—El miedo es una emoción que combina muchísimos sentidos, cuyo estudio todavía no ha sido desarrollado —continuó la señora Vollmer—. Puede parecerles mental y justificado pero eso se alcanza con un nivel de total de conocimiento de su víctima, lo que no siempre tendrán. La mayoría de la gente no sabe por qué tiene miedo de algo. Quiero que miren a su compañero y pronuncien con cuidado: Temorah Visendel.

Temorah Visendel —repetimos todos.

—El miedo se desencadena ante la percepción de peligro —dijo la profesora. Al siguiente segundo, había una mantícora junto a ella—. Puede que algunos estén asustados de ella —dijo acariciándola con cuidado mientras su criatura incendiaba un árbol—, pero muchos pueden tener deseos de luchar.

Dio una palmada y la mantícora desapareció junto con el fuego en el árbol.

—Deben saber encontrar un miedo en su contrincante y usarlo contra él. Hay dos hechizos básicos para empezar: el arcano y el latín. El arcano les permitirá conocer el miedo y usarlo a su antojo, pero deben estar seguros que lo han comprendido. El latín no les permitirá conocer el miedo pero podrán incrementar la sensación del recuerdo en esa persona. Les pondré un ejemplo. Señor Fabrell —dijo señalando a un chico delgaducho y de grandes orejas—, dígame una cosa que lo asuste.

—Pues...

—¿Lo asustan un poco las pirohidras? —probó la profesora.

—No —respondió él—. Son divertidas.

Todos soltamos una carcajada.

—¿Qué le parece un demonio de primer grado?

El chico se limitó a asentir y la profesora hizo que pasara hacia delante.

—Señorita Nosinger —dijo acercándose a una muchacha que tenía una chalina rosa—. ¿Qué le asusta?

Emmeline soltó un bufido.

—Candace Nosinger, perfecto —rodó los ojos hacia mí y me explicó—: Es mi compañera de cuarto.

—No lo sé... —respondió Candance.

—¿Que la obliguen a llevar un vestido marrón? —sugirió la profesora. La chica rosa se estremeció mientras avanzaba al centro—. Ahora bien, quiero que observen cuidadosamente. Todos han oído estos miedos, pequeños y poco relativos. Cosas que podrían asustar a cualquiera de ustedes.

Un tipo rubio soltó una carcajada y la profesora lo miró ceñuda.

—Puedo hacer ilusiones de moda muy convincentes. Vuelva a reírse, señor Harris y para mañana mismo, no podrá vestir otra cosa que un adorable vestido marrón.

La clase entera se echó a reír y el chico se sonrojó profundamente.

—Presten atención, cuando el hechizo es invocado, el miedo como tal se revela frente a sus ojos. Sin embargo, hay dos cosas que deben recordar: primero, esto es una ilusión y segundo, cuando el miedo no ha aflorado, es muy difícil usarlo contra alguien. Yo podría haber intentado un tiro a ciegas mostrándole una pirohidra al señor Fabrell y no hubiera funcionado en absoluto. Para usar esta ilusión, deben saber qué miedo están usando, y controlarlo con maestría. Un miedo desproporcionado solo haría dudar a la persona que sufre la ilusión, de que no es real. Entonces el poder de la ilusión se desvanecería y ustedes habrían perdido energías en vano. Con el hechizo arcano, tienen menos control, pero pueden llegar a generar terror más fácilmente. Con el latín, es más fácil controlarlo pero los niveles de miedo son bajos. Sin embargo, la ansiedad es válida.

La profesora se acercó a Candace, que estaba jugando nerviosamente con su chalina.

Temorah Visendel —susurró lentamente—. Ahora mismo tengo muchos temores en mi mente, pero vamos a elegir el del vestido marrón. Quiero que observen cómo un miedo insignificante puede hacerse crecer en la mente de su oponente.

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora