· Capítulo XVII | Clemátides ·

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This love is tainted-

I need you and I hate it.

fOoL fOr YoU (ZAYN)

  

Afuera nevaba y en el pecho de Harry un centenar de lobos aullaban. Sentado de piernas sueltas sobre el colchón de su hermana, miraba las cartas en su mano y fruncía el ceño a los extraños símbolos en ellas. La luna, el lobo y aquella misteriosa carta negra que, si Harry pudiera despintar como a las tarjetas de rasca y gana, estaba seguro de que vería el retrato de Louis.

Gemma bajó una mano y sonrió orgullosa mostrando los dientes y haciendo el baile de la victoria que no hacía desde que tenía ocho años. A Harry no le molestaba perder con ella sólo porque lo llenaba de ternura verla feliz así.

— ¡Otro punto para la Alfa! —festejó.

—Heey, yo soy un Alfa también—protestó Harry.

Gemma rodó los ojos.

—No todavía, lobezno —respondió—. Quizás cuando lo seas puedas ganarme a las cartas.

Harry frunció el ceño y se miró a sí mismo. Las manos que sostenían las cartas eran pequeñas y bajo su cuello estaba el pijama que usaba cuando era un crío. ¿Cuántos años tenía? ¿Cuatro, cinco? Sí, más o menos. Eso y Harry estaba soñando, claramente.

Apretó los labios injuriando a su propio subconsciente. Por supuesto que soñaría con que era un niño otra vez sin hormonas y débil.

Miró a Gemma, quien tenía ocho ahora. Tenía esa sonrisa orgullosa de quien acaba de despertar sus hormonas, y que Harry no veía en ella hace años. Épocas más sencillas, donde Harry no tenía el "privilegio" de tomar decisiones y Gemma no rehusaba de la jerarquía que la genética le había dado.

Harry sabía que despertaría en cualquier momento, porque escuchaba el toc-toc de la madera y porque nunca duraba en sus sueños mucho tiempo después de darse cuenta de que estaba en ellos. Escupió las palabras atolondrado, buscando un consuelo que no tenía en dónde más buscar.

—Louis es un Alfa, también —dijo.

Gemma se rió y al darle un brusco empujón por los hombros, el cayó sobre el colchón.

—No todavía, lobezno —repitió mientras se desvanecía en una veloz negrura que se adueñaba de la visión de Harry.

Toc- toc.

Harry abrió los ojos, pegajosos, y se los refregó con pereza mientras olfateaba en el aire intentando averiguar de quién se trataba. Niall, claramente, pero había alguien más y su subconsciente seguía insistiendo en Gemma.

—Ya despiértate, imbécil —exclamó su hermana del otro lado de la puerta.

Harry se reincorporó velozmente. Al parecer el perfume de Gemma se había metido en sus sueños, y no era su sueño quien confundía los sentidos de Harry recordándole a su hermana.

—¿Gem? —dijo con la voz ronca y tan fuerte como la mañana se lo permitía.

Del otro lado de la puerta, oyó aquella risa cantarina y familiar y aquel grotesco légamo que llevaba en el pecho hacía días se licuó de golpe, resbalándose.

—¿Puedes abrir de una vez?

—Sí, claro —Harry se levantó de la cama—. Déjame que me ponga algo.

Mientras se calzaba un pantalón de jean, olfateó las cortinas y el cabezal de la cama. De Louis no quedaba casi nada, pero Harry podía olerlo todavía. Quizás era paranoico. Quizás Harry moría por hablar del asunto con alguien, pero había jurado que no lo haría y no quería pasar el peso del secreto a su hermana también.

La Maldición del Heredero (+18) (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora