Capitulo 12. SUSPENDIDA

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—Dos días sin colegio.

—Hace unos meses habrías hecho fiesta. Has cambiado —dijo Val al volante.

Sara suspiró.

— Es sólo que estoy pensando en Tomás y en Alex.

—¡Ah! ¿eso? No te preocupes, creo saberlo. Los papás de Michelle están invitados a los cumpleaños de Juliana, tal vez Tommy estaba confirmando el horario con el hermano de Michelle, que casualmente es Alex.

Sara puso los ojos en blanco, eso ni la misma Val se lo creía.

—Además Val, en otro momento Tomás habría estado allí en la enfermería mientras me curaban, ahora me dejó allí y se fue.

—Para eso me tienes a mí, ¿no? No tengo tantos músculos, pero puedo contigo. —bromeó Val, luego la miró más seria—. Mira, S. Tomás tiene vida, ¿sabes? Él no puede estar todo el tiempo cuidándote.

Sara sintió que algo le dolía, algo que no tenía nada que ver con la golpiza de Emma. Lo que a ella en realidad le dolía era pensar en que su mejor amigo finalmente se hubiera cansado de todos sus dramas, él y Val eran todo lo que tenía allí, eran los únicos que hacían que quisiera ir a ese lugar.  Sara se masajeó las sienes con sus dedos, tal vez había algo mal con ella, tal vez dejar de ver tanto a su psicóloga la estaba convirtiendo en una loca.

Al final dejó que Val se llevara su auto, tampoco lo iba a necesitar mientras estaba suspendida. Entró en silencio al Penthouse dispuesta a buscar algo de comer y acostarse dormir un rato cuando vio que había alguien en la terraza, dejando la maleta en las escaleras se acercó sorprendida de ver a su mamá tan temprano en casa.

—¿Mamá? no sabía que ya estabas libre —Ella estaba sentada dándole la espalda y en el lienzo estaba empezando a pintar una replica de la hermosa aunque fría tarde con nubes en tonos purpuras que se veían desde esa altura. La vista había sido la mejor parte de ir a vivir allí, aunque tristemente no pasaban mucho tiempo disfrutándola.

—Es mi tercer intento, he perdido completamente la práctica —dijo su mamá sin moverse, se escuchaba emocionada.

—Creo que la tercera es la vencida —Sara sonrió—. Um, ¿Eso quiere decir que todo va bien con el vendedor?

—No lo llames así, pero creo que si…  ¡Por Dios hija! —su mamá se levantó de saltó al verla por primera vez—. ¿Qué te pasó? Fue el auto, ¿verdad? yo lo sabía, ¡William me va a escuchar!

—No, mamá —Sara no pudo evitar sonreír—. Tuve una pelea en el colegio… y, um, bueno, creo que estoy suspendida dos días.

Erika frunció el ceño mientras se acercaba a revisar la cura en su rostro.

—Jesucristo, pero si te atacaron a ti ¿por qué estas suspendida?

—Es culpa de las dos, mamá. Parece que no podemos estar en el mismo lugar sin causar una catástrofe —Sara suspiró—. Pero ya no importa, vamos a hacer las paces en dos días públicamente para mostrar nuestra buena voluntad.

—Emma López nuevamente —su mamá suspiró—. Es mejor que te cambies mientras te preparo algo. Joss no está y ahora mismo parece como si llegaras de una guerra.

Esa de hecho había sido una guerra, las personas solían subestimar mucho las peleas entre mujeres, la parte física era la menos importante, lo que se ocultaba de fondo asustaría a cualquiera.

Sara entró al baño y cuando se vio en el espejo suspiró, últimamente era normal en ella verse como una loca. Decidió no insistir en su cabello y apenas tuvo energía para quitarse el poco maquillaje que llevaba,  luego fue a buscar las sales marinas y los aceites de su mamá, los mezcló con agua tibia en su bañera, entró y se quedó allí escuchando musica. Su mamá había dejado choclate y pasteles sobre su cama cuando salió, apenas saboreó la comida y luego cayó en un profundo sueño. Apenas fue consciente unas horas más tarde cuando su mamá se despedía para ir a la fiesta de la mamá de Tomás.

AtrapadaWhere stories live. Discover now