Nadie me llamaba Angie, solamente lo hacían ellas y fue incómodo que volviera a recordarlo. Era obvio que esta vez no lo hacía con cariño, sino con cinismo.

—Marcela. Yo no tengo rencor con ninguna de las dos y si es necesario aquí te repito que lo que sucedió hace quince años quedó en el pasado.

—El pasado no se olvida, solamente se ignora. Por lo visto es lo que tú deseas hacer, ¿para qué? ¿Para que no se entere tu esposo y tu hija de la mugre de persona que eres? ¿Por qué sí son tu esposo y tu hija verdad?

—Sí, lo son Marcela. Y te ruego por favor que no digas nada.

Ella dio media vuelta riéndose haciendo que todos se percataran de nuestra conversación, no sé a qué quería llegar conmigo, el problema no era de ella, solamente de Cristina y mío.

Neus caminó desde su asiento hasta mí y se colocó a mi costado, ambos mirábamos como Marcela nos retaba con la mirada. Se acercó a Neus y le sonrió de una manera hipócrita a pesar de que parecía sincera.

—Hola Neus —le dijo dulcemente, no soportaba la hipocresía de esta mujer—, me llamo Marcela, soy tu tía. —Le estiró la mano y Neus inocentemente la estrechó. Marcela volvió a levantarse y me miró de nuevo—. Bueno Angélica, tienes razón, este tema no es totalmente de mi incumbencia, estaré afuera porque no soporto verte. Espero que cuando Cristy salga del hospital se encuentre contigo.

Marcela salió sin decir más, no sé adónde podía dirigirse pero agradecí de que no dijera nada frente a mi hija, bajó por las escaleras que dirigían a la clínica, ahí abajo estaba la entrada principal. Estaba muy arrepentida de lo que había hecho y quería olvidarlo, volver a recordarlo me hacía sentir sucia y no quería.

—¿Es mi tía? —Me preguntó Neus, la guié de nuevo a los asientos y nos sentamos en el que estábamos. Sentía la mirada de todos en mí y eso me incomodaba—. ¿De dónde es ella mamá? Era muy bonita.

—Sí, lo sé Neus, ella es muy bonita —relamí mis labios para proseguir a hablar—, y es tu tía solamente que hace mucho no nos veíamos.

—¿Por qué discutían? No me gustó la manera en la que te habló.

—No te preocupes Neus, no pasa nada. ¿Podríamos olvidar esto? Y por favor no vayas a mencionarle nada a tu papá, ¿de acuerdo?

Neus asintió algo insatisfecha, esperaba más de mi respuesta pero no iba a decirle la clase de persona que fue su madre hace 15 años.

Todo estaba en silencio, dentro del hospital solamente nos hallábamos 8 personas. La hermana de Johana, Joel el novio de Lizzeth, padre e hijo de tez morena, la señora nerviosa casi oculta en la orilla y la acompañante novia o esposa de Ricardo, más Neus y yo. Me quedé observando a la señora que estaba nerviosa, ¿qué estaría ocurriendo ahí dentro con su familiar o acompañante? También padre e hijo de tez morena se veían apagados, algo grave debió ocurrir adentro. Me sentí afortunada de que solamente mi esposo tuviera un dolor de cabeza y no fuera algo más grave por lo que pudiéramos sufrir después.

Acomodé mi bolso entre mis piernas y proseguí a esperar en silencio como todos lo hacían.

Unos diez minutos después las puertas del elevador se abrieron de nuevo, por ellas entró un hombre de tez blanca, robusto y con una cara de pocos amigos. Se dirigió a la señora nerviosa y se colocó frente a ella.

—¡Hernán! —Se sorprendió de verlo, permaneció sentada en su asiento mientras lo veía—. ¿Qué haces aquí?

—¿Crees que no puedo enfermarme? —Le contestó con sarcasmo—. Además vengo a ver a mi hijo.

Clínica (#2 Hospital)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora