuviera allí porque su papá se lo había pedido, sabía que su intención era buena.

—Mario —preguntó después—. ¿Por qué te agrado?

Él la miró frunciendo el ceño, luego sonrió, lo que provocó que se notaran los hoyuelos de sus mejillas.

—Tendría que ser un tonto para que no me agradaras, me has hecho ganar más dinero en estos meses de lo que he ganado en años.

Sara sonrió.

—Eres un tonto.

—Bueno, puede ser que también me haya reído bastante con la broma que le hiciste a la chica pelirroja.

Sara sonrió recordando ese bello momento.

—Emma no va a descansar hasta vengarse de mí por eso.

—Tampoco es como si estuvieras muy asustada.

Era cierto, en el fondo tenía que reconocer que su guerra con Emma era de las pocas cosas divertidas que tenía su vida en ese momento.

Finalmente tuvo que aceptar que Mario no la dejaría en paz hasta que se asegurara de que estaba bien, así que se subió y desactivó el seguro para que él se subiera al puesto de copiloto.

—No tienes que hacer esto, Mario, en serio —murmuró cuando empezó a conducir.

—Insisto —dijo él tranquilamente—. Mis opciones son o acompañarte, o asistir a una reunión donde piensan darme mucha comida y sabes que estoy cuidando la dieta.

Sara intentó no poner sus ojos en blanco. Mientras hablaba, Mario estaba abriendo un chocolate Lindt que había sacado del bolsillo de su colorida camisa, luego sacó otro y se lo pasó.

AtrapadaWhere stories live. Discover now