La Maldición del Heredero (+18) (Completa)

:: Zayn y el Otoño ::

No es que no me guste el verano. Me gusta el sol que pica sobre la piel y tener cualquier excusa para sacarme la camiseta. Me gusta porque aquí en el bosque, en las noches, refresca, y la humedad baja como una nube tibia que te lava la pereza del día. Cuando el compañero de cuarto de Louis se va a revolcar por ahí —algo que hace seguido, y que nosotros deberíamos hacer también—, él me invita a fumar en su cuarto y tiramos las cosas del escritorio sobre la cama y nos sentamos allí, junto a la ventana. Louis siempre habla las tonterías más extrañas cuando está fumado, y es cool oírlo, y es cool la brisa que entra silbando suavecito. 

Me gusta el verano, como a cualquier persona. Tengo bonitos recuerdos de él. Me quejo del calor, a veces, sí. ¿Quién no lo hace? Quejarse es un pasatiempo tan bueno como cualquier otro. Me gusta meterme en el río cuando el sol está lindo, y sí, extrañaré los pájaros cuando se vayan, pero Jessie dice:

—No puedo esperar a que sea Julio otra vez —Y yo no puedo evitar fruncir el ceño.

—No te nos pongas dramático ahora, Zaynie —dice Louis, y me da un suave puñetazo en el hombro. 

Me río, porque es un poco tarde para eso, pero en lugar de responder me encojo de hombros y busco mi atado de cigarrillos. Louis insiste con su mirada azulada y regañona, pero pretendo no notarlo.

—Queda como un mes hasta que empiece tu temporada emo —me recuerda.

—Lo sé, lo sé—digo y cuando miro el atado veo que tengo un bonito porro armado que había olvidado que puse ahí. 

Miro a Louis, con curiosidad, pero él solo hace una mueca incómoda, y señala con un gesto suave a la nueva. ¿Cómo era su nombre? Joder, debería habérmelo aprendido a esta altura. Jessie no deja de hablar de ella. 

—Oye —digo, acercándome a la cría. 

Parece asustada de que le hable directamente, pero no puedo tomármelo personal porque parece asustada todo el tiempo. Ni siquiera ha bebido una gota del vaso de vodka con zumo de manzana que Jessie tan amablemente le preparó con proporción de uno a cuatro.

—¿Te molestaría si fumo marihuana?—digo, intentando sonar suave. Quizás se me de, porque me siento algo raro ahora, con tantas sensaciones adelantándose a mi temporada emo—. No voy a presionarte a que fumes, ni nada. Pero no quiero ahuyentarte tampoco.

—O podrías simplemente no fumar, en lugar de poner a Lily entre la espada y la pared así —me regaña Jessie. ¡Lily! Ese era su nombre. Jessie la rodea por los hombros y le comenta en tono burlón—: es un drogón pero no del tipo que termina robándote cosas para comprar más droga, no te preocupes.

Ruedo los ojos, y miro a Louis. Él se encoje de hombros y sé que los dos pensamos lo mismo. Primero, que ese fue un consuelo estúpido e innecesario, porque claramente Lily ni siquiera había pensado en ese escenario. Segundo, ¿Jessie se da cuenta de que está absolutamente perdiéndose por esa chica o sigue creyendo que es hetero? Tercero y más importante, ¿ese es un no definitivo en el asunto de la hierba entonces?

—No me importa que fume, en serio —dice Lily a Jessie y luego se gira a verme. Tiene ojos marrones bonitos y pequeños y me recuerdan a los de Waliyha.

Jessie y Louis se embarcan en una discusión sobre si Lily lo dijo presionada o no, pero yo sólo sonrío y le dibujo un "gracias" silencioso. Me voy hasta la ventana para no echarle el humo encima. Si lo necesitaba antes, por culpa del verano que comienza a alejarse, lo necesito el doble ahora que recordé a Walli.

Joder, estaba tan alta cuando la vi en Bradford. Bonita, con el vestido lila que su Alfa le había comprado para el cumpleaños, y rodeada de tantos críos que nunca vi en mi vida. Intenté desconfiarles al principio, porque eso se supone que hagan los hermanos mayores, ¿verdad? Verse intimidantes, anunciar que la chica bonita que cumple catorce tiene en la familia a un tipo tatuado que podría romperles los huesos. Pero Safaa se veía tan feliz con ellos que tuve que resignarme a que quizás eran buenos críos.