Capítulo 38 - RETO

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—¿En qué diablos me metí?

Sara iba conduciendo pensativa, era extraño como luego de salir del consultorio de la doctora estaba sintiendo como si estuviera perdiendo el efecto lava-cerebros que tenía esa mujer. La doctora Vélez era un peligro para su salud mental.

En el fondo ella sabía que no podía estar cerca a Tomás nuevamente sin cometer alguna tontería, además en el colegio él siempre estaba en compañía de alguien como Val o sus amigos y fuera del colegio… probablemente pasaba tiempo con su novia. No tenía forma de encontrarlo a solas y cumplir con el reto de la doctora, y tampoco era como si quisiera hacerlo. El plan de la doctora iba camino al fracaso desde el principio.

Del lado positivo, al menos ya no estaba sintiendo como si alguien la estuviera persiguiendo, otra prueba más de que su estado emocional y sus pesadillas estaban jugando con su mente. Necesitaba encontrar una formula para poder dejar de tener esos sueños, así aquello le costara renunciar a ver a su nana. No quería hacerlo, pero las últimas pesadillas en ese callejón la estaban alterando más de lo normal. Sara se detuvo un momento y buscó la botella de vodka, apenas había bebido un poco cuando empezó a toser. Su garganta ardía, pero bebió un poco más antes de volver a esconderla bajo el asiento del copiloto. Necesitaba lagunas mentales, cuando las tenía nunca soñaba con nada.

—Hola, busco a Emma Lopez —dijo al vigilante al llegar al condominio de su nueva aliada.

—Si, la señorita la esta esperando. Siga.

Mientras entraba, Sara tomó un poco de agua y buscó un caramelo para ocultar que había bebido. Emma la estaba esperando fuera de su mansión vestida con sencillos pantalones vaqueros, una camisa gris y botines amarillos, aunque lo que en realidad llamó su atención fue su cabello; ahora lo tenía de un tono rojizo más natural y lo llevaba un poco más corto. Sara frunció el ceño cuando la vio acercarse al auto mientras se estacionaba.

—Sara, entra el auto al garaje —le dijo mientras miraba en todas las direcciones—, ahora te explico.

Con un encogimiento, decidió no discutir y hacer lo que pedía.

—¿Me vas a decir que pasa? —preguntó al bajarse, había estacionado su auto al lado del Mercedes blanco de Emma.

—Es sólo que Alex está en la casa de sus papás y no quiero que sepa que estás aquí —repuso ella mientras se cerraba el portón automatico.

Alex. Sara recordó que no lo veía desde que había salido huyendo de su edificio. ¿Estaría enojado con ella? Ahora que lo pensaba, él no la había llamado o enviado un mensaje desde entonces, aunque ella tampoco lo había hecho, así que probablemente estaba furioso con ella. Genial, otro más para la lista.

—¿Por qué no quieres que lo sepa?

—Sólo lo prefiero así —Emma parecía frustrada—. Él no puede saber que estamos hablando, o en tregua... o como se llame.

Ni siquiera Emma sabía como llamar a lo que estaban haciendo, si eso no era prueba de lo mal que estaban ambas de la cabeza, no sabía que podría serlo.

—De acuerdo —aceptó con un encogimiento.

Emma la llevó por su enorme mansión hasta un estudio que parecía pertenecer a ella por los colores pasteles y decoración, Sara tomó asiento en un sofá blanco y cerró por un momento sus ojos, estaba agotada.

—A propósito —murmuró—, te quedó muy bien el cabello... y te ves mejor sin esos lentes azules.  

Hubo una pausa mientras Emma tomaba asiento cerca.

—¿Lo dices en serio? —preguntó con cautela.  

Sara sonrió.

—Claro, jamás miento sobre eso. Me alegra que decidieras cambiar de estilista.

AtrapadaWhere stories live. Discover now