Capitulo 13

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Me suelta el mentón, suspira frustrado y, antes de que me dé cuenta, me agarra y me echa sobre la encimera. Me abre de piernas con los muslos, y ese movimiento hace que se suba el vestido. Me ataca la boca con su lengua inexorable y hunde profunda y ávidamente. Ese asarto impulsivo me coge por sorpresa, pero no tengo fuerzas, ni físicas ni mentales, para detenerlo. Empieza a embestirme con las caderas mientras me consume la boca, y de inmediato siento escalofríos por todo el cuerpo y un calor húmedo entre las piernas. Me agarra el trasero para acercarme más a él y noto su entrepierna pegada a mí. ¡Joder! gimo cuando mueve las caderas, sin experimentar la más mínima vergüenza al revelarle que estoy más caliente que una bombilla de mil vatios. Se aparta de mis labios y me mira con fijeza mientras respira con dificultad, con los ojos avellanas cargados de ansia descargada. Sé que lo míos lo miran del mismo modo

-Me encantas, ____- se inclina y me besa, me acaricia suavemente la lengua con la suya.:- Ora sei mio- dice en italiano me creo que es. Aunque no se que a dicho me da igual. Mueve las caderas y hace que me yerga y me tensa para aliviar el impecable ardor que siento entre las piernas. Estamos cara a cara-. Sarai mia per sempre- vuelve hablar en italiano, a lo que entiendo seras mía para siempre. Lo rodeo los hombros con los brazos y le beso los labios húmedos y exuberantes. Es mi manera de decirle que acepto. Estoy desesperada por volverle a tenerlo. Estoy metida en buen lío.

-Voy a peseer cada centrómero de tu cuerpo. - Subraya toda y cada una de sus palabras-. No habrá ni un solo milímetro de tu ser que no me haya tenido dentro o encima.
Lo dice con un tono sexual y tremendamente serio, lo que no hace sino aumentarle un poco más el ritmo de mis latidos.
Pero ¿Cada centímetro? ¿Debería investigar algo más esa afirmación? No tengo oportunidad de hacerlo. Me pone de pie en el suelo y me da la vuelta. Me quita el sujetador y lo tira a un lado con la misma celeridad.
Se inclina y me besa el cuello descubriendo. Su aliento fresco y la calidez de su lengua me provoca delicioso escalofrío. Dios, estoy tan excitada que tiemblo. Doblo el cuello y encono los hombros para aliviar los escalofríos me recorren por todo el cuerpo. Desliza la boca hasta mi oído- Date la vuelta.
Obedezco. Me doy la vuelta y lo miro. Con expresión de pura determinación, me levanta y vuelve a colocarse sobre la isla. Apoyo las manos sobre sus hombros, pero él me las agarra y yo permití a regañadientes que las baje y haga lo que aferre el borde de la encimera.

-Las manos se quedan ahí- dice con firmeza cuando me las suelta. Su orden está cargada de seguridad. Introduce los dedos por la parte superior de mis bragas y tira de ellas-. Levanta.
Cargo mi peso sobre los brazos y alzo el trasero del mueble para que pueda bajármelas por las piernas. Vuelvo a apoyarlo cuando me veo libre de las restricciones de mi ropa interior. Estoy desnuda por completo, pero él sigue totalmente vestido. Y no parece tener intenciones de quitarse la ropa de momento. Quiero verle el pecho. Suelto el borde la encimera y levanto las manos hacia el dobladillo de su camiseta. Él da un paso atrás y sacude la cabeza despacio.

-Las manos.

Yo hago un mohín y vuelvo a dejarlas donde estaban. Quiero verlo, sentirlo. No es justo.
Se lleva las manos a la camiseta por la parte camiseta?-

-¿Quieres quitarme la camiseta?- su voz grave y ronca manda mi disciplina al traste.

-Sí.- resuello.

-Sí, ¿Que?- sonríe con malicia, y yo lo miró con los ojos entrecerrados.

-Por favor- mascullo con un hilo de voz, consciente de que disfruta viéndome suplicar.
Sonríe y empieza a quitarse la camisa, con la mirada fija en mí. Me esta costando un mundo no precipitarse hacia adelante y quitársela de un tirón. ¿Por que lo esta alargando tanto? Sé lo que pretende. Quiere hacerme esperar. Le gusta torturarme. Cuando por fin tiene la camiseta fuera de su pecho. Por un leve instante, al ver como se tensa y relajan los músculos de su pecho cuando echa los brazos hacia atrás, pienso que podría desmayarme.
Se quita los zapatos y los calcetines. Solo le falta librarse de los pantalones para estar desnudo. Repaso con la vista su físico perfecto y la boca se me hace agua, hasta que llego a su entre pierna. Mi mirada se detiene en ella durante unos instantes, pero él vuelve a colocarse entre mis piernas y hace que me olvide de todo. Me esfuerzo por controlar el impulso de agarrarlo. La presión que notó entre mis piernas hace que me agite sobre la encimera para aliviar los tremendos espasmos que me mortifican. Él tampoco esta relajado. Su inmensa erección, pasa bajo sus pantalones, se me clava con fuerza en el muslo. Apoya las manos sobre la parte superior de mis piernas y comienza a trazar círculos con los pulgares a tan solo unos milímetros de mi sedienta intimidad. Estoy poseída por la más pura lujuria. Y cada vez me cuesta más controlar la respiración me aprieta los muslos.

TuyaWhere stories live. Discover now