Capítulo 20 - NOBEL

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Cuando Tomás estacionó Sara lo sintió tensionarse y tuvo que volver a mirarlo, cuando se dio cuenta que su mirada seria se dirigía al frente frunció el ceño, pero cuando siguió la dirección de su mirada se estremeció. Era un convertible plateado, pero la razón de la tensión era más exactamente quien estaba parado a su lado. Alex llevaba una camisa manga larga de cuadros remangada y estaba fumando tranquilamente mientras su hermana le hablaba, aunque toda su atención estaba en ellos. Sara no lo había visto desde esa noche, y en ese momento—cuando aún estaba alterada por el bolso rosa y su contenido—se dio cuenta de que no quería verlo aún.

El silencio duró unos segundos, después Tomás dio un pesado suspiro y abrió la puerta para bajarse.

—Vamos, es tarde.

Mientras Tomás abría la puerta trasera y sacaba las maletas de ambos, Sara se tomó su tiempo para bajarse. Ella no sabía qué hacer, si saludar a Alex o hacer como si no lo conociera, era muy incómodo porque sentía que Alex no le quitaba la mirada de encima, sobre todo cuando ambos se dirigieron a la entrada sin prestarle atención. Muchas cosas pasaban por la cabeza de Sara en esos momentos y no eran nada agradables, las palabras “cárcel” y “bolso rosa” la hicieron bufar

Cuando sintió que ya estaba fuera de su vista se relajó un poco y miró a Tomás.

—Lo siento, fue incómodo.

Tomás le pasó su maleta, su mandíbula aún estaba apretada como si estuviera enojado.

—Yo te lo prometí, voy a respetar tu decisión —murmuró antes de seguir caminando. Sara estuvo inmóvil por un momento frunciendo el ceño, sabía que a Tomás no le gustaba nada Alex, pero era como si ella peleara con él por aquel bolso rosa y ella no estaba diciendo nada, ¿verdad? Porque en realidad no importaba quien era la dueña de ese bolso, Tomás era su amigo y si salía con alguien iba a apoyarlo.

Si, ahora necesitaba convencer a su cabeza de eso.

Caminando nuevamente para alcanzarlo, algunos compañeros la saludaron y Sara se sintió cómoda con facilidad, se sentía tan bien regresar al colegio que eso ayudó a que recuperara su buen humor. Una de las cosas más sorprendentes era que ahora la mayoría de chicas habían empezado a modificar sus uniformes. No se podía decir que era una copia a lo que había hecho ella, pero la verdad era que ella si había sido el conejillo de indias; al ver que no le habían dicho nada por cómo había llevado el uniforme el día de la pelea, se habían decidido aventurarse a cambiar los de ellas.

Bueno, todos excepto Valeria, quien se acercaba con el uniforme tal como lo llevaba siempre.

—Llevas el uniforme sencillo y zapatos bajos —dijo mientras la abrazaba—. Inteligente Smith, muy inteligente.

—Y mi papá me hizo las ondas —no pudo evitar contar con orgullo.

Al entrar al salón aquella magia del regreso a clases se vio opacada mientras veía a la causa de sus problemas acercarse. Emma si había llegado tranquilamente con su falda corta, llevaba calcetines blancos con detalles rosados y tacones, un abrigo verde oliva y su cabello rojizo trenzado.

Sara se estaba preparando para escucharla, pero intentó no reaccionar cuando vio que ella no se estaba acercando a ella sino a Tomás.

—Hola, tutor —dijo alegremente mientras le daba un beso en la mejilla.

Automáticamente la mano de Sara se cerró en un puño como si hubiera cobrado vida, era como cuando los perros reaccionaban al detectar un olor extraño. Sara no supo cómo, pero Valeria la tomó de la mano y la obligó a abrirla para unirla a la suya y seguir caminando al puesto.

AtrapadaWhere stories live. Discover now