· XVIII | Curiosidad ·

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Take me back to the basics and the simple life,

tell me all of the things that make you feel at ease.

Your touch, my comfort, and my lullaby

holdin' on tight and sleepin' at night.

Ease (Troye Sivan)


Harry esperaba acostado sobre el capó varios metros más allá de los portones del campus. El motor del auto estaba apagado, porque hacía casi veinte minutos que estaba esperando a Louis, y el saco de invierno que se había puesto al salir de Atalanta estaba echado en los asientos traseros del descapotable. Era invierno, sí, y la temperatura apenas superaba los 10º, pero tanto tiempo bajo el sol del mediodía comenzaba a sentirse como un día de primavera.

Los días soleados habían vuelto más temprano ese año y Harry estaba agradecido por ello. Les abrían puertas para un montón de planes bonitos y cosas para hacer cosas con Louis fuera de los muros del campus. Los rumores de su reconciliación eran moneda corriente en la Universidad, pero habían procurado no confirmarlos para ahorrar preguntas incómodas. El día posterior a su reencuentro, por ejemplo, la planta de clemátides plantada en el jardín fue la única explicación que dio. Ninguno de sus betas hizo preguntas y cuando Gemma quiso curiosear en el asunto, Harry sólo procuró explicarle que no era asunto suyo y que nada había cambiado en términos cotidianos: Harry seguía siendo un Alfa sin omega, Louis seguía viviendo en el cuarto piso.

No se habían visto mucho durante la estadía de Gemma. Apenas se texteaban, para asegurarse de que siguieran en los mismos términos. Ahora que ella había vuelto a Inglaterra, sin embargo, aprovechaban cada oportunidad para estar juntos. Harry prácticamente no cenaba en Atalanta, salvo en un par de ocasiones a la semana, aprovechando a pasar el tiempo con Louis —omega para los registros oficiales de la Universidad— quien tendría un sinfín de actividades después de clase a partir de la semana próxima. Como siempre, la Fraternidad más importante de la Universidad era anfitriona del Baile Primaveral, pero las tareas organizativas eran demasiadas para una sola manada, que tenía además otras preocupaciones (académicas), y el decano obligaba a los omegas sin manada a colaborar para que participen de alguna manera en las tradiciones licántropas. Louis cumplía funciones dobles, por ser omega, y por ser amigo de la omega encargada de dirigir todo el asunto.

De hecho, era por eso que estaba tardando tanto ese día. Le había mandado un mensaje  avisándole que llegaría tarde y que llevaría a Lux con él, y a Harry no le molestaba esperar si podía hacerlo releyendo sus mensajes con apodos afectuosos y emojis simpáticos. Todavía así, probablemente no lograría esperar por siempre. Extrañaba a la "cachorrita", sí; pero extrañaba también a Louis, aunque lo había visto el día anterior. Con las agujas del reloj marcando la cuenta regresiva así, cada segundo era valioso. 

Echado en el capó, bañado de sol de mediodía, miraba un ampelis cantar en una rama, llamando al vuelo a otros de su especie, y extrañamente parecía que el tiempo se detenía. Debería ocasionarle la sensación opuesta: los pájaros volviendo al bosque eran señal de que la primavera se acercaba y de que la verdadera charla que Louis y Harry evitaban se acercaba con ella; pero el ampelis era un ave del norte, común en Wyoming y en los bosques de Inglaterra, y había algo en esa continuidad que hacía sentir a Harry a salvo. En casa.

—¿Estás dormido?

Harry se reincorporó de golpe al oír la voz de Louis. Se sentó en capó y miró atrás. Louis se acercaba llevando en brazos a la pequeña Lux. Ella sonreía, estirando las manitas para señalar y anunciar las palabras con la que bautizaba todo. Bibi para los pájaros, Nyanya para los árboles cuando se movían... Harry no tenía un nombre en su lenguaje, pero cuando Lux lo vio sonrió bien ancho y soltó una ruidosa carcajada que pronto se contagió a Harry y Louis también.

La Maldición del Heredero (+18) (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora