Capítulo 17. BIENVENIDA

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—Uh, ¿Tommy? —empezó Sara cuando iban saliendo de la habitación. Él dio la vuelta para mirarla inmediatamente—. El lunes, en el cumpleaños de tu mamá... ¿hablaste con Emma?

Él lo pensó un momento, luego se encogió de hombros.

—Sí. ¿Por qué?

Sara dudó.

—¿Y qué tal?  

Él frunció el ceño confundido.

—Como hablar con cualquier otra persona.

Sara empezó a jugar con su cabello sin mirarlo directamente.

—Y cuando hablas conmigo... ¿también es como hablar con cualquier otra?

Él sacudió la cabeza y empezó a reír.

—Tú nunca serás como cualquier otra, Sara.  

—¿Qué? —Sara lo miró ofendida—. No me parece gracioso, ¿por qué dices que no soy cómo cualquier otra?

Tomás levantó una mano y la puso sobre su mejilla haciendo que ella lo mirara nuevamente.

—Porque cualquier otra chica no enviaría un mensaje a escondidas y luego saldría corriendo por un centro comercial.

Sara lo miró enojada, sus mejillas se sentían calientes.

—Lo supiste todo el tiempo ¿verdad? ¡Oh, Dios mío, tus amigos me vieron! —Nunca se había sentido más avergonzada, ni siquiera cuando vio el video de su pelea con Emma o la foto de esa mañana.

Tomás estaba sonriendo mientras sacudía su cabeza.

—Claro que no. Lo supuse cuando iba saliendo y la gente estaba hablando de una chica muy bonita que corría como si la persiguiera un asesino en serie.

—Sólo lo dices para que me sienta mejor.

—¿Funciona? —Preguntó él, luego tomó su mano—. Vamos, van a llegar pronto y tenemos que recogerlos.

Apenas al salir detectó que desde la cocina llegaba un olor a comida que inundaba toda la casa, Sara recordó que sólo había comido una parte del sandwich en la mañana y supuso que esa habría sido la causa del desmayo… Bien, y correr para llegar al auto también y sin mencionar la resaca por la noche anterior, la presión...

Mario estaba hablando por teléfono, él lo cubrió un momento para mirarla.

—Princesa. ¿Qué licor le gusta a Will?

—No pidas nada, Mario, no es una fiesta —respondió inmediatamente sintiendo la mirada de sus amigos encima—. Además prometí portarme bien.

Mario sólo sonrió antes de seguir hablando.

—Bueno, supongo que una bienvenida con Coca-Cola será genial.

Sara buscó su celular y suspiró al no ver llamadas perdidas, pero ella no podía hacerle esto a Erika así que decidió llamarla. El teléfono fue buzón inmediatamente, después de otro intento decidió dejar un mensaje de voz:

—Mamá, soy yo. Sé que no estás bien y crees que esto es un circo, pero estoy en el apartamento de papá, me voy a quedar aquí y voy a darle la bienvenida. Si quieres venir, aquí te esperamos —Sara hizo una pausa sintiéndose irritada por esperar aún algo de ella—. No es justo que por culpa de ese vendedor nos hagas esto, mamá. ¿Sabes qué? no quiero volver a casa... ¡Me voy a quedar con mi papá! —y luego colgó.

Faltaba casi una hora para que llegara el vuelo, ya era tiempo de ir al aeropuerto. Cuando regresó a la sala vio que Tomás y Val estaban riendo y se sentó al lado.

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