· Capítulo XVI | Cuarto Piso ·

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See the flames inside my eyes, 

it burns so bright I wanna feel your love.

No, easy baby, maybe I'm a liar, but for tonight I wanna fall in love.

I'm a Mess (Ed Sheeran)


Harry cerró los ojos e intentó concentrarse en el sabor de la frutilla en los labios que besaba. Era pegajoso, dulzón, y embarrado de alcohol... Era bonito porque Harry lo besaba y el vodka era tan fuerte en su aliento que lo distraía del hecho de que apenas había oído el nombre del chico.

El muchacho apenas lo había murmurado, con timidez, después de que sus amigos lo empujaran hacia Harry. Había balbuceado su nombre, pero la música lo había tapado y Harry supo todo lo que necesitaba saber por su olor: que era de la manada de Lila y que estaba infantilmente encaprichado con tenerlo.

Era guapo, de la edad de Harry. Tenía el cabello azabache y era delgado de un modo delicado que rayaba lo frágil. Cuando sonreía se le marcaban hoyuelos y detrás de los cristales de sus gafas vintage había un par de ojos azules de los que Harry no podía correr la mirada.

Harry le había invitado un trago porque es lo que un anfitrión hace, se supone, pero veinte minutos después el chico sin nombre confesaba que no había podido quitarle los ojos de encima desde que lo había olido la noche de la primera nevada y Harry... Bueno, Harry era débil con esas cosas, últimamente. No podía resistirse a saberse deseado.

Por un momento había dudado. No quería tener problemas con Lila por culpa de lo que llevaba en los pantalones, pero el chico era guapo, y su timidez extrañamente cautivante, y era su cumpleaños, ¡joder! Harry se merecía revolcarse con alguien el día de su cumpleaños.

Ahora, estaban en la el primer piso, aprovechando la oscuridad del pasillo para besarse junto a la escalera. La música subía fuerte y el piso temblaba bajo ellos, y Harry mordía suavemente aquella anónima boca mientras las manos del chico bajaban a su cinturón.

—Ruge para mí —gimoteó desesperado, y, joder, se había sacado la lotería.

Intentó hacerlo con delicadez, regalarle la suave vibración de su garganta que sabía bastaría para llenarlo de electricidad. Pero al liberar su voz soltó un rugido grave y espeso que hizo al chico hincar las uñas en su cinturón y tironear con fuerza mientras se encogía alejándose de sus labios. Harry mordió sus mejillas y su cuello; se sentía poderoso.

Sin embargo, al olfatear aquella dulce fragilidad que enloquecía aún más sus hormonas, sintió el perfume apagado y floral que hacía meses no sentía. Frunció el ceño, alejándose del chico.

Se asomó por la escalera. Teasdale estaba en el entrepiso, encogida de hombros y con la pequeña Lux abrazada a su pecho. La niña no parecía tan asustada como sorprendida, pero luego olfateó la reacción de su mamá y se largó a llorar.

—Joder, lo siento—dijo Harry y bajó velozmente los escalones.

Acarició suavemente la espalda de la bebé y miró a Teasdale quien poco a poco recuperaba la compostura y enfrentaba su mirada. Primero asustada, luego sonrosándose.

Claro, las hormonas. Podía oler que estaba a punto de follar a un desconocido, pero aún si no pudiera lo imaginaría al ver al muchacho bajar los escalones caminando suavemente como si estuviera hecho de jalea.

—Lo siento por interrumpir—dijo ella.

Harry negó suavemente con la cabeza y aprovechó que Lux lo miraba para sonreír y mover los rizos hasta hacerla relajarse. La niña rió y se hundió tímida en el pecho de su madre.

La Maldición del Heredero (+18) (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora